viernes, 26 de abril de 2013

Mientras duermo

Son las diez y media de la noche y me caigo de sueño. Mañana no madrugo pero da igual: como la mayoría de las noches, apagaré la luz pronto. A las once ya estoy dormida. Duermo unas siete horas porque invariablemente me despierto a las seis y ya me quedo en un duermevela hasta las siete menos cuarto. A las seis y media apago el despertador, antes de que suene. A las seis y cincuenta ya estoy levantada camino de la ducha y lamentándome por lo corta que se me hizo la noche.

Sigo despertándome sobresaltada al poco de caer dormida. No se cuánto tiempo pasa entre que apago la luz y empiezo a caer en el sueño hasta que me despierto llena de pavor: ¿cinco minutos? Suelo gemir y a veces grito. Luego me duermo profundamente. 

A veces, duermo intranquila y me despierto a lo largo de la noche. Por la mañana tengo la impresión de no haber pegado ojo, pero se que no es real. No recuerdo siempre lo que sueño. Mis sueños suelen ser muy bobos. Cuando estoy ovulando tengo sueños eróticos. Mis pesadillas suelen ser las mismas. Soy bastante convencional.

Tengo sueños que se repiten: busco a alguien en calles llenas de gente y bares; una plaza, una playa en las que nunca he estado; ascensores que no se detienen; casas llenas de habitaciones. Mientras duermo y sueño siento placer, angustia, soledad, alegría. Supongo que como todo el mundo.

Me gustan esas mañanas en las que no tengo que levantarme pronto y remoloneo en la cama dormida a medias. En esos raros momentos controlo -casi controlo- mis sueños y deseos, fantaseo, imagino, me recreo en imágenes que quizás he soñado esa noche o quizás he vivido antes. A veces hago planes, cada vez menos.

martes, 23 de abril de 2013

Rodeada de libros (y enciclopedias)


Una de las veces que más feliz he sido fue vendiendo libros en una Feria del Libro. O más bien enciclopedias. Me sentaba un buen rato por la mañana y otro buen rato por la tarde en el stand, rodeada de libros y era mi pequeño paraíso. No recuerdo si vendí, ni siquiera el dinero que gané. Recuerdo pasar horas tranquilas hojeando enciclopedias. Todo el saber estaba allí y aquello era una delicia. Enciclopedias de Historia Universal y de Historia de España, diccionarios enciclopédicos, enciclopedias de cine, de decoración, de cocina, atlas históricos y atlas geográficos, enciclopedias del motor, de las ciencias y de los inventos. Todo.

Aquella era una pequeña Feria del Libro en primavera. No se imaginen calles enteras, sino un pequeño puñado de puestos muy coquetos. No había escritores famosos firmando libros y sí muchas palomas atracándose de gusanitos y gente arriba y abajo que preguntaba, curioseaba, paseaba. Recuerdo que me ponía nerviosa uno de esos locos que abundan en mi pueblo, que aparecía invariablemente a media tarde y hojeaba libros con un cigarrillo entre los dedos. Tenía dedos sucios y el cigarrillo, invariablemente también, estaba en las últimas y derramaba ceniza. Me ponía muy nerviosa aquel loco que toqueteaba libros y no decía ni mu.

Pero la mayoría de mis recuerdos de esa semana son gratos. Hizo un tiempo espléndido y sólo llovió una mañana, una lluvia muy suave que desapareció pronto y dejó un aroma limpio.  Estrené una chaqueta que me hizo mi madre, de lino y a rayas; vestía de blanco y tierra y me sentía en paz. Recuerdo sentirme bien por primera vez en todo aquel año, tenía dieciocho y sentía el peso de mi fracaso y mi cobardía, era joven y me sentía muy triste. Hasta aquella primavera.

domingo, 21 de abril de 2013

Nuestra vida en un hilo

La vida en un hilo es una preciosa comedia del año 45 de Edgar Neville. A mi me recuerda un poco a las comedias del gran Lubitsch, con diálogos chispeantes y las casualidades como línea argumental. No es una comedia muy conocida, lamentablemente, pero en un escaso margen de tiempo he hablado un poco de ella con dos personas.

La primera es Sara, a la que conozco sólo de su blog y que me enamoró desde el primer momento. Yo se que los blogueros tenemos tendencia a identificarnos con unos y otras con sólo un par de entradas. Una lee algo que comparte y ya se cree la hermana del alma del bloguero en cuestión. Es cierto que Sara y yo tenemos cosas en común pero apuesto a que también muchas que nos diferencian lo cual no tiene ni la menor importancia. A la dos nos gusta mucho La vida en un hilo. Me hizo ilusión porque Sara me gusta como persona -lo que leo de ella,  las sensaciones que transmite- y siempre es agradable compartir gustos con alguien que te parece bueno.

La segunda persona con quien he hablado de La vida en un hilo es E., hace mucho tiempo, y creo que solo en una ocasión, pero no lo he olvidado. También E. y yo tenemos tendencia a encontrar casualidades y pasiones comunes, supongo que le ocurre a mucha gente que se quiere. Estuvimos, aquel día, hablando de esa película, no recuerdo a cuento de qué. Pensé que era un lazo más entre nosotros, el que a E. le gustara esa comedia ligera y fresca -tan antigua-. Yo soy así de tontuela.

Nuestra vida ha estado unida por un hilo en este tiempo. Yo pensaba que era un hilo frágil y tan convencida estaba que lo mantenía anudado a mi índice a base de sutilezas. Unas sutilezas tan complicadas que son para aburrir a cualquiera. Yo soy así de retorcida. Pero E. es más valiente y bueno que yo, así que le dio un tirón. Uno de esos tirones suyos que me enamoran. El hilo demostró que no era un hilo cualquiera, de material barato, sino que está hecho de buen acero. De ese resistente y forjado en tierras legendarias. De esas tierras llenas de historias que nos gustan a los dos y que yo pensaba que habíamos perdido.


sábado, 20 de abril de 2013

De lo que no escribo (y mis inseguridades creativas)

Supongo que saben que para mi escribir ensayo es una condena. Creo que el gentil equipo de CuadernosBDSM lo comprobó la última vez. Cuando les mandé mi articulito de "cine y BDSM" y me comparé con el resto de sesudos artículos de aquel estupendo número, comprobé lo inútil que soy. Aunque no lo parezca, yo tengo mis inseguridades literarias y hay charcos en los que no me suelo meter. Ensayos, disertaciones teóricas (no haré el chiste fácil de que prefiero la teoría a la práctica), les juro que lo intento. En este blog rondan varios borradores que pretenden sentar cátedra sobre temas peregrinos: sexo, sociedad, POLÍTICA (¿han visto cómo nunca escribo de política?). Borradores que duermen el sueño de los justos y alguna vez visito para flagelarme.

Yo suelo leer blogs de casi todo tipo (hasta de cocina) y si, me comparo con todos. Yo soy así. Una insegura de cojones.  Yo me comparo y hay blogs chulísimos de gente que escribe tela de bien y yo me comparo. Por ejemplo, esos maravillosos blogs de cocina -con fotos!!!- a los que acudo cuando ya me tiro de los pelos sin saber qué cocinar. Y esa gente cocina de forma creativa, todo lo que hacen parece que está chupado, pero sé que no y además les da tiempo a pararse y hacer fotos. Yo les idolatro.

O los blogs donde se disecciona el mundo y sus miserias. Cómo se maneja la peña con los temas de POLÍTICA. Yo leo mucha prensa y estoy más o menos al día, se de qué va todo el rollo pero soy incapaz de manejar frases y componer textos coherentes y que sean tomados en serio. Cuánto me gustaría ser una buena analista POLÍTICA!!! (Se dónde radica mi incapacidad para dicho análisis: en el coñazo de mi empatía y en mi jodido idealismo naif).

No tengo capacidad para crear ficción. Ni siquiera ficción lírica. Hubo un tiempo en que era capaz pero ese lado del cerebro dotado para la creación y la poesía se me agostó. Menudo bluff. Un bluff adolescente que me hizo tener ilusiones, de esas de las que ya he hablado del Nobel y tal. Ganar concursos literarios de tercera siendo jovencita debería estar terminantemente prohibido.

Así que recurro a la realidad y hay días que la estiro como chicle, porque escribir aquí me apasiona. Yo veo en el contador de visitas que hay dos personas en este mismo instante leyéndome (sin contarme a mi) y me estrujo el cerebelo para crear una nueva entrada. Recurro a la realidad y la adorno un poquito por aquí y la exagero otro poco por allá y, a veces, dudo al dar al click de publicar. ¿Lo publico o caeré muy bajo con esta chorrada? me digo. Siempre (casi siempre ) publico y se lo confieso, sueño con que me lean y no sean muy severos con estas cosas mías. Es que aunque no lo parezca soy insegura. Muy insegura.


viernes, 19 de abril de 2013

Resurrección. Insurrección

No se si alguna vez he escrito sobre mi hipersensibilidad. De mi empatía (el coñazo de mi empatía) ya he disertado lo suficiente. Que soy una hipersensible no se si llegué a comentarlo.

Yo siempre he sido de las que se ruborizan con cualquier tontería. Es muy INJUSTO. Ponerse colorada es una broma fisiológica que te impide mentir. El rubor delata y yo me ruborizo con una facilidad pasmosa. Un rollo patatero. Más aún cuando siempre hay algún listo que exclama: Mar, te has puesto colorá!!! Si. Obviamente siempre lo noto. Ya digo que soy hipersensible.

En primavera sufro alternativamente de astenia e hiperactividad. El aroma del naranjo me estimula y me llena de creatividad. El imprevisto calor me agota y aturde. Paso los días alternando subidón/bajón y eso es otro auténtico coñazo.

En primavera pueden resucitar emociones. Mi hipersensiblidad se agita de placer, emociones por un tubo que me avisan: hey, chiquilla, sigues viva tras el  largo invierno!!! Mi espíritu se vuelve insurrecto. Ganas de comerme el mundo y ganas de morirme de amor. Ganas de tumbarme al sol pensando en tonterías, ganas de soñar despierta. Una ñoña de cuidado.

Abril está dando un respiro tras tanta bendita lluvia. Los naranjos me resucitan cada mañana. El solar de los gatos luce espléndidas y salvajes margaritas. No sé aún qué va a ocurrir.

jueves, 11 de abril de 2013

Veinte años después

P2 sigue siendo un pedante, como hace veinte años. También sigue estando muy bueno. Ahora debe tener cuarenta y ocho años por lo menos pero caramba, qué buenorro sigue el cabrón.  Estuvimos de charla casi una hora y me di el gusto de dar la conversación por terminada así en plan elegante y discreto. Unos cuantos "bueno, pues ya hablamos en breve" y cosas así. Tenía ganas de acabar aquel blablabla porque:

a) me cansan las conversaciones largas en las que YO soy la que lleva el hilo y casi decide el tema.

b) me estaba descojonando por dentro y en cualquier momento P2 se iba a dar cuenta de que me descojonaba (a veces  me temblaba la sonrisa, joder, muy mal mi autocontrol)

c) me estaba poniendo nerviosa porque estaba a punto de llegar mi compañera C. y sabía que si entraba en el despacho me iba a notar descojonciada por dentro y yo me iba a ennerviar aún más.

d) P2 estaba cada vez más repatingado en el sillón como si tuviera la intención de pasarse allí la mañana entera y yo, por muy cachonda que me ponga, soy super-responsable y ya me estaban llevando los demonios de pensar en todo el trabajo que quería adelantar (y encima una conversación cada vez más insulsa y sinsentido que YO sacaba adelante).

La conversación tenía una trama subterránea. Hablábamos de trabajo pero yo por dentro le iba diciendo "cabronazo, qué polvo te dejaba que me echaras" y también le decía "gilipollas, menudas tonterías largas por esa boquita besable que tienes". Yo creo que él estaba igual de sorprendido que yo por nuestro encuentro fortuito y probablemente se fue relajando mientras pasaba aquella hora. Él se empeñaba en mantener la conversación -de trabajo, nunca íntima- en modo INTENSO y yo me empeñaba en aparentar espontaneidad. Cada vez que soltaba una reflexión de esas suyas profundas (que yo ya ni recordaba cómo lo hacía) yo le contaba alguna cosa NORMAL  y ABURRIDA.

C. llegó justo cuando nos levantábamos y pude presentárselo como "Fulanito que viene a esto y a lo otro". Luego quedé como una reina acompañándolo a la salida y por supuesto, cuando se fue, salí corriendo a mirarme en el espejo. Si, soy gilipollas yo también: me quedé feliz comprobando que menudo acierto el mío de esta mañana, ponerme esos vaqueros que me hacen culo respingón.

miércoles, 10 de abril de 2013

"El verdadero amor nunca es culpable"

Hace muchos veranos leí por primera vez La vieja sirena. Me tumbaba en la cama y, si hacía mucho calor, lo hacía directamente sobre el suelo y leía sin parar en busca de consuelo. Jamás he vuelto a leer de aquella manera: probablemente fue una conjunción de juventud, pasión, descubrimiento.

Quizás suene pueril, pero Jose Luis Sampedro me salvó aquel verano desesperado. Ni culpa, ni traición, ni infidelidad... el verdadero amor nunca es culpable.

Gracias, estés donde estés, caballero de la sonrisa etrusca.

martes, 2 de abril de 2013

Manteniendo en forma el frikismo

Ayer, el primer capítulo de la tercera temporada de Juego de Tronos. Es casi la única serie a la que soy fiel.

En la tele pillo a veces The big bang theory. Y he descubierto -tarde, lo se- Modern Family y me entusiasma. Pensaba que era una sitcom del montón y resulta que está llena de perdedores y frikis que se quieren y se cuidan. Supongo que los entendidos conocerán series más repletas de perdedores y frikis y superoscuras pero yo estoy entusiasmada con éstas que digo.

Y con Hora de aventuras, por Dios, la mejor serie de dibujos animados del mundo mundial. Yo amo a Jake, a Finn y a la Princesa del Espacio Bultos. Estaría viendo Hora de aventuras horas sin parar. Hasta capítulos repetidos.

Pero ahora es el turno de Juego de Tronos, tercera temporada, en la que se supone deberá correr la sangre y ocurrirán cosas muy tremendas. Tyrion luce ya su cicatriz (pero no le han cercenado la nariz, para que no pierda guapura). Ya han salido los Inmaculados y los chungos habitantes de Astapor, con esa arpía en lo alto. Ya ha salido Mance (que no me convence) y Tormund Matagigantes (que si me convence) y un momentín también, Qyburn, ese tipo retorcido. Parece que no habrá Vargo Hoat (pena) pero si Ramsay. Oh,  los malos de Juego de Tronos qué gusto dan. Y Geoffrey, no lo olvidemos, el querido Geof-cof, cof-frey.

Hoy, todo el día con Las lluvias de Castamere en la cabeza.

 

lunes, 1 de abril de 2013

The greatest thing

Estaba viendo Moulin Rouge.

Me gustan los musicales. Me gustan esos musicales estrafalarios y abigarrados. Ya está tardando Baz Luhrmann.

Me gusta John Leguizamo haciendo de Toulouse-Lautrec que probablemente no fue así, pero me gusta imaginármelo como un enano loco y sensible.

No me gusta Nicole Kidman, pero si Ewan -sonrisa espléndida- McGregor.

Me gusta la versión de Roxanne. También la de Like a virgin. Y lógicamente, Your song.

Me gustan esas películas que mezclan épocas de manera absurda, los anacronismos y el pasarte por el forro las verdades históricas por amor al arte.

Robo esa frase que se repite constantemente en la película:

The greatest thing you'll even learn
is just to love
and be loved in return.