miércoles, 25 de julio de 2012

Yo quería ser Esther


Por sus coletas y por su uniforme tan arrebatadoramente chic. Por sus pecas. Por su timidez y por su valor. Por  su tendencia a pifiarla. Por Juanito.

Esther salía en el Lily y, a veces, le dedicaban un número sólo para ella. Nunca conseguí conocer su vida completa y me quedaba a menudo con las ganas de  ver si le pegaba la patada a Doreen. Yo quería ser Esther y que mi amiga fuera Rita, hacernos confidencias y tener frívolas aventuras.

Leer a Esther me llenó la cabeza de pajaritos platónicos: no había situación más feliz que verla en una viñeta al lado de Juanito. Era emocionante ver que sus planes, a veces, se hacían realidad, y al fin lograba sacarle un beso. Oh, los besos de Juanito...

lunes, 23 de julio de 2012

Cosas eróticas que me dan grima


Manual para el pene-exhibicionista
1. Fotos de pollas. No entiendo a esos tipos que ponen sus fotos de polla para buscar ligue. De verdad que una no se rinde ante una foto de polla, por muy alucinante y tremenda que sea. Un tío que se saca la verga para sumar puntos es un simple. Además, una polla sola no dice nada. Las pollas deben salir en imagen acompañadas del resto del cuerpo, una polla solitaria me recuerda a una marioneta (como el espectáculo aquel).

Aburrido!!!!
2. La lencería negra sin imaginación. Yo, la verdad, estoy bastante aburrida del kit-completo-lencero que se supone una debería llevar para gustar al mundo: medias, liguero y etc. Lo llevan TODAS, como una especie de uniforme del erotismo. (Yo fui a la escuela pública, y eso marca).

A un paso de ser efebo
3. Los hombres depilados. Es antinatural. A mi el vello me mola en casi cualquier cantidad. Poco, medio, mucho, mientras esté bien distribuido, todo me vale. Me excita el vello, supongo que será una parafilia o algo así. Los total-depilados me parecen asi como cobardes. O con poca autoestima. Quitarse algo que sobre, me vale. La depilación absoluta queda como muy efébica, muy praxiteliana,  no me molan los efebos. 

Una de las cosas más horripilantes del mundo
4. La nata y el chocolate. Les tengo un asco tremendo, no puedo ni ver pasteles o tartas que tengan nata o chocolate (lo cual es una suerte en mi cuenta calórica). Visualizar un cuerpo untado de nata o chocolate, pensar en lamerlo... o pensar en mi cuerpo untado de esa pringue repugnante... burp. 

viernes, 13 de julio de 2012

Héroes

Lo nuestro es heroico, Amor, ya te lo dije esta mañana. No tengo intención de vanagloriarme con la parte que me corresponde, pero sí insistir en la tuya. Tu parte heroica es mayor que la mia -aunque no tengo intención de competir en ésto-.

Héroes forever and ever, ya lo decía el viejo Bowie. Tú más que yo y a veces, te lo confieso, yo casi no me doy cuenta. Porque pasan los días -y ya son muchos Contigo sin grietas- y a menudo te hablo pamplinas y trivialidades sin reparar en que necesitas un masaje y más besos de la cuenta -nunca serán suficientes los besos-.

Tú más que yo -siempre Tú más que yo-, ahí me tengo que joder, porque querría ganarte y darte más de lo que Tú me das a mi y siempre me quedo atrás. Quisiera competir Contigo, ponerme encima y decirte, mi vida, ahora mando yo, Tú déjate llevar/amar y probablemente un día lo haga... pero Tú siempre serás mejor, más digno que yo.

martes, 10 de julio de 2012

Obsesiones eróticas

Tenía hasta el nombre de machote: Manolo y fue una de mis primeras obsesiones eróticas. Yo estaba en los últimos cursos de la EGB y tendría unos trece años. Él era igual que yo o quizás un año mayor, pero aparentaba más. Era ancho de espaldas, moreno, guapo -creo que era guapo- y machote. Sobre todo eso. Desprendía testosterona, yo soy muy perspicaz para olfatearlas.

Estaba en mi clase  de inglés, en la academia de por las tardes. Y además, era mi primo lejano. Si no es por ese detalle puede que no me hubiera obsesionado con él, pero la relativa cercanía carnal fue decisiva. Además, venía de Francia y eso le daba como un aura aunque por mucha Francia que llevara a cuestas, el aire de bruto no se lo quitaba nadie. Eso también le daba puntos: en inglés era torpísimo y a mi tanta ceporrez me encandilaba.

Varonil, primo lejano, repatriado, bruto y ceporro. Yo no dejaba de pensar en mi Manolo y fantaseaba con ser su novia cada vez que teníamos un encuentro, aunque fuera el encuentro más anodino: sentarme cerca en clase de inglés; encontrármelo en la puerta de la academia; una vez vino de visita a casa con sus padres!!!! eso era casi un paso definitivo al noviazgo.

Como soy tan recta, serena y calmada, nadie se dio cuenta de mi enamoramiento-encoñamiento. Era mi época masturbadora compulsiva y tenía sueños calientes una vez al mes -alguno con él-, pero ni adelgacé, ni me salieron granos ni nada. Y sacaba notas excelentes en inglés.

Dejé de verlo cuando nos mudamos de barrio y ya la academia de inglés me pillaba lejos. Me cambié a otra y olvidé a Manolo. Yo es que de siempre he sido una casquivana.

lunes, 9 de julio de 2012

Jipis

En la playa, a las 6 y media:
Yo: dame un abracitoooo.
Preadolescente (PRE):  no tengo ganas.
Yo: anda, pues ayer nada más que querías abracitos míos.
PRE: ya, pero hoy estoy raro.
Yo (en estado empatía cero): ¿raro? ¿cómo que raro?
PRE: sí, no se, me siento raro.
Yo: pero ¿raro por qué?
PRE: me siento como jipi.
Yo: anda, eso es porque te tiraste toda la mañana mirando vídeos de John Lennon (verídico).

Más tarde, a las 7 y cuarto:
PRE: mamá, mírame, ¿cómo estoy? (está sentado en posición loto, con la toalla enrollada a cintura a la manera pareo)
Yo: estás jipi (toma ya!!!)
Tita: tu madre también era jipi.
Yo: sí, jipi (esponjándome)
PRE (pone cara de ya-van-a-contar-otra-batallita): ¿sí?
Tita: sí, vendía pulseritas en la feria ...
Yo: anda ya, una vez nada más, maté un gato y me llaman matagatos.
Tita: ... y  decíamos la niña, qué miedo, a ver si se va...
Yo: cómo que a ver si se va, ¿adónde iba a ir yo?
Mimadre: por ahí,a fumar...
Yo: si, a meterme a porreta.
PRE (escandalizado): jujuju, porros!!!!?????
Yo (más bajito): y a meterme en una comuna, no?
Mimadre y mitita: si, eso, eso.

Un poco más tarde,a las 7 y veinticinco:
Yo: a una comuna con Paco, ¿no?, jujuju.
Tita (como haciéndose la nueva): con ese, con Paco. que vendía pulseritas en la feria.
Yo, a mitita: pues tú decías que Paco tenía cara de muñeco.
PRE: ¿cómo que de muñeco? ¿qué es eso de muñeco? ¿qué Paco?
Yo: Paco era mi amigo, un compañero de clase y tenía cara de muñeco.
PRE: de muñeco?????!!!!!
Yo: si, que era muy guapo, tenía carita de muñeco, como el Ken de la Barbi (mentira lo de Ken, pero es para que se haga una idea)
Yo, al PRE: tú también tienes carita de muñeco. Que eres también muy guapo.

Nos ponemos a buscar conchas.


martes, 3 de julio de 2012

Yo quería ser Jane


Pero no cualquier Jane, yo quería ser la Jane clásica de las pelis del sábado. La que andaba correteando por la jungla con ese trapajo tan sexy. ¿Cómo diablos se lo cosía? En una peli es una especie de bikini, luego se vuelve más recatada y deja de enseñar el ombligo, pero yo quería ser ella y hacer el amor con Tarzán /Weismuller bajo los rododendros.

Mi fijación por los torsos masculinos poderosos proviene del Tarzán/Weismuller. No había otro como él. Yo, preadolescente, caí rendida ante ese hombre-mono capaz de combinar valentía y bestialidad. Tan buena gente y tan machote, tan bruto y tan tierno. Por eso yo quería ser Jane. Porque el hombre-mono la raptaba y se la llevaba a cuestas, incluso de liana en liana, pero también la salvaba de todos los peligros: el monte Mutia por donde siempre caía el más pringado; las arenas movedizas donde se ahogaba siempre el más facineroso; el tétrico cementerio de elefantes; las tribus chungas -los Gaboni!!!- que te matan con mala idea... Él, Tarzán,  siempre estaba al quite y sin pedir nada a cambio, hasta su amor era puro e incondicional.

¿Marcan o no marcan cosas así? 

domingo, 1 de julio de 2012

Vieja Roca

La gente que viene de fuera se pirra por visitar la Roca. Lo entiendo, es un lugar que mezcla el cutrerío más rancio de cueva de piratas y una combinación exótica gaditano-británica. Tiene rincones apestosos, de un urbanismo demencial y tiene parajes mágicos, donde recuperas la confianza en el poder de la naturaleza.

Almuerzo on the rocks
Yo llevo años sin poner un pie en la Roca. Da una pereza tremenda aguantar la cola de la entrada y de la salida y siempre me digo, ¿para qué? Pero hubo un tiempo en que la visitaba cada mes. Era una jornada divertidísima, con la compañera más querida y adorada: mi abuela.

Mi abuela trabajó de criada en los tiempos en que a este lado de la frontera se pasaba hambre. Limpiaba y atendía las casas de familias británicas, normalmente militares que supongo languidecían por volver a la metrópoli. Me contaba, mi abuela, que las inglesas eran unas mamarrachas cocinando. Una carne hervida y un puñado de guisantes, eso ponían para almorzar. Y que eran muy guarras y dejaban los condones usados junto a la cama. Me lo contaba, se partía de risa y yo con ella. Era su pequeña venganza.

Horribles caramelos de regaliz
Cada mes yo acompañaba a mi abuela a la Roca para que cobrara su pensión. Visitábamos un edificio polvoriento -casi todo en la Roca es polvoriento-, firmaba con mano temblona y se guardaba las libras correspondientes. Casi siempre me hacía un regalo. Recorríamos la calle Real  y yo me metía en el HyM, en Dorothy Perkins y en The Body Shop. También nos comprábamos unos pasteles gigantes -mi abuela mataba por los pasteles- y al final, lo típico: mantequilla, azúcar, chocolate Cadbury y esos caramelos asquerosos con sabor a regaliz.

Creo que no he vuelto desde que ella murió, ya digo que me da pereza y quizás un poco de nostalgia. No comparto la beligerancia de estos días, hay cosas que me pueden dar coraje, pero en el fondo, no pasan de anécdotas. Y sobre todo, me gusta que esté ahí, cada día.