En un mes de Julio tuve un espléndido encuentro sexual con Antonio. Ambos desconocidos, uno del otro. Ambos encontramos lo que queríamos. Fue sencillo.
Risas, cava con helado de limón, confidencias las justas, tres polvos salvajes y ternura, la que puede haber entre dos desconocidos que quieren serlo siempre pero saben darse. Fue perfecto, el sudor adecuado; vigor cómplice, adecuadamente compenetrados, como si llevaramos toda la vida en ello. Perfecto encuentro de cinco horas.
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