lunes, 29 de noviembre de 2010

I don´t want to be perfect

Ayer leí este artículo de Elvira Lindo, cuánta identificación madre mía. Yo ya experimenté la experiencia "madre perfecta" y ahora soy una renegada. Recuerdo cuando estaba yo tan feliz con el método Estivill y leía en foros de madres a las madres talibanas que ponían el grito en el cielo. Dejar llorar al niño para que aprenda a dormir... un horror según las talibanas. Una madre talibana se mete al niño en la cama hasta que echa las muelas. Y a la pareja que le vayan dando. Imagino yo que las madres talibanas, que son tan perfectas, ya no tienen sexo. 

O la tele y los videojuegos: las madres talibanas no dejan que sus nenes vean dibujitos chungos. Una vez escuché a no se quien (taliban era fijo) que Doraemon era malo para los niños. Yo siempre me veo a mi misma, de cría: como a casi toda mi generación, me tiraba muchas tardes y gran parte del sábado enchufada a la tele. Y aquí está la nena, tan mona y tan lista.

Las madres perfectas a las que Elvira Lindo hace referencia son víctimas del neomachismo de buen rollo. Ese que eleva al éxtasis la lactancia natural y el parto doloroso. La lactancia natural no es el éxtasis. Para nada. Te jodes y das de mamar al peque porque es lo mejor para él, pero duele, es un coñazo, te sientes pringosa y hueles a leche cortada, es antisexy. Es mentira que adelgace. Yo me puse como una foca y tenía siempre hambre y mucha sed. Cuando dejé de dar el pecho, al acabar la baja maternal, sentí que me quitaban un peso de encima... y una enorme culpabilidad por sentir eso. La lactancia natural es lo mejor para los bebés, por supuesto, pero que no nos vendan la moto de que  es ma-ra-vi-llo-sa para las madres porque no lo es.

martes, 23 de noviembre de 2010

Releyendo a Harry Potter

Como estrenan Las Reliquias de la Muerte, me puse a leer por segunda vez el último libro de Harry Potter. No se si iré al cine a verla, me da rabia que se haya dividido en dos partes y que haya que esperar al año que viene para ver la segunda (pero si encarta ir, seguro que me apunto).

La piedra filosofal y La cámara secreta me las leí antes del boom, entre diciembre 2000 y enero 2001. Lo recuerdo porque aprovechaba las siestas de mi peque para leer. El libro que más me ha gustado ha sido El prisionero de Azkaban, porque la aventura comienza a adentrarse en terrenos más siniestros. Soy una friki de Harry Potter. Pregúntenme lo que sea, que lo respondo.

Soy una firme defensora de su lectura como forma de iniciar a los adolescentes en la literatura. No entiendo que se les inicie, en la ESO, con El Lazarillo de Tormes: es una puerta hacia el aborrecimiento literario. Que si, que es una obra magna, pero no para adolescentes.

Yo me inicié en los "libros sin dibujos" con Julio Verne y con Luisa May Alcott. Con catorce años me leí Crimen y castigo y hubo cosas que no entendí pero me gustó (o más bien me sobrecogió). Siempre he alternado best-sellers con clásicos. Siempre he sido caótica en mis lecturas y lo único que pido es que la lectura me entretenga. Detesto los tochos pseudofilosóficos. Me encanta la novela policiaca, estoy empollada en clásicos franceses, norteamericanos, británicos y, un poco menos, rusos. Me entusiasma Benito Pérez Galdós pero no he leído El Quijote y por el camino que voy nunca lo leeré. La lectura es mi placer. Ya no leo por obligación. Por eso no leo ensayos, ni biografías.

Me entusiasma la literatura fantástica y la ciencia ficción, aunque conozco menos de lo que quisiera. La serie Harry Potter  me parece una digna representante del género fantástico y una excelente forma de iniciarse en la literatura, aunque para el insigne crítico Harold Bloom, sea "una porquería". Él se lo pierde.

viernes, 19 de noviembre de 2010

La telebasurilla y yo

A esta hora la tele está monopolizada por Phineas y Pherb. Son unos dibujitos muy divertidos. La tele estará una hora y media encendida, más o menos. Luego volverá a encenderse hacia las 8 y media y estará monopolizada por Bob Esponja una media hora larga. A veces me siento a verlo, me encanta todo lo que ocurre en Fondo de Bikini. Y ya no veo nada más. Es muy raro que me siente a ver la tele porque me entra sueño y me gusta dormir mucho.

En vacaciones y los fines de semana sí veo películas, por la noche. A series no me suelo enganchar, más por pereza que otra cosa, y es una pena porque se están haciendo series muy buenas. Empecé con Mad Men, luego con The wire, pero no tengo remedio. Qué pereza.  Aunque siempre me digo que cuando tenga tiempo me las descargaré y las veré de un tirón.

Pero a veces tengo necesidad de telebasura. Ver telebasura es una inyección de anestesia en vena. No la veo en la tele. Entro directamente en las páginas web. Un chute rápido y efectivo.

Lo más digno que veo es Pekín Express. Este es el primer año que lo sigo y es enganchante. Alternativamente aprecias o detestas a cada pareja. Siempre corto el vídeo cuando están a punto de eliminar a alguien, por mí seguían todos.

Lo peor que veo es Gran Hermano. Ya digo, sólo resúmenes. Un programa entero soy incapaz, a no ser que lo vea con mis hermanas y entonces es partirse el pecho. Gran Hermano es catatonia pura. Un rato de catatonia viene muy bien para la mente: es una especie de peeling mental.

Pero lo que más me gusta, de todas todas es Mujeres ricas. Ay, es tronchante. Es el mejor programa de humor de la tele actual. Ver a Mar Segura flipando en colores no tiene precio. A mi me hace el efecto de veinte sesiones de risoterapia.

Ya digo, una vez al mes tiene consecuencias terapéuticas. Es como comerse de vez en cuando un buen paquete de papas fritas con sabor a ketchup. Y qué leche, Intereconomía sí que tiene peligro.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Tirititran

Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Así, con letras bien mayúsculas. Pero qué bien suena.

Yo de flamenco entiendo más bien poco. Lo típico y lo justo. No se diferenciar los palos. Tampoco se reconocer a cantaores, excepto los superconocidos. No se bailar, qué rabia. Ni cantar, qué rabia. Las palmas si las puedo tocar, estaríamos buenos.

Pero unas alegrías de Cádiz me sublevan el alma. Con una saeta desde un balcón me recorren escalofríos por el espinazo. Una buena Zambomba de Jerez  quita todas las penas. Y con Paco de Lucía, con Camarón, con Lole y Manuel, pierdo el sentío.

martes, 16 de noviembre de 2010

Gente con cero empatía

Alucino con gente de mi trabajo, un trabajo en el que tener dosis de empatía proporciona resultados extraordinarios. Pues no, hay gente en mi trabajo con empatía a nivel cero. Cualidades como la sensibilidad extrema les traen al pairo (la sensibilidad extrema la considero una cualidad, que puede resultar a veces dolorosa, pero mejor ser sensible a ser de cartón piedra). Qué gente, de verdad. Y luego, qué trabajito cuesta ir simpáticamente por la vida. Esas caras agrias desde la mañana temprano... Qué gente.

La gente con empatía que conozco es más feliz.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Intimo BDSM

En esta preciosa entrada , mi querida Maiko me ha hecho reflexionar, a mejor. Como hace mucha gente de la BDSM-blogosfera, estoy siguiendo una serie de escritos que hablan de maltrato y escritos que lo niegan. Lo leo porque está ahí, si está ahí puesto, a la vista,  es para que todo quisqui hurgue y lea y se entrometa leyendo. Mi opinión me la reservo, más que nada porque me resulta absurdo exponer opiniones sobre circunstancias que sólo aprehendo al leerlas.Y además en la red. En blogs. Otro gallo cantaría si conociera realmente a las personas. Realmente. Pero como ni las conozco ni las conoceré y sólo se lo que leo, opinar me parece un absurdo.

Pero reflexionar, si que lo hago y al principio pensaba que vaya mierda adonde estamos llegando a parar. (Pero seguía leyendo, para ver si llegaba a puerto por fin).

Al final, buf,  entro tras varios días sin entrar en el espacio de Maiko y Libélula y leo la preciosa entrada que ya dije. Ah, por fin, gente a la que conozco, tengo los pies en la tierra.

Pienso, tras leer a Maiko, concluyo, que qué bien estar retiradita de la vida social-internáutica del BDSM. Es un pensamiento seguramente mezquino y presuntuoso. Delata mi soberbia y chulería. Pero es lo que hay. Mi fobia social se incrementa cuando descubro esos tumultos. Y pienso, en mi santuario, que tumultos así son extraordinariamente dañinos.( No para la gente, joder, yo qué se lo que piensa la gente). Dañinos para mi: soy tan ilusa, tan ingenua y pienso que la gente es buena de cojones. En fin.

El caso es que me doy besitos por llevar esta vida tan recondita, con mi E. de mi alma y pare usted de contar. Que el BDSM está pero el mundo sigue girando y hay muchas cosas bonitas para ver y contar.

Mrs Oates y Don Camilo

¡Qué magnífica novela, la de la señora Oates! La hija del sepulturero me ha durado más de lo que pensé, porque hubo días que no la leí y noches en que leía dos páginas y ya tenía que apagar la luz de sueño.

Una amiga me ha recomendado Blonde, como me fio mucho de su criterio literario, se que será una estupenda novela, pero me echa para atrás saber que es una historia muy real y muy desgraciada. Ya veremos.

Ahora tengo entre manos al inefable Don Camilo y al no menos inefable Pepón. Hace mucho pusieron en la sesión de tarde de los sábados el ciclo de Gino Cervi y Fernandel, maravillosas comedias que ya poca gente recuerda (pero si E.). Tenía muchas ganas de leer los cuentos de Giovanni Guareschi -en foto tiene una formidable pinta de buena gente y sobre todo, de honesto y coherente- . El libro lo he tomado en préstamo, estaba en una estantería olvidado, quién sabe cuándo iba a volver a leerse. Un libro olvidado y sin leer es casi un crimen cultural. Prometo devolverlo, dentro de un año, si Dios quiere.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La culpa, la culpa.

Desde el extinto Ministerio de Igualdad hasta la cosa rara que hay ahora, desde todas y cada una de las administraciones encargadas de los temas de igualdad de género están empeñados en echarnos más y más basura encima. A las mujeres. A las feministas. Tengo la teoría de que la mayor concentración de misóginos está en esas administraciones, tenemos al enemigo en casa.

Porque gran parte de lo que hacen esas administraciones y se publica (lo que leemos en prensa) es una grandiosa chorrada. A veces siento que el feminismo se encuentra bajo mínimos y que somos el hazmerreir. Levantar la polémica por una reforma en la prevalencia de apellidos es una de las mayores chorradas que me he encontrado últimamente. Una reforma puramente formal, que sólo me parece crucial en los casos de maltrato. ¿De verdad seremos más iguales cambiándonos el apellido?

Mientras somos el hazmerreir, seguimos echándonos la culpa de todo. Somos madres, trabajadoras en casa y fuera de casa, qué voy a decir que no se sepa ya. En el reportaje de El País Semanal del domingo pasado sobre las grandes empresas españolas las mujeres se cuentan con los dedos de una mano. No hay mujeres en cargos de relevancia económica. Las que hay se dedican a tareas "femeninas" (temas sociales, educativos, de cooperación). La paridad en política es un instrumento indigno: cargos para las mujeres porque sí, no por sus méritos. Pura misoginia.

Yo dejé mi cargo directivo por simple y llana culpabilidad: me restaba tiempo de dedicación a los niños. ¿Qué puñetero hombre hace eso? Nosotras somos nuestras mayores enemigas. En vez de marear la perdiz con polémicas absurdas, en vez de lamentarnos de manera vacía, en vez de fomentar el absurdo al que se está reduciendo el feminismo, deberíamos hacernos un autolavado profundo del cerebro y extirparnos esas neuronas de la culpabilidad, dondequiera que estén.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Entre cómics

Todo empezó con Camelot 3000: lo encontré en una Feria del Libro de Ocasión. Es un número original, nada de reedición. Está algo desencuadernado y lo he leído un montón de veces: cómo cansarse del nuevo Camelot. Fue creo, mi primer cómic y fue el primer cómic del que hablamos E. y yo. Camelot 3000 siempre mágico.

No tengo muchos cómics, porque aunque siempre me gustaron nunca supe cómo conseguirlos. En mi pueblo es difícil porque no hay tiendas especializadas y hasta que internet no llegó a my life, mi salud comiquera estaba bajo mínimos.

No me gusta bajármelos: leí on-line La broma asesina y la verdad es que la disfruté a medias. No hay nada como tener el volumen entre manos e ir desmenuzando la historia poco a poco. Compro todo lo que puedo, pero es bastante poco y tengo muchas lagunas. Me gustaría ser una superfriki del cómic, pero bueno poco a poco ya iré tomando posiciones.

Resulta que E. se ha comprado la edición nueva de La muerte de Superman. Es un tomaco asi de grande. Me encanta. Lo quiero. Lo quiero pero ya. Será mi próxima adquisición. Superman nunca fue mi superhéroe favorito -si para E., pero yo prefiero a Batman- pero ahora que E. me cuenta cosas, me está entusiasmando. Y tengo ganas de verle sufrir un poquito, a Superman ¿Tendrá su lado oscuro? Eso me emociona.

Y claro, también tengo pendiente a The Sandman, pero eso es ya harina de otro costal.

martes, 2 de noviembre de 2010

Cambiar (y no morir en el intento)

Mi madre hoy me dijo: "uy, te has cambiado de look" y también "qué mona" y eso es porque llevaba una chaqueta nueva. El cambio sólo era una chaqueta gris y ceñida que me compré el sábado. El resto de la ropa era una camiseta de rayas marineras, unos pitillos negros y las bailarinas, un conjuntito que me ha dado por repetir este otoño. Sólo la novedad de la chaqueta y ya era otra, tan mona.

A veces me dice alguien: "uy, tú has cambiado mucho". A veces alguna amiga a la que veo poco y se sorprende de que ya tenga menos mal humor o sea más alegre o menos radikal. Este verano mismo me lo dijeron. Lo que me alucina es que me lo digan con sorpresa. ¿Qué tiene de raro "cambiar mucho"? Yo creo que cambio cada día. Permanecer inalterable e inalterada debe ser aterrador.

 Por supuesto, no soy la misma de hace un año. Ni siquiera la misma de hace un mes, ni la misma de ayer. Cambios lentos e imperceptibles si estas comnigo día tras día. Cambios "sorprendentes" si me ves de vez en cuando.

La anécdota de la chaqueta es sólo ilustrativa: la ropa es el aderezo a actitudes vitales cambiantes. No tiene nada de malo: se trata de mejorar.