lunes, 29 de marzo de 2010

La pelirroja de Wisconsin


Denise fue una muchacha de Wisconsin que vino a casa una Semana Santa. Yo tenía unos once o doce años y ella debía rondar los diecisiete. A mi me parecía mayor. Participaba en uno de esos programas de intercambio de extranjeros, y en casa nos apuntamos para que yo practicara inglés. Fue una de las vacaciones de Semana Santa más emocionantes de mi vida.

Llegó el Martes Santo. Regordeta, de rizos pelirrojos, mofletudita y sonrosada, una genuina chicarrona del campo. Nos enseñó fotos de su familia y de su granja de Wisconsin. El granero era tan grande como la casa y sus padres y hermanos grandes y hermosos, genuinos yanquis del Medio Oeste. No hablaba ni papa de español, era simpatiquísima, toda sonrisas. Me hice su amiga de inmediato y no me despegaba de ella en ningún momento.

Ese martes la llevamos a ver al Medinaceli. Flipó. El Medinaceli es el paso de Semana Santa que más gente congrega. Flipó. El miércoles mi madre puso para almorzar puchero con su pringá. Flipó. El Jueves y el Viernes Santo fuimos con mis abuelos y titos a la playa, a pescar, a corretear y a pegarnos el hartón de comer. Flipó todavía más.

Qué bien se lo pasó mi Denise en las playas enormes y blancas de mi tierra. En su honor, el tiempo fue espléndido. Mis titos y el abuelo lograron buena pesca, yo me lo pasé pipa tirándome de las dunas con mi hermana y el tomate con bacalao de mi abuela estaba de escándalo. Tengo una foto, con mi tita, mi madre, mi hermana, todas en bikini, y Denise, que no se llevó ropa de baño, sale en vaqueros arremangados. Yo creo que pensó que eramos una familia de descocados.

El Domingo de Pascua nos pidió ir a misa y la llevamos a la iglesia principal de mi ciudad. Se puso un vestidito de flores, pasado de moda y un poquito deshilachado en los bajos. Me provocó mucha ternura.

Pasó una semana con nosotros y lloré mucho cuando se fue. Sólo tengo una foto de ella, pero tenía un rostro tan pecoso y mofletudito que no necesito mirar la foto para recordarla con precisión. No logró aprender mucho español esos días que pasó, pero divertirse, vaya si lo hizo. Durante un tiempo fantaseé con la idea de devolverle yo la visita y conocer su granja de Wisconsisn, pero pasó el tiempo y lo fuimos olvidando.

domingo, 28 de marzo de 2010

Domingo de Ramos, el que no estrena ná se le caen las manos


Es cosa sabida y por eso de pequeñas mi madre siempre nos ponía de estreno en Domingo de Ramos. Repipis a morir. Nos colocaba a mi hermana mediana y a mi el mismo conjunto, para estrenar, casi el primer vestidito de la primavera. Y en lo alto de la cocorota, una moña, haciendo juego con el color del vestido. Como mi madre es costurera, nos hacia modelitos de rabiosa actualidad infantil, con telas baratas de los grandes almacenes, pero que la gente decía que parecían comprado hecho.

A mi me daba rabia la moña en lo alto de la cocorota y nunca me gustaron los zapatitos con calcetines. Pero, sobre todo, me daba rabia que a mi hermana la vistieran igual que a mi. En plan hermanas modelo. Pero cuando me sentaban en cualquier terraza de bar, con mi Mirinda por delante, ya se me pasaba el coraje.

Mi hermana vistió igual que yo mucho tiempo, hasta que su arrolladora personalidad comenzó a despuntar. La pequeña, que me lleva muchos años, siempre fue a su bola. Las dos son originales y creativas. Yo soy, en comparacion, más sosilla, me gusta la ropa sencilla, y, menos mal, a E. también. A mi me ponen unos vaqueros, una camiseta blanca y mis tenis y ya estoy feliz.

viernes, 26 de marzo de 2010

Pero, ¿hay D/s aquí?

Este no es un blog de BDSM, ni es un blog para escribir sobre una relación D/s, ni -por supuesto- es un blog donde teorizar sobre BDSM. Ya he escrito un par de veces sobre las intenciones de este blog, asi que no vamos a ponernos pesaditas. Por eso, no es un blog de tema exclusivo -miento, si tiene tema exclusivo= Yo, pero si se adoba con aventurillas, a mi me resulta muy higiénico, que de eso se trata-.

Pero miento de nuevo. Además de mi, el blog tiene un segundo tema exclusivo que es E., y aunque a veces no le nombro de forma directa, Él sabe que aparece de una u otra forma. Siempre. Porque E. me tiene sorbida la sesera, claro (pero sin ñoñerias). Por tanto, el subtema principal del blog es mi relación con E., y ahi quería yo llegar. Porque si somos Amo y kajira, sólo en unas poquitas entradas hablo de ello... lo cual podria implicar que nuestra relación -¿lo escribo? ¿no lo escribo? ¡lo escribo!-se está avainillando.

Y claro, esas son las cosas que se plantearía un mediocre. Los mediocres no salen de los términos comunes: eres vainilla o no lo eres, eso diría un mediocre. Pero esa palabra, aquí, queda prohibida, igual que quedan prohibidas todas las definiciones categóricas y cerradas.

Nuestra relación no es D/s, nuestra relación no es vainilla. Nuestra relación es TODO. La estamos montando de la forma que nos apetece, de la forma que nos antoja. O mejor dicho, de la forma que le apetece, sobre todo, a Él. Por tanto, sí hay D/s, porque Él lleva las riendas, como siempre las ha llevado y el día que yo preparo boquerones y Él me habla del Barça, hay D/s, igual que la hay el día que nos decimos mimitos. Vaya, un día le dije hasta tontorrón. Qué descoque.

Él lleva las riendas y marca el ritmo. Se hacen sus deseos. Yo quiero cumplir sus deseos.

Y, aunque es un tópico, lo voy a escribir, vaya que sí, que para eso es mi blog: me hace feliz cumplir sus deseos.

jueves, 25 de marzo de 2010

Sobre bodas y sobre mi angustia social

Ayer salí un rato con la gente del trabajo. Lo justito para tomarme un gin-tónic con parsimonia -y me sobró tiempo-. Cuando hago vida social (en compañía de personas que no son mis íntimas-amigas-de-toda-la-vida) yo soy bastante nefasta. Me suelen pasar dos cosas, patéticas a muerte:

Una: en grupo, no digo ni pío. La gente cuenta sus cosas, blablabla, anécdota tras otra pero yo, leche, no sé cuándo meter baza. Es muy patético, ya digo, porque además, yo, que poseo sinfin de anécdotas para contar, cuando hago vida social me quedo en blanco. (Aunque reconozco que el gin-tónic ayuda, sobre todo el segundo).

Dos: cuando el grupo se va disolviendo y yo me quedo medio a solas con algun/na compañero/a del trabajo, mi brillo social se desvanece instantáneo. Me quedo más en blanco que antes. Si antes no decía ni pío, ahora no digo ni mu. Por eso, cuando en un grupo, la gente empieza a irse -a hacer pipí, a contestar un sms, a pedir otra copa, a saludar a uno que ha visto- yo me busco desesperadamente una excusa, para pirarme también. O directamente, me piro.

Ya digo que suelo ser del tipo antisocial (por eso, jamás iría a una quedada BDSM, y a un local BDSM menos, ni loca, que me muero de la angustia. Bueno, si E. me llevara y me permitiera pasar ultradesapercibida, me lo pensaría, nada más que por colimbrear).

Pero a lo que iba, ayer no fue el gin-tónic, es que mis compañeras son estupendas, y me sentí la mar de bien. R. se casa con I., esa fue la gran noticia y estuvimos fantaseando un buen rato y hablamos de bodas y bodorrios. Me encantan las bodas (hay barra libre y música). La mejor boda que recuerdo fue la de mi amiga ES, que acabamos en un karaoke. A mi me ponen el micro por delante y La chica ye-yé y ¿quién dijo que esa chica era tímida?Pero esa boda no cuenta porque en ella estaban todas mis-amigas-íntimas-de-toda-la-vida.

Lo cierto es que a media tarde estuve a punto de decidir no salir. Por si llegaba y me quedaba arrinconaíta en un rincón. Y siempre me pregunto si esa angustia de no encajar en sociedad le pasará todo el mundo o sólo a unos elegidos, como yo. Esas veces en que todos hablan, blablabla, menos una, ay, por Dios bendito, que parece que todo el mundo la mira a una y piensa, la pobre, qué solita está. Yo creo que le pasa a más gente, pero que nadie quiere reconocerlo.

Por eso a veces pienso -una frivolidad como un castillo, pero es lo que hay- que me gustaría casarme de blanco y tener un megabodorrio nada más que por ser el centro de atención, que todos quieran darme charla y no me quede solita en un rincón.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Ventajas de caminar

No tener carnet de conducir tiene sus inconvenientes, me lo dicen a veces. La lista de inconvenientes, por sabida, no la pondré por escrito. Aburre mucho. Está muy visto.

Una vez me agencié un, cómo se llama, un manual de esos para aprender a conducir. Un tostón. También un número insano de tests. Paso de autoescuelas para la teórica, decía yo, tochula. Me puse a estudiar un verano bastante repugnante de calor. Para hacer los tests aplicaba un método deductivo que pensaba era infalible. Normalmente acertaba dos o tres respuestas. Increíble. Yo, la empollona del lugar, acertando sólo dos o tres ítems. En agosto ya estaba hastiada y me quité ese peso de encima.

Me se todas las líneas y horarios de autobús urbano, pero lo pillo pocas veces. Para ir al trabajo salgo media hora antes y llego toda espitosa y más contenta que unas pascuas. Caminar le viene muy bien a mi ciática -mi ciática, joder, estoy tomando pastillas, como las viejas-. Caminar le viene muy bien a mi culo, que ahí sigue el tío, sin caerse. Caminando me miro en los escaparates, huelo los naranjos en flor, me fijo en la gente, veo el lento transcurrir de la estación, pienso mucho.

Ayer, de vuelta del trabajo, me tuve que dar prisa, porque E. quería que me la diera. Caminando juego con E. pero a veces el viento molesta. Hay lugares por donde camino que ya forman parte del paisaje íntimo de nosotros dos. Hay lugares donde me paro a conversar, lugares donde quedaron frases importantes. Hitos en nuestra historia.

domingo, 21 de marzo de 2010

Qué piensas

Él me pregunta Qué piensas y yo enmudezco. O sigo muda porque cuando Él habla no le interrumpo. Es fácil escuchar a E. porque utiliza las palabras con precisión, tiene el rigor y la disciplina de un cirujano. Es hábil, rápido y -lo he dicho muchas veces- Su voz está llena de matices. Cuando habla suele ser vehemente, mueve los brazos, agita la cabeza y Sus ojos, a veces, son acero.

Me quedo muda aunque mientras habla noto cómo hurga en mi cerebro. Su voz, Sus palabras son un bisturí que realiza cortes profundos en mi materia gris. Cortes que a veces sangran y otras veces sanan.

A Su frecuente pregunta, Qué piensas, me salen balbuceos en lugar de respuestas coherentes. O directamente enmudezco. Cualquier cosa que dijera, pienso, sería una banalidad. Así que alargo el silencio hasta que duele. Pero prefiero que duela a parecer banal.

Tengo respuestas a Su pregunta, lo se, porque las respuestas siempre son las más sencillas. Lo que ocurre es que tardo en darme cuenta. Las respuestas no deberían tener pretensiones. Él me pregunta qué pienso y yo no debería empeñarme en responder aquello que salve vidas y limpie los caminos. Sólo es una pregunta, tan sencilla.

viernes, 19 de marzo de 2010

Amigos que no he vuelto a ver

Es el título de un libro de relatos de Ignacio Vidal-Folch que leí hace tiempo. Fue su título triste lo que me llamó la atención y me movió a leerlo.

Los amigos que no se vuelven a ver porque pasa el tiempo y haces otras cosas. Porque te vas de la ciudad donde los disfrutaste. Porque dejas de llamarlos y ellos dejan de llamarte a ti. Y los compañeros, la gente que pasaba contigo horas, días, en la misma clase, en la misma habitación.

Ana C., mi compañera de aquel trabajo eventual del verano. De ojos rasgados verdes. Íbamos juntas a desayunar o a merendar, según nos tocara el turno. Siempre nos comíamos un sándwich mixto. Compartimos muchos secretos y risas.

Aquella niña del COU que hice en Sevilla. Rubita y sosa. Era nueva igual que yo y nos hicimos amigas por soledad. Paseábamos por el recreo y nos quejábamos de lo difícil que era aprobar Física.

L. , que fue compañera de piso en Cádiz y era pelirroja y locuela. Le gustaba el Carnaval con locura.

F., que pasaba las horas acodado en la barra del bar de la facultad, tan borrachín, tan canalla y cariñoso, alma de todas las juergas ... aún recordamos aquel cumpleaños suyo en un Cádiz fantasma.

J., inseparable de mi amiga Ana, casi tan surrealista como ella, lleno de secretos. Se alejó conscientemente de todos y me contaron cosas no muy buenas de él. Pero si le vuelvo a ver será bonito.

La gente que ya no recuerdo, la gente que pasó tiempo conmigo y ya apenas se escribir una línea de ellos. Ni su rostro, ni su voz. El tiempo que compartimos fue grato, eso es lo que cuenta.

miércoles, 17 de marzo de 2010

El rey del meu cor

El tango de Roxanne ha vuelto a quedar relegado al final. Un auténtico decretazo.

A Bambino, por siempre, en nuestro corazón ... pasó al segundo puesto. Es que son de San Roque, lugar donde reside la de Gibraltar.

Ocupa el primer, preponderante lugar La reina del meu cor, para Él, que es Rey y Soberano en este mi corazón. Qué dulce le suena la lengua catalana a esta gaditana irreductible.

Veneno en la piel

Ya he escrito que mi madre es la mejor filósofa que conozco. Es una filósofa de andar por casa, que son las mejores, aplica a la vida práctica todas las críticas de razón pura e impura que se va encontrando. Lee cuando el dolor de cabeza se lo permite y -me echo a temblar- me pregunta cosas filósóficas y trascendentales a las que yo no hago mucho caso. Es que yo me peleo mucho con ella, peleas de mentirijillas, a ella le encanta hacerme de rabiar y verme sulfurada, cada vez que estoy con ella me prometo no sulfurarme pero no se cómo puñetas se las arregla, que a la mínima me saca de mis casillas.

Ella suele decir que nunca lloraría por un hombre que no la amara. Que yo sepa nunca ha pasado por un trance similar, pero aún así, la creo. Mi madre tiene un concepto de si misma muy alto y mis hermanas y yo misma lo hemos heredado. Tenemos un corazón cálido que no se frena a la hora de enamorarse pero ... ay del que nos rechaza cretinamente. Va del tirón al cubo de los desperdicios. Ninguna de las tres nos hemos comportado nunca de manera plañidera.

Hablo de rechazantes cretinos, de esos que se portan mal. Esos y esas, que también las hay cretinas. Su facultad es dejar posos de veneno tras su marcha. Pero el veneno es lo que tiene. Si una es espabilada, se pega un corte limpio a navaja y con los labios así, bien turgentes, se da un buen chupetón. Luego no queda más que escupirlo, el veneno. No hay que alimentarse de lo que le destruye a una/uno.

Escribo ésto porque da coraje saber de historias ajenas de abandonos e impotencia. Claro que es fácil escribir que a base de llorar al que malamente nos amó, el tiempo corre que da gloria. También es fácil ponerse chula y alardear de que ningún hombre que no me ame me hará llorar. Pero bueno, es lo que hay, yo tengo la sangre chula de la madre que me parió y me permito escribir sobre ello. Con poca humildad, si. Porque autocompadecerse, regodearse en el veneno que queda en la piel, es una triste pérdida de tiempo, días que no se vivirán por gente que no son nada.

domingo, 14 de marzo de 2010

Seis de la madrugada

Estoy sentada en el mismo lugar de ayer noche, sobre la mesa aún queda un papelito pequeño que arranqué, arrugué, arañé, está casi hecho trizas. Me siento en la misma silla de anoche que me balanceó y me sirvió de diván de odalisca.

Él me cuida y hace trizas cada cimiento, Él me ha ceñido el mejor collar, el que siempre deseé. No escribiré aquí sobre tópicos del collar ni tópicos de la sumisión. Anoche los tópicos no servían para nada, qué importante y necesario es abalanzase sobre los tópicos y machacarlos.

Yo hablo mucho y presumo mucho, yo teorizo muchísimo y me las doy de genial, soy una sabihonda y me las doy de experimentada... Las teorías se hacen añicos sin piedad cuando te estampas cara a cara con la realidad. Fuera tópicos y hacia delante.

Esta madrugada, a las seis de la mañana, Él me acunó entre sus brazos y me dijo las cosas bonitas que tan dulces suenan en su boca. A la mierda las verdades irrenunciables y a la mierda mi genialidad. Soy Suya, llevo el collar {EJR} que es bendito y sagrado y soy dura como una roca. Por Él y para Él.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Cuidarnos

Él me quiere cuidar, yo le quiero cuidar y nos peleamos por ver quien cuida más a quien. Es tanto el embrollo que a veces nos dolemos de no saber si cuidamos lo suficiente. ¿Te cuido lo suficiente? ¿Necesitas más? ¿Quieres más? ¿Estas satisfecha? ¿Estas satisfecho, feliz, te sientes bien?

Yo quiero crear para Él un espacio de paz y serenidad. Que cuando esté a Sus pies no haya quejas, jamás reproches, jamás lamentos.

Él quiere darme más, no sabe cuánto, no tiene límites, quiere cuidarme como nadie lo hizo.

Vamos a ciegas, sin leer manuales de la D/s, sin mirarnos en nadie, sin inspirarnos en nada, vamos a golpe de intuición y eso nos hace ser calmos y cotidianos.

Él me pregunta: ¿estas contenta? ¿eres feliz a mi lado?

Pero sólo tiene que mirarme la cara para saberlo.

lunes, 8 de marzo de 2010

Condescendeccia misógina

No hay cosa más terrible que un misógino condescendiente. Terriblemente patético, quiero decir. Y mediocre, porque ser misógico es algo facilón, no hay que currárselo mucho. Tengo dos anécdotas tontas, así en plan batallita.

Anécdota una: en verano, con veintipocos años, yo trabajaba de eventual, junto a más eventuales de veintipocos, en un lugar donde pagaban bien, porque hacíamos muchos turnos y horas extras. Un trabajo que me curtió bastante y en el que me divertí, a pesar de los madrugones. Los fijos de la empresa eran hombres cuarentones y aburridos. Trabajar allí en verano era divertido, pero trabajar todo el año... quemante. A lo que iba, los maduros trabajadores con puesto fijo se dedicaban, para matar el tiempo, a tontear con las eventuales y a mirarnos las tetas, el culo, todo lo mirable. A mi no me importaba, nunca me sentí acosada -faltaría más- pero siempre sentí una enorme verguenza ajena por ellos: pobres patéticos cuarentones, con sus chistes machistas y su estúpida forma de ligar. Si una eventual se salía del carro de chica frívola y locuela, sonreían con esa sonrisa torcida que tienen los misóginos, qué asquito dan.

Anécdota dos: una noche loca, por motivos que no vienen a cuento, yo me encontré rodeada por tres caballeros, maduros también, pero del tipo eminencia gris. No recuerdo la conversación eminente, yo estaba en medio escuchando el raudal de sabiduría y, con el punto borrachín que llevaba, metí baza. Yo tenía veinte años y por lo visto dije algo así como muuuy inteligente. Los eminentes aprobaron -con lascivia, todo hay que decirlo- y uno dijo, pero qué chica más lista. Aún me encorajino con esa patética anécdota número 2. Cómo que chica lista, joder. Misógino (eminente) de mierda.

No escribo más anécdotas, pero misóginos hay a patadas, principalmente en referencia a las que vamos de chica lista y además resultona. Y si entras en el mundo de Amos y sumisas, ahí ya muérete: yo me lo paso divinamente leyendo a esos Amos que van de cultos. Porque ir de culto sin elegancia y en plan sobrao es muy triste. Y si encima alardeas de ello para Dominar, es que queda tan misóginamente facilón, tan simple y vulgar.

En fin, dudo mucho que se extingan, su vida es solapada y reptante, son sabandijas del género (masculino y femenino, qué horror, las mujeres misóginas ya son el acabóse) y como sabandijas que son, se ocultan y salen a la luz de forma cobarde. Pero bueno, a mi me dan para contar anécdotas, que resulta mentalmente muy higiénico.

domingo, 7 de marzo de 2010

Color violeta


Los Días Internacionales supongo yo que tendrán su motivo, yo no soy dada a celebrarlos porque me suenan a que se acuerdan de uno ese día y el resto, como si no existieras. Por eso, la celebración del 8 de marzo me resulta de lo más boba. Que se celebre un Día para nosotras nos condena a señalarnos, como a decir, pobrecillas, las mujeres, démosle su Día Internacional, para que se quejen. Igual que me resulta odioso que haya cuotas para mujeres, puestos reservados a mujeres o un Ministerio de Igualdad, son una especie de caridad que a mi me parece denigrante.

Parte del discurso feminista está orientado a la queja -basta de opresión machista y contra el patriarcado-, a mi me resultan frases demasiado abstractas, son fácilmente manipulables y sirven en bandeja al menosprecio. Qué fácil resulta burlarse de frases así, en estos tiempos. Qué simpleza y a qué tipismo han/hemos quedado reducidas las mujeres feministas. La queja o la demagogia.

Y el sentimiento de culpa, ese que hemos mamado desde el nacimiento. La culpa por trabajar y no tener hijos, la culpa por tener hijos y no trabajar, la culpa por tener las dos cosas y no hacer ninguna bien. La culpa por ser femenina, la culpa por no serlo... Dar explicaciones, justificarse eternamente por el lugar que ocupamos.

Yo no tengo la receta, no tengo ni idea ni por supuesto escribo en plan dogmático sobre la liberación de las mujeres, pero si tengo claro el papel que mi condición de sumisa ocupa en todo ésto: no sentirme culpable por disfrutar de mi elección. Ser feminista y ser sumisa a la vez da una libertad tremenda, no hay pautas, no hay clichés: yo decido servir y obedecer a mi Hombre, es un acto femenino de suprema libertad.

jueves, 4 de marzo de 2010

Cómo hemos cambiado

Tengo una caja donde guardo recuerdos. Chapitas de la época radikal, facturas de restaurantes, entradas de conciertos, notitas en servilletas de papel. La reviso muy de vez en cuando y revisarlas es entrar en trance melancólico. Cuando voy a Cádiz me pasa lo mismo, en Cádiz me cambió tanto la vida que ir allí es hacer una catársis.

De hecho, tanta catársis sufrí -encontré a una parejita que era compañeros de Facultad y estuvimos rememorando los buenos viejos tiempos- que he buscado y encontrado a mi amiga A., le he enviado un correo y me ha contestado. Hace casi siete años que no se de ella. El correo que me ha escrito es curioso: es cariñoso pero muy contenido. Al leerlo he recordado que ella expresaba sus sentimientos de forma muy peculiar, podía ser extremadamente exaltada o bien tremendamente cauta en sus sentimientos.

Los recuerdos de mi cajita son mi biografía, mis amigos de Cádiz lo son también. Están lejos en el tiempo y pienso si lo que yo he cambiado afecta de alguna forma. El correo que envié a A. me salió así en plan, ole, aqui estoy yo, la alegría de la huerta. Y ella me contestó con muy poca desenvoltura. Pero no le echo ésto en cara, a lo que voy: entre E. y yo tenemos la minidiscusión de si Él me ha cambiado o no. No entraré en detalles -que ya Él lo sabe y estoy ya repetida- pero solo diré que yo antes era muchísimo menos locuaz.

La labor de E. me ha vuelto más espontánea, alegre y dicharachera. Para una mujer seria e introvertida como yo, soltarme de esa manera es, como diría yo ... un rayo de sol. Esa extroversión , que puede parecer poca cosa, para mi es primordial porque afecta a mi relación con el género humano. Vamos, que soy más buena y menos antipática. No es que yo haya sido Miss Antipatía, pero nunca me relajaba del todo.

Ahora mantengo mis reservas, claro, pero voy más flexible. Me refiero a mi trato. Ya digo, que yo haya buscado a mi amiga A. es un gran logro por mi parte. También mi percepción de otras mujeres va haciéndose más "civilizada". En muchos aspectos ya no son el enemigo a batir, me estoy volviéndo más buena que el pan. Y eso, además de a E., se lo debo, curiosamente, a dos mujeres a las que quiero mucho. Se sus nombres verdaderos, pero aquí sólo escribiré sus nicks: sondemar y maiKO{RJ}.

lunes, 1 de marzo de 2010

En Cádiz, apurando el Carnaval

Cada vez que mi amiga AB y yo vamos a Cádiz empezamos con la retahíla:

- Yo me compraba un piso aquí.
- Y yo.
- En Puerta Tierra mismo. Me da igual el sitio.
- Sí, el caso es vivir en Cádiz.
- Cerquita de la playa (aquí las dos suspiramos).
- Para pasar el verano y el Carnaval (más suspiros).

Fuimos, con nuestra amiga C., al Carnaval Chiquito porque somos unas hartibles y apuramos hasta el final. Hasta la penúltima, porque ya hablamos del año que viene si Dios quiere.

Entre la Plaza las Flores y el Palillero, con el bocadillo de tortilla y la cervecita, como debe ser, de una a otra chirigota. Los músculos de la cara me dolían de reír.

Luego, hacia las cinco, cayó una tromba de agua apoteósica y salimos corriendo calle Sacramento arriba. Nos pusimos pipando, pero ya tenemos historia para rato.

(Los niños del Karate, con el Biofrutas y su chandital del Cádiz, qué pechá de reir)