lunes, 30 de agosto de 2010

Mis amigas y el mar


Otra vez ocho. Dos coches, cuatro en cada uno. Cuatro habitaciones en un hotel con vistas al Mediterráneo. Platos para compartir.

No nos vemos con frecuencia. Coincidir todas, solas, sin niños, con tiempo para reir, es dificil, pero una vez más lo hemos logrado. Bailamos y trasnochamos, comimos hasta reventar, nos hicimos mil fotos, hicimos el payaso en el agua, recordamos viejos tiempos, nos confortamos mutuamente.

miércoles, 18 de agosto de 2010

La única canción de Sabina que me gusta

Ya digo que quemé a Sabina antes de cumplir los treinta. El disco de Juez y Parte lo puse chorromil veces y Calle melancolía..., Calle melancolía dejó de tener sentido de tanto cantarla, cada día, bien para flotar en el embeleso del amor, bien para mortificarme en la hiel de la pérdida. Princesa la detesto directamente, porque me recuerda a gente despreciable; Cuando era más joven ya no me dice nada -y antes cada uno de sus versos era una historia llena de significado-.

La única canción de Sabina que me gusta escuchar de vez en cuando -porque no querría quemarla- es Nos sobran los motivos.

Me gusta porque el primer día que la escuché iba sentada en el autobús urbano, camino del trabajo. En esa época yo vivía bastante lejos y tenía que caminar un buen trecho hasta la parada, hacer un trayecto de veinte minutos y luego, subir un pedazo de cuesta hasta mi trabajo. Me levantaba aún de noche y cuando me sentaba en el autobús, las calles apenas estaban amanecidas. Aquel día la mañana estaba gris, el locutor dio paso al tema, apenas entendí la letra pero por algún motivo, mi grisácea realidad se desvaneció.

En aquellos años grises y sin sustancia -cosa que detesto reconocer- yo nunca escuchaba música. Absolutamente nada. Era una especie de disciplina. Si había que ser gris, había que serlo con todas las consecuencias: nada de canciones estremecedoras, nada de emociones y lágrimas, nada de sentimientos a flor de piel.

Aquella mañana, escuchando en el autobús Nos sobran los motivos, algo se movió, algo gritó: Chiquilla, reacciona, despierta, tía, espabila, hostia ya. Como soy de respuestas lentas, tardé aún algún tiempo en sacudirme el polvo viejo y rancio, pero empecé, aquel día, con aquella canción. Su letra es triste pero no importa, su letra no me dice nada, fue el contexto, el momento, el lugar adecuado, yo sola y con nuevas ganas de vivir.

martes, 17 de agosto de 2010

Lluvia de verano

De madrugada se puso a llover, como antes. Tormenta de verano. Por la ventana abierta entraba el olor del patio, tierra mojada.

La nostalgia incrustada en la piel.

jueves, 12 de agosto de 2010

Conciertos de verano

Un concierto en una plaza de toros si que es algo mágico. Entras por la puerta grande y ualaa, gente en las gradas, gente en la arena, y allá lejos el escenario; expectación, cerveza, ecos, los pies manchados de albero.

Mi primer espectáculo en plaza de toros fue el de Los payasos de la tele. Creo que incluso estaba Fofó. Cantaron el repertorio completo y hasta hubo una "aventura". Fue tan emocionante que durante mucho tiempo fantaseé con hacerme artista de circo y poder ir de gira con ellos. Muchos años después tuve mi racha de conciertos como Dios manda, como en casa no me dejaban volver tarde, ir a un concierto era una ocasión única para trasnochar un poco más de lo habitual.

En un concierto de Sabina di el segundo de beso de mi vida, a los dieciocho -que ya era bien tarde, joder-. En aquella época Pako era aún jipi -cuando se hizo radikal del todo sólo escuchaba de Kortatu para arriba-. Aquel beso lo provoqué yo, claro. Fue en Calle melancolía, le puse morritos. Las pechas de llorar que me he dado yo con la puñetera canción. (A Sabina ya no lo soporto y ahora, de él, sólo me gusta una canción, que no es Calle melancolía).

Tuve otra racha de ir a conciertos antes de cumplir los treinta. Fueron un par de veranos en que me juntaba con mis dos hermanas. Íbamos ver a grupos de rock local, fue una época de cierto boom musical en mi ciudad. Yo llevaba poco tiempo trabajando y me acababa de comprar un piso, ya me estaba entrando la urgencia de ser madre y a la vez sentía una ganas tremendas de hacer locuras. Mis hermanas se ponían las botas de ligar pero yo, maldita sea, era invisible. Inexplicable, mierda de crisis de los treinta: todo se conjuraba en aquella época para hacer de mi una señora respetable.

(En aquellos años tocaba An-tonio. Poca gente le recuerda y el disco póstumo que le sacaron es difícil de encontrar. Sus letras eran magníficas. Menos mal que Los Enemigos le dieron este homenaje)

martes, 10 de agosto de 2010

Yo tenía que escribir un post sobre toros

Una vez mi abuelo me llevó a ver el Bombero Torero, lo que en mi pueblo se llamaba "la charlotá". No recuerdo casi nada porque me aburrí de mala manera. Sólo recuerdo pasar mucha calor, zamparme unos bocadillos de algo con tomate frito y desear que aquello acabara. Qué rollazo. No entendía nada. Se que además del espectáculo cómico había una "parte seria" donde se toreaba una vaquilla. Pero no recuerdo apenas.

He visto corridas en la tele, estoy más o menos al día de lo que ocurre en el mundo de los toros y me he leído el Cossío -en edición de bolsillo-. O sea, que no soy una ecologista fanática, ni vegana, ni nada de eso... y por tanto puedo decir clarito que me repugnan los espectáculos taurinos.Todos. Todos.

Me leo todos los artículos de opinión sobre el tema y aún no he encontrado argumentos convincentes entre los defensores de la tauromaquia. Ni siquiera Vargas Llosa ni Savater -¡vaya tela los argumentos de Savater!-. No es un argumento defender la primacía de la belleza y el placer estético, anteponiéndolo al sufrimiento. Es bello ver una buena faena, no lo dudo. Pero ver morir a un animal es indigno. Disfrutar viendo morir a un animal es inmoral.

Los ganaderos son hipócritas al proclamarse defensores de la especie. Su argumento no es válido: actualmente, y bajo criterios mercantilistas, las ganaderías se encuentran en franca decadencia. Hay menos bravura, los toros ya no embisten... eso leo y eso denuncian los críticos. No los toreros, claro.

Hay otras actividades que provocan el sufrimiento animal de manera injusta, claro: granjas avícolas, cría de gansos, experimentación... Estar en contra de los espectáculos taurinos también implica estar en contra de esas prácticas. Pero es absurdo denunciar como práctica cruel el comer para vivir. Es estúpido. El ser humano es carnívoro y mata animales para comer. Pero matar para procurarse un rato de diversión es malvado e inmoral.

Las luchas de gladiadores eran espectáculos que reunían multitudes. Hombres que se mataban entre sí, hombres que luchaban contra leones, osos, leopardos, sangre y muerte que el público aplaudía... Un día entraron en decadencia y otro día más, dejaron de existir. Ojalá se repita algo parecido.

lunes, 9 de agosto de 2010

En el cine

Fuimos al cine a ver Toy Story 3 y llegamos temprano, apenas hicimos cola. Como quedaban cuarenta minutos por lo menos para que empezara, nos fuimos a por un helado y a las seis menos cuarto vimos que la cola ya era enorme. Así que nos pusimos muy contentos de ser tan previsores. Después los niños se compraron palomitas y gominolas. Y esta vez no me equivoqué con la entrada a la sala. Entré por la de los impares y no tuve que dar la vuelta cargada de combos infantiles.

El aire no estaba demasiado fuerte. Ya no quiero más aire acondicionado fuerte, después de la fiebre de julio. Me encanta esperar a que empiece la película, con la gente entrando poco a poco. Pero sobre todo, lo que me encantan son los trailers. Pusieron uno de perritos y gatitos. Y la nueva de Karate Kid, con el niño de Will Smith -lo que me gusta a mi el viejo Karate Kid, dar sera, pulir sera-.

No entiendo a los padres que van de chulitos y les bajan a sus niños Toy Story antes que nadie. Yo me conozco a alguno. No entiendo que no les lleven al cine. El niño llega, el pobrecillo, diciendo, ya he visto Toyestoriiiitres. Pero no hay color. Ver Toy Story en la tele de casa...

No hay gran cosa en el cine este verano -la de Cristopher Nolan será apabullante, pero me suena a ida de olla absoluta-, pero yo ayer flipé con Toy Story. Hay risas -Buzz Lightyear con la voz de El Cigala!!!!-, hay mal rollo -el bebé Grandullón mirando la luna en el columpio-, hay romance -Barbie y Ken, jajajaja- y lágrimas -Andy despidiéndose de Woody. A mi se me saltaron un poquillo las lágrimas y salí del cine algo moqueante.

E. se ríe porque es una peli de muñequitos parlantes y es algo que me suele dar grima. Y si, el Oso Lotso es supergrimoso. Pero estamos hablando de Toy Story!!! De Pixar!!!!.

sábado, 7 de agosto de 2010

La misantropía casa mal con el BDSM

Siempre leo que lo más para conocer gente del mundo BDSM es ir a un local. Claro. Lo típico de que es real y blabla, requetebla. Lo real versus lo virtual, como siempre. Qué voy yo a añadir a eso.

Pues si, porque me jode el tema de los locales porque ¿dónde tengo yo el local más cercano? ¿A 150? ¿A 200 kilómetros? En los pueblos de pocosmil habitantes locales no hay y pegarse el tute de 200 kilómetros para conocer gente, teniendo el mundo a tus pies a un click... no hay color. Otro gallo canta si vives en LA CAPITAL. Según qué capital, claro. Que hay capitales y capitales.

De todas formas no sé qué hago yo escribiendo esta chorrada porque mi mísantropía -acentuada por el verano y por la edad- me impide la interrelación bedesemera. Como siempre, voy de chula, de única y de guay. (Aunque en realidad envidio a la gente que va a los locales e interrelaciona divinamente y es capaz de hablar de todo y con todos. La envidio por su facilidad para sumergirse en cualquier ambiente. En realidad da igual el tipo de local que sea. Lo que envidio porque no poseo, es la facultad de ser sociable).

lunes, 2 de agosto de 2010

Buenos modales

Estuve viendo vídeos de La joya de la corona, que es una Operación Triunfo donde, en vez de a cantar, a los chavales les enseñan buenas maneras. Es curioso el experimento, todos los chavales son incultos y brutillos, lo que ves en cualquier barrio, buena gente pero sin idea de saber estar. No se yo cómo acabará la cosa, cuando termine el programa y los chavales regresen al barrio y a la pandilla, al mundo real, tras la ropa cara y las fiestas megaguays. Da un poco de mal rollo.

En cualquier caso se agradece que en la tele de consumo masivo pongan un programa donde, en vez de gritos y gente ordinaria, pongan recetas para remediarlo. Así, mientras se vegeta un rato, vas recordando buenos modales.

El protocolo general en BDSM es un campo estupendo para practicarlos. El trato de usted a cualquiera que se autodenomine Dominante es la mar de práctico. Sea un pobre pajillero o un Amo-divino-de-la-muerte, el protocolo crea unas distancias firmes y siempre sabes que tú no vas a meter la pata, que en cualquier caso será el otro -el patético otro-. Y si es un Caballero de verdad, el protocolo no tiene por qué impedir una conversación cordial. Se trata sólo de mantener el equilibrio entre la tiesura y la ordinariez.

Hay dos malos modos que detesto en las formas de comunicarnos en Internet.

Una, la actitud de aquellos dueños de blogs que no contestan a los comentarios. Hay que estar endiosado, la verdad. Ya es de agradecer que la gente lea el blog de uno, para que encima, tengan la amabilidad y el tiempo de dejar su comentario. No me vale la excusa de que no tengo tiempo. Tiempo para leer cómo les doran la píldora si que tienen. Hay que ser cretino/a.

Dos, que no se contesten los mails -ni los sms-. Es frustrante. Los mails se deben contestar. Es de buena educación. Es señal de respeto. No contestar a un mail indica que el tiempo que la otra persona ha invertido en escribirte te la suda. Es una desfachatez. Y la excusa otra vez de que no tengo tiempo, como que no. Un miserable recibí, un sencillito acuse de recibo puede bastar. Dos minutos del precioso tiempo.

Me encantan los manuales de buenos modales. Tengo uno del año de la polca, maravilloso. Hay un capítulo dedicado a la Comunicación de la persona con sus semejantes. Telégrafo, Correspondencia, Conversación, Teléfono. Maravilloso de verdad.