domingo, 20 de octubre de 2013

Lazos rosas y camisetas verdes

Estos días mi whatsapp estaba lleno de lazos rosas y algunos muros del facebook también. Hoy un compañero, en el grupo de whatsapp del trabajo, proponía que, tras los lazos rosas, se llenaran los muros con el logo de la marea verde.

A mi no me parece mal.

Pero se que la mitad de los que se les va a llenar la boca y los muros del facebok con el verde de la Escuela pública no harán huelga el día 24 y para ello alegarán los motivos con mayor despropósito del mundo. Y les dará igual.

Me atrevo a vaticinarlo porque ya ha ocurrido en las otras ocasiones de huelga por la Escuela pública. Muchos de mis compañeros alegan no querer hacer huelga porque ese dia les quitan el sueldo. Otros dicen que no quieren que la Junta se quede con el sueldo de ese día, que ya les recorta bastante para perder una jornada más. Otros dicen que no piensan hacerle juego a los sindicatos. Otros, que con las huelgas no se consigue nada. Y así hasta el infinito.

Yo no puse ningun lazo rosa estos dias y no pondré el logo verde tampoco. Pero haré huelga, como siempre hago desde que en este país a los docentes se nos ningunea, se nos falta el respeto, se nos obvia en la toma de decisiones educativas, se nos lleva y se nos trae con leyes que cambian con cada cambio político. Cuando se socava milímetro a milímetro el valor de lo público y del servicio a los demás. No haré huelga por seguir a los sindicatos, ni porque crea que vayamos a lograr parar esta nueva ley educativa, que ojalá. Lo haré por dignidad. Igual que hago otras cosas día a día de manera más silenciosa pero tengo fe en que sean efectivas. Mi trabajo con amor y con honradez.

Estan bien el lazo rosa y la camiseta verde. Pero hay quien se queda ahí y ya se siente con la tarea cumplida y a mi, esa gente la verdad que me da mucho asco.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Manual de rarezas

Normalmente me mola ser rara.

Ser rara es ser fuera de lo común pero sin que se note a simple vista. La mayoría de la gente que me trata piensa que soy una mujer discreta y muy sensata. Suelen alabar mi serenidad y eso. No vean cómo doy el pego. Cuando escucho a la gente decir chorradas y no intervengo, parece que soy una maravillosa interlocutora. En realidad copio la estrategia de mi madre que escucha a la gente como quien oye llover y las deja la mar de felices. Es muy zen, mi madre. Y un poco rara.

La gente que me tiene calada, sin embargo, me llama rara y acierta que da gusto. Lo habitual es que me llamen rara cuando me niego a cumplir con compromisos sociales. Ir a un almuerzo o a un cumpleaños porque es lo que se espera. Por quedar bien. Y yo, por quedar bien, no hago casi nada. Algo haré, tan horrenda no soy, pero cada vez menos. Supongo que habrá quien hable mal de mi. Alguien más ecuánime que yo pensaría, "pues me da igual", pero yo no soy nada ecuánime. En realidad me gustaría saber quién en mi entorno me critica, son cosas que me matan de curiosidad. Aunque creo que tengo tal aura de discreta que puede que nadie hable mal de mi. No lo se pero me importa. Por curiosidad, lo juro que sólo por curiosidad.

Mis rarezas suelen consistir en ir a mi putísima bola. Sin dar explicaciones, que es lo suyo. Si vas a tu bola y te vas justificando luego,  no vale. Si haces lo que que da la gana y los compromisos sociales te traen al pairo y además no te excusas, quedas fatal pero impune. La gente hablará de ti fatal (supongo) pero la sensación de libertad es del carajo.


domingo, 13 de octubre de 2013

De domingo a domingo

Fue una semana de no parar, aunque es cierto que yo me lío con cuatro tonterías y me falta tiempo siempre. Pasé la semana con la mente a mil y con trabajo a saco, con ganas de escribir pero sin tiempo para hacerlo. Con ideas para escribir que pasaron de moda y ahora que he arañado un rato ya he olvidado.

El viernes crucé media Andalucía, ida y vuelta, debatiéndome entre cuanto me gusta mi trabajo y cuánto aborrezco a la gente que lo hace mal. Me topé el viernes con gente de mente vieja y aborrecible que me pusieron al filo de ser aborrecible yo también. Lo bueno de mi trabajo es cuando te das cuenta del error y lo reconoces. Ves que no pasa nada y todo se arregla. Al final el viernes fue bullanguero y muy divertido, nadie enfermó, ni se cayó por el puente ni fue atropellado, aunque acabé agotada.

Hoy un largo paseo entre castaños. Un pueblo pintado de azul (casi famoso, llenísimo de gente) que me hizo tanta ilusión, absurda y naif. Castañas peludas abarrotando los arcenes. Tanta gente de domingo. Y ahora un rato corto para escribir nada bien porque hay impresiones, sensaciones, emociones que no se nombrar.

domingo, 6 de octubre de 2013

Películas y bloqueos

Ayer vi una película porque prometía comedia y romance, esa mezcla inefable que hay noches que no aguanto y noches que si. Hay noches que el cuerpo me pide sangre, balazos y persecuciones; noches en que me pide comedia soez y con muchos "fuck you", noches (pocas) en que me pide pelis serias que la gente seria considera imprescindibles, noches en que el cuerpo me pide volver a ver pelis vistas mil veces. Ya llevaba tiempo sin necesitar pelis de romance simpático e inocuo y me puse a ver Un invierno en la playa.

Yo me pongo tontísima con pelis así, donde la peña acaba propinándose unos abrazos fraternales y paternales que yo creo nunca daría (en el sur somos más contenidos de lo que se tiende a creer). Las lagrimillas se me saltaron dos o tres veces (e intentaba contenerlas) y me fui a la cama contenta y saltarina (yo soy así de simple).

En la peli hay una familia de escritores y nombran varias veces a Stephen King. Como ya digo que soy una simple y una influenciable, anoche me dormí dándole vueltas a infinidad de temas para escribir sin poder redondear ninguno. (También me dormí pensando añadir a la lista de libros de otoño unos cuantos de Stephen King). Esta mañana yo seguía con la misma cantinela: escribir - qué escribo - sobre qué escribo - por qué coño no escribo. Les juro que medité sobre siete u ocho posibles motivos por los que no escribo y ninguno me pareció suficientemente válido. Podría escribir siete u ocho aburridos posts sobre mi bloqueo escritor dándole vueltas  en cada uno a cada una de las aburridas razones que puedo encontrar para no escribir.

Luego, ahora, como ya no me podía aguantar más (he intentado aguantarme descargándome fotos de la cámara al pc y de ahí al pendrive para ir el miércoles a sacarlas en papel), digo, que como no me podía aguantar más las ganas de escribir ALGO he hecho lo que mejor se hacer que es marear la perdiz. Supongo que mis siete u ocho aburridas razones para no escribir pueden resumirse en dos (incluso ajustarse a una): no quiero hacerlo porque no quiero llegar al quid (se escribe QUID, señores) de la cuestión.