Ya he comentado en otra entrada cómo E. tiene, en ocasiones, perspectivas radicalmente opuestas a las mías. Él es cerebral y disecciona los hechos de manera limpia. Los aborda desde una línea cartesiana y a veces, fría.
No pongo objeción. Su visión es la que se impone, porque es su palabra y ya sabemos qué significado, qué poder tiene su palabra. Él tiene mi obediencia y como es práctico -y le admiro por ello- no creo que sea una molestia que sepa que soy una disidente.
Disidente en silencio, como es obvio. Pero disidente, dado que mi forma de afrontar la realidad no es práctica, ni metódica ni cerebral... ni quiero que sea así. No veo los hechos como Él los ve. Así me quedo tranquila. Yo sé que mi perspectiva queda intacta. Silenciosa, me da igual. El hecho es que existe.
También creo que soy más valiosa, para Él, así.
Y ahora me vienen muy bien The Clash.
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