lunes, 31 de octubre de 2011

Contradicciones sobre ir en cueros

Yo no soy nada pudorosa y ponerme en cueros me sale natural. En mi casa, de pequeña, mi madre siempre se ha paseado en bolas en verano y siempre se ha entrado en el cuarto de baño sin llamar. En mi casa materna, la falta de pudor siempre ha estado bien vista, lo cual nos ha hecho, a mis hermanas y a mi, naturales y felices en nuestro cuerpo.

De adolescente si me daba verguenza quedarme tetas al aire ante mis amigas, pero era por falta de costumbre. En realidad tengo amigas para todos los gustos: algunas siempre se han cambiado de ropa en el baño, lo cual me parece ridículo ahora; otras se despelotaban sin problema delante mía, lo cual me parecía envidiable. Pero eso era antes.

Me gusta mirarme y remirarme en el espejo del baño. Hay días que me veo perfecta; hay días que me veo gorda y flaccida y vieja. Hay días que tengo la barriga hinchada. Otros pienso que me comería a besos. Algunas veces me he masturbado frente al espejo del baño y me he excitado con mi desnudez: masturbarse frente a un espejo es el perfecto ejercicio onanista. Te estudias el movimiento de los dedos, la vulva que brilla, la cara encendida. Te estudias las contracciones del cuerpo al correrte y cómo se te queda la cara. Mira, pero qué guapa y cuánto me quiero.

Lo que me resulta raro es verme desnuda en fotos. Aunque raro es un eufemismo -pero no sé qué palabra usar-. En una foto los defectos permanecen inalterables. Me veo desnuda frente al espejo y la redondez de un lado y el pellejo del otro pasan. Solo tienes que cambiar de postura. Te mueves frente al espejo y vas buscando tu lado bueno. Pero en las fotos el culo, la barriga, las tetas salen sin excusas. Hay que hacer muchas, muchas fotos para quedar satisfecha y nunca del todo porque piensas joder, ¿de verdad ese es mi culo y esas molllitas son mías, así me ven?

Me hice muchas fotos y sólo me quedé con tres.




martes, 25 de octubre de 2011

Reacción en cadena

¿Qué pasa si me corro en tu cara?

1. Cierro los ojos. Es un acto reflejo. No es que no te quiera mirar, Amor.

2. La boca abierta como una boba, no, yo intento mantener la dignidad aún en los momentos más obscenos. Cerrada, tampoco, queda feo. Entreabierta, en plan sugerente, en plan como... ah, me encanta que te corras en mi boca.

3. Nada de éxtasis. Que te corras en mi boca no es un acto trascendente porque no debería ser inusual. Al contrario, debe ser habitual y no producirme sorpresa o alucinaciones.

4. Nada de orgasmos mentales. Eso es leyenda urbana-bedesemera de baja estofa.

5. Me río. Por sana alegría. No pienses que me burle o que me entre la risa histérica, qué cutrez. Una buena eyaculación en el rostro es motivo de alegría y risa, todo en el sexo lo es.

6. Hay una probabilidad alta de que me preocupe por mi flequillo. Soy así de gilipollas y además tiendo a estar en varios sitios a la vez -mentalmente-. Suena fatal, lo sé, pero para qué vamos a mentir. Pienso en los efectos desastrosos que los líquidos -o semilíquidos- producen en mi flequillo ... y no me gusta estar fea en el sexo. (Solución: tener las planchas a mano).

7. Nada de frases maravillosas. El sexo y la alta literatura son contraproducentes. Mejor, nada de frases.

8. Sobre todo, nada de momentos cursi-sumisos, adoraciones y demás tontadas. Yo creo que las pavas que hacen esas cosas nunca han experimentado una buena corrida facial. Y la subliman.

9. Entonces, ¿no es un momento mágico, profundo, intenso, etc? Sí. Por eso me río.

y 10. Luego vienen posts como estos, que E. me provoca sin saber -¿o sí que lo sabe?- y que tanta falta me hacen para demostrarme que puedo seguir ágil y creativa.







jueves, 6 de octubre de 2011

Con D de dragones y despacho

Mi despacho compartido con C. fue al principio territorio hostil. No quería ir, porque le tenía miedo a lo nuevo. Nuevas tareas, gente que llama, cosas que decidir y mi mirada hosca frente al PC. ¿Y si no lo hago bien? ¿Y si meto la pata? ¿Y si no resulto ser lo que esperaban? Y lo malo no es meter la pata porque las cosas terminan arreglándose, lo malo es mi hosquedad. La de los lunes y los martes. A veces son días petardos y bordeo el pánico a equivocarme, pero eso no justifica ser una borde. Debo cambiar. Sonreir cuando vienen a interrumpirme, porque ningún papel es más importante que una conversación. 

Los dragones están en un momento surrealista. Aún no ha muerto nadie, pero se ve venir (hay personajes con todas las papeletas para palmarla pero ya). Lo bueno de leer en pantalla es que no puedo adelantar tramas. Ni se me ocurre leer la última página, eso que con un libro de papel ya hago por vicio. No tengo ni puñetera idea de qué va a ocurrir y es emocionante. Hay personajes nuevos, personajes que antes eran secundarios y ahora son jugosos protagonistas supermalos (los Bolton!!!) y un lío gordísimo entre los que vienen y se van. Me quedan unas doscientas y pico de páginas -pero no me angustia porque tengo más libros prometedores en espera. Es una deliciosa sensación.