lunes, 31 de diciembre de 2012

Breve encuentro

No voy a escribir una entrada de fin de año, ni de balances ni de propósitos, ya saben que me  la suda. Tampoco voy a escribir deseos de felicidad y prosperidad ni pavadas así porque aunque lo desee de corazón me repatea escribir esas cosas. Podría escribir una entrada sensiblona findeaño pero voy a escribir una entrada sensiblona sobre el breve encuentro que tuve esta mañana y sus conclusiones.

INTRODUCCIÓN: encuentro -tras no se cuántos años, pero muchos- a Pako. Yo vengo del parque con mi peque y mi sobrinete. Él cruza la calle con su madre y su mujer (a la que no conozco pero se deduce claramente, no porque la lleve agarrada, es que otra cosa no puede ser).

NUDO: ohhhhh qué alegria verlo, nos damos un buen achuchón. Él está GUAPÍSIMO, mucho mejor que la última vez que le vi, que estaba un poco fondón. Ahora se le ve fuerte y se ha dejado una barbita corta que le da una pinta supermasculina (según mi tía, Pako siempre tuvo cara de muñeco). Sigue con su aire radikal, lleva rastas (!!!) pero molan, me abraza y no me suelta. Ay, mi Pako.

DESENLACE: charlamos brevemente y, como suele pasar en esos encuentros inesperados, ninguno sabemos muy bien qué decir. Curiosamente, él no es quien me presenta a su mujer sino que lo hace su madre -esa mujer simpatiquísima que una vez soñe con tener por suegra-. Nos despedimos y él se separa de mi con esa mirada tan suya, intensa y adorable.

CONCLUSIÓN: llego a casa medio tonta y lo primero que hago es mirarme en un espejo a ver si voy mona. Afortunadamente llevo el pelo bien y voy de negro, que es el color que mejor me queda. Formulo mentalmente el deseo de volver a encontrármelo a solas y poder charlar con más profundidad, reencontrarnos en serio, volver a contarnos nuestras cosas, recuperar un sueño de intimidad, algo realmente irrecuperable, pero no me importa ni me duele fantasear con ello. Volver a bañarme en su mirada y recordar lo puñeteramente fuerte que fue nuestro vínculo.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Oficial y Caballero y unas cuantas ñoñadas más

Yo siempre lloro con el final de Oficial y Caballero. Desde el momento en que Richard Gere entra en la fábrica, con su andar to chulo y su uniforme blanco (les confieso una cosa: Pedro caminaba así y tenía un aire a Richard Gere, palabrita del Niño Jesús). Lloro pero no a lágrima viva sino que unas cuántas lagrimillas me llenan los ojos, lo suficiente como parar sentirse henchida de emoción.

Hace unos días vi por enésima vez Oficial y Caballero con mi hermana y, por supuesto, lloramos las dos. Casi todas las mujeres que conozco lloran con el final de Oficial y Caballero (mi madre es la única que no lo hace, pero es que ella está por encima del bien y del mal). Y no sólo con Oficial y Caballero. También con el final de Pretty woman. Y sobre todo, sobre todo, con Ghost. Yo, con Ghost, lloro en la puñetera escena del torno alfarero y al final cuando Patrick le dice a Demi: No sabes cuánto amor me llevo... o algo así. Yo dejé de ver Ghost hace tiempo.

Lo se, todo es superñoño y me pregunto por qué a los tíos no les pasa. Ellos no ven esas pelis pero si por un casual están presentes cuando la ponen, se burlan directamente. ¿Son más duros? ¿Son más realistas? Qué coño, yo se que el final de Oficial y Caballero es ñoño de cojones y es irreal pero me lo quiero creer y sobre todo EMPATIZO. ¿Los hombres no empatizan con esas cosas tan cuquis?

Yo, se lo juro, prefiero pelis de acción. A mi me dan a elegir entre Los mercenarios  y El diario de Noa y lo tengo claro, Chuarche es mucho Chuarche. Pero hay pelis, esas pelis ochenteras, que tienen su lugar. ¿No será que en el fondo, pero muy fondo, está el deseo de que el chico amado te haga cosas así, cogerte en brazos y besarte a la vista de un gentío? ¿O que cuando ya lo das todo por perdido, venga a buscarte con un ramo de flores? Lo del torno del alfarero es más difícil, pero algo parecido, el desear un momento cuasialucinante de AMOR ...

De nuevo lo se, en cuanto entras en el bucle-ñoño empieza el desvarío. Mis hermanas y yo lo comprobamos el otro día, empezamos a desvariar y nos transformamos en repelente para hombres. No se por qué, los hombres, cuando nos ponemos así, en estado romántico-cataléptico, huyen de nosotras. ¿Les pedimos demasiado o algo así?

Por si acaso, pongo la prueba del delito. No hay hombre que la resista.




domingo, 23 de diciembre de 2012

roxanne no te comparte

A dos días de cumplir cuarenta y cinco años, no siento nada especial. Miras por dentro y te encuentras a la misma cría de doce, de dieciséis, de veintidós, de treinta y tres; al mismo tiempo compruebas que a lo largo de todo este tiempo has cambiado, unas veces a mejor, otras yendo de culo. Es el devenir de cuarenta y cinco años.

A veces me lamento y pienso: ay, cuarenta y cinco, soy la mujer invisible, ya no molaré, ya no se desviarán las miradas a mi paso, ya se me caerá la piel y cada vez más arrugas. Otras veces me siento serena y en paz.

¿Cuánto tiempo llevo con este blog? Muchos años, a veces le doy un repaso para comprobar cambios o para recordar. Me llamaba roxanne. Me llamaba seibra. Me llamaba Mar. En realidad soy María.

Iba a escribir aquí el por qué del título pero tengo cosas que hacer, preparativos y la cabeza liada en una toalla: es menester celebrar el cumpleaños sin canas y a lo loco. Otro día quizás lo escriba.

Y celebrar también una nueva Navidad. No se me dan bien los convencionalismos, no incluyo imágenes navideñas en este post ni bonitas frases de paz y amor.

Pero vayan para mis amables y queridos lectores mis mejores deseos de eso mismo, de paz, amor y bienaventuranza en estos días y en los que vendrán. Feliz Navidad.

viernes, 21 de diciembre de 2012

La señorita D. y el fin del mundo

Mi primer fin del mundo lo viví en Quinto de EGB. Decían que iba a venir un maremoto -en aquel tiempo no decíamos tsunami- y una ola gigante nos iba a llevar por delante. Como yo era pequeña, me lo creí más o menos aunque no existían las redes sociales y sólo teníamos dos cadenas en la tele, lo cual no magnificaba nada de nada.

Mi maestra de Quinto, la señorita D., nos contaba muchas historias chulas, aunque no creo recordar nada sobre un Apocalipsis mundial. Era una maestra muy diferente a las de Segundo, Tercero y Cuarto, que fueron unas viejas brujas, feas y antipáticas. La señorita D., en cambio, era relativamente joven y muy elegante. Siempre llevaba camisas de lazo y pendientes de perlas. Pero lo que me encandilaba de ella era su perfecta dicción: era de Valladolid y siempre nos decía, muy seria, que en su tierra se hablaba el mejor castellano del país. A mi aquello me tenía cautivada.

El fin del mundo estaba previsto para una aburrida tarde de invierno. Yo estaba en el cole, porque por aquella época había cole por las tardes, y hacía manualidades. Mientras recortaba y pegaba pensaba en cuándo llegaría la ola gigante y me fastidiaba estar allí, en ese detestable colegio tardofranquista, con niñas a las que no apreciaba demasiado y con la señorita D., que aunque era buena y nunca gritaba, me resultaba demasiado severa y elegante: no era la mejor compañía para una hecatombe.

Al final, el mundo no acabó y yo volví a casa a merendar. Un tiempo gris y rutinario sin final glorioso, tal y como pienso que acabaremos la especie humana, sin pena ni gloria, nada de magníficos Apocalipsis. Un final mediocre, que es lo que realmente nos merecemos.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Mistery men

Una de las cosas que más detesto cuando ando en sociedad es apegotonarme con las mujeres.

No hay cosa más odiosa para mi que eso de sentarme en corrillo con otras mujeres, apartada de los hombres. No es una cosa sexual -que un poco también-. Es que prefiero la conversación y el devenir masculino. Echar una ojeada a sus misterios. La testosterona que flota cuando más de cuatro tíos se sientan juntos a charlar. Lo absurdo a menudo de sus diatribas, hablen de informática o de fútbol. O de trabajo. La competividad alfa entre unos y otros. Sus movimientos, sus posturas. Los bucles en los que entran -ellos se creen que somos las mujeres las que entramos en bucle, pero no, ellos también y son más divertidos-. Sus quejas, sus lamentos a veces tan básicos y enternecedores.

Me encanta observarlos. Ayer, mientras esperaba turno en el centro de salud, no le quitaba ojo a dos cuarentones. Uno era médico de bata blanca y el otro tenía toda la pinta de visitador. Ambos con acento del norte, lo cual me resulta cautivador. Gesticulaban como gesticulan los hombres cuando bromean, esas bromas que sólo los tíos entienden y no se muy bien cómo describir. Pero TODOS los hombres hacen esos gestos cuando están juntos y de broma, una cosa absurda y muy masculina. Me encanta observarlos un poco a la manera entomóloga: me gustaría apoderarme de sus secretos.  

Las mujeres no tenemos misterio. Ellos son el misterio.


lunes, 17 de diciembre de 2012

Navidad en mi barrio cani

El sonido típicamente navideño en mi barrio es el pum de los petardos. Cada año los chinos se hinchan a vender petardos y el sonido va in crescendo según te acercas a los días grandes. Nochevieja es ya para morir. Tienen hasta fuegos de artificio de saldo. Los canis de mi barrio son así.

Las casas refulgen de luces navideñas que se encienden y se apagan. Aquí no llega la iluminación chula de las calles del centro pero ambiente navideño tenemos por un tubo. En las ventanas cuelgan papanoeles. O reyes magos. Intentan trepar por los balcones. Hay papanoeles -o reyes magos- de todos los tamaños, diminutos y enormes. El de mi vecina de enfrente es el más grande del barrio (creo que es un maniquí que viste de Papa Noel). También cuelgan de algunos balcones unos paños con la carita del Niño Jesús: son la pica en Flandes contra la invasión de Santa Claus.

De todas formas aquí la gente somos más de Reyes Magos y el día 6 da gloria ver por la calle a los chinorris con sus bicis o sus coches capota. No fallan. Haya crisis o no, siempre hay algún crío con bici o coche capota dándose una vuelta por el barrio.

Un poco saturados si estamos, de todas formas, porque en Mercadona llevan con la Navidad desde mediados de noviembre. Yo ya tengo empacho de turrones Hacendado y aún no los he probado, sólo de verlos en la tienda. Pero la gente del barrio lleva comprando polvorones -aggg- desde noviembre, ya digo. A mi, a pesar de lo navideña y tontísima que soy, tanto polvorón y tanto langostino me da una pereza tremenda.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Baja en nicotina

Llevo varias semanas sin fumar, las mismas que llevo sin salir a tomar una cerveza. Es que yo soy la fumadora social perfecta. La gente siempre, siempre se queda admirada conmigo, se lo juro y no exagero.

Llevo siempre un paquete de tabaco en el bolso pero no me acuerdo que está ahí hasta que estoy jijijaja delante de una cerveza y en la terraza de un bar. O cuando salgo a cenar y queda un poco de vino en mi copa, justo antes del postre -aunque yo no pido ya postres porque hace tiempo que los aborrecí-. O cuando es la hora del gin-tónic con mi hermana y nos salimos al patio a contarnos cosas. Momentos que se cuentan con los dedos, pero momentos que disfruto de verdad. El cigarrillo que entonces me fumo es la puntilla a la buena cena, a las risas y al achispamiento. Un placer más.

En momentos así, y si la noche se alarga, me fumo como mucho tres o cuatro cigarrillos, más no soy capaz. Hace años sí, aunque nunca fui una fumadora excesiva, pero hubo esa época en que se podía fumar en los pasillos de la facultad entre clase y clase y en cualquier garito, hasta en mi casa dejaba yo fumar. Pero nunca fue placentero fumar porque sí. Fumar a la salida del cine -qué snob-, fumar tras el café -qué asco-, fumar tras follar- qué cutre-. Fumar sola: qué triste.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Los complicados

Hay quien echa la culpa de sus fracasos amorosos a ser de personalidad complicada. Dicen: "tuve que dejarlo con fulanito, porque soy una mujer muy complicada", y se quedan tan anchas. Como si el ser complicada fuera la excusa perfecta para terminar una relación.

Ser complicado es cómodo, una especie de cajón de sastre al que acudir cuando van mal las relaciones personales. La gente supuestamente complicada no se empareja porque jamás encuentra a su príncipe o princesa, esos dotados de capacidad sobrehumana para deshacer los nudos complicados de su personalidad. La gente supuestamente complicada necesita de otra gente que le saque las castañas del fuego. No saben sacarse sus mierdas ellos solos.

El caso es que complicados somos todos, cada uno de su padre y de su madre, con manías y puñetitas, pero unos se emparejan y otros no, así que supongo que la cualidad "ser complicado" no tiene mucho que ver. Supongo, más bien, que las relaciones fracasan por motivos más peregrinos: pereza, egoísmo, falta de empatía, miles de motivos habrá, supongo, pero sin duda tienen menos misterio. Porque definirte como "complicada" da misterio, sí señor, da un toque de "persona intensa y atormentada" que mola mucho y queda muy bien de cara a la galería.  

viernes, 7 de diciembre de 2012

En casa

En casa, porque es uno de esos días al que le viene muy bien el calificativo de desapacible.

En casa, porque el más pequeño anda con mocos, tos y dolor de oídos y vamos todo el día con el dalsy a cuestas.

En casa, mirando películas (Charlie y la fábrica de chocolate versión Gene Wilder me gustó más que la sobrevalorada de Tim Burton).

En casa, jugando a Harry Potter en la Nintendo (el único al que soy capaz de jugar).

En casa, leyendo Luces del Norte.

En casa, dejando pasar el tiempo lentamente y sin desear nada más.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Twitterlandia

Me abruma Twitter. Yo me creía muy chula y resulta que soy demasiado paleta para Twitter. Me admira y deja sin palabras -literalmente- tanta frase brillante en un mínimo espacio (no recuerdo cuántos caracteres admite un tweet, tengo muy mala memoria para los números).

Yo entré en Twitter como una paleta, ya digo, como cuando voy a la gran ciudad y me hago la chula y disimulo que todo -calles, avenidas, tanta tienda, tanto escaparate- me viene grande. Pues en Twitter, igual. Que me viene grande.

La gente es de un guay que lo flipas. Hay gente que dice cosas brillantísimas e ingeniosísimas a cada minuto. Gente puesta en todo, políticamente superincorrecta, que es lo más de lo más. Gente que si le toses se te tira al cuello y te hinca el diente con saña. Hay gente muy perversa en Twitter y mi pueblerina bonhomía sufre.

También hay gente que dice "buenos días" y nada más. Y gente que tontea con otra gente. Gente que socializa. Gente que lanza soflamas. Gente capaz de escribir microrrelatos fabulosos. Gente que busca provocar. Gente que exhibe su agilidad e ingenio en cortas frases incendiarias. En el fondo es una feria de las vanidades.

Por el momento me quedaré en Twitterlandia de mirona, mirando escaparates y avenidas, ya digo, un poco pasmada, al final me he tenido que caer del guindo. Yo nunca seré capaz de ir de guay, se me nota mucho el pelo de la dehesa. 

sábado, 1 de diciembre de 2012

Cocinera, cocinera

Este año en mi empresa no iremos a comer fuera por Navidad. La comida de Navidad es muy esperada entre mis compañeras y creo que también entre los chicos. Nosotras siempre nos ponemos monas y ellos van de diario, pero no importa. En mi empresa ya ni se liga, esos años pasaron y aunque cada año viene gente nueva -yo soy de las veteranas- no se qué coño ha pasado que ya no existe ese tonteo de años atrás. Recuerdo mi primera comida navideña en mi empresa, ja, y el glorioso karaoke que vino después. Y las historias que se cocieron en esos días que aún siguen dando que hablar. Pero llevamos años de un tranquilo que te mueres, la comida navideña  y el copeteo posterior transcurren sin pena ni gloria y aunque yo diga que no importa, que está bien así, no me crean, que miento.

Este año comeremos en la empresa. Cada quisqui llevará un plato de su especialidad y las organizadoras andan diciendo que platos elaborados, que nada de tortilla de patatas, que es una comida navideña. Han puesto una lista en el tablón y la peña va poniendo lo que va a traer, para que no haya repeticiones. Por ahora la gente no está derrochando imaginación. Una ha puesto "aperitivos". Otra ha puesto "langostinos". T. ha puesto "carne", así, sin especificar.

Para mi esto es casi EL HORROR. A mi el tener que PENSAR un plato y encima "especial" me parece un suplicio. Y cocinarlo. Y presentarlo de forma bonita y elegante.

EL HORROR.

Soy una manazas y un desastre cocinando. Entraré en modo pánico. Lo se.

Creo que le voy a pedir a mi madre que me prepare algo.