jueves, 30 de abril de 2009

Leer, leer


Hoy me compré este libro,Las puertas de Anubis, y estoy la mar de contenta. Lo leí hace mucho tiempo, cuando me lo prestó mi amiga S. y esta mañana lo he encontrado en la Feria del Libro. Ya ocupa su puesto de salida en la mesita de noche, tras la novela de Henning Mankell -a la que le quedan las últimas boqueadas-.

Soy un poquito maniática en mis lecturas. A veces compro libros compulsivamente. Ahí están algunos, ojeados y mandados a la tumba de la biblioteca. Por tostón. Y es muy triste porque todos los libros deberían tener su oportunidad, pero yo soy implacable.

Odio hacer listas de lecturas preferidas (odio hacer listas de cosas preferidas, eso sí que es un tostón). Me gusta mirar los libros de mi biblioteca, la cantidad enorme que tengo, que orgullosa estoy- aunque también me tope con los no leídos y desterrados-. A veces, releyendo alguno me encuentro un billete de autobús, algún papelito tonto, en algunos, pétalos de rosa de mi adolescencia.

Si tuviera que hacer una lista, probablemente sería de los libros que marcaron etapas. Los que descubrieron posibilidades. Los que me llenaron el alma. Mi primer libro fue el cuento de un gatito color canela. Después, leí el cuento de Alicia en el País de las Maravillas. Todavía lo conservo, un librito pequeño -ahora lo estoy mirando- un poco deshojado.

Soy maniática al leer. Sienpre leo el final, o al menos, adelanto capítulos de forma tontamente compulsiva. Logro contenerme muy pocas veces. Y si un libro me ha gustado mucho, al acabarlo, siempre me sale un suspiro espontáneo. Ultima frase, suspiro, cierro.

miércoles, 29 de abril de 2009

Bang bang

Bang bang, he shot me down.
Bang bang, I hit the ground.

Ya no se cuántas veces he escrito que éste es un ejercicio de limpieza. Es agradable revolcarse aquí, autocompadecerse mientras se escuchan canciones tristes. Escribir, por ejemplo: fueron tantos los que me hicieron bang bang. Es un dolorcillo suave, la melancolía del abandono. Recordar, por ejemplo, el último bang, bang, recordar los días antes, autoflagelarse recordando... qué dulce.

Escribir aquí es afilar mis armas y afilar mi mente. Como cazadora, roxanne, siempre, afilando mis cuchillos, mi piel que no es invulnerable pero si capaz de regenerarse. Admiro yo mucho a mi piel. No parece que hayan pasado tantos años y tantos bang bang.

Al final, me doy múltiples besos de reconocimiento porque saco la porquería y ni me inmuto. O sí me inmuto pero no es para tanto.

martes, 28 de abril de 2009

Calles y casas


Sueño con casas con cierta frecuencia. Son siempre casas grandes, de disposición laberíntica. Paseo por los cuartos asombrada, observo; a veces es una casa donde me voy a mudar, en otras estoy de visita. Casi nunca hay nadie conmigo. Paseo sola y me siento dichosa. Suelen ser casas llenas de maravillas. Recuerdo tres. Una estaba al pie de un acantilado, tenía un enorme ventanal que daba al mar. La segunda era un entramado de habitaciones llenas de cachivaches y muebles antiguos, pero muy bien conservados, tapices y alfombras mullidas. La tercera era una casa blanca, llena de luz pero un poco fría, con un suelo de losetas verdes y muebles tapados por sábanas blancas.

Sueño que camino por calles y busco a alguien. Esta noche volví a tener ese sueño. Caminaba por una calle de mi ciudad, de noche, llena de gente de fiesta. Pasaba por delante de portales pintados con graffitis y delante de bares con música y baile. Busco a alguien, necesito encontrarle. Me asomo a las terrazas donde la gente bebe, me asomo a las barras de los bares, callejeo sin pararme ni un momento. Nunca le encuentro.

Hay otra versión de mi sueño con paseo donde estoy en un Cádiz inventado. Es un sueño que también se me repite de vez en cuando. Rodeo todo Cádiz por la playa -cosa imposible, excepto en mi sueño-. Voy desde Cortadura hasta Canalejas, una gran vuelta por la costa. El mar siempre está radiante, azul, con un fuerte oleaje, pero no peligroso. No me baño, sólo paseo por la orilla y me siento en paz. En ese sueño no busco a nadie.

jueves, 23 de abril de 2009

Rose is a rose is a rose



Feliz Sant Jordi.

Donde quiera que esté.

martes, 21 de abril de 2009

En mis fotos

Estuve ordenando fotos. Compré tres álbumes (álbumes, qué palabra más rara, tuve que consultar si se decía así) y fui clasificando por épocas y temas. Me gusta tener las fotos ordenadas. Me gusta anotar en el reverso los datos que considero necesarios: fecha, acontecimiento, personas que aparecen. Me han sacado copias en papel de muchas que tenía aquí guardadas. Prefiero verlas en papel.

Lo curioso es que detesto hacer fotos. Muy pocas de las fotos que tengo las hice yo. Nunca entendí la manía de perderse lo que ocurre y capturar el instante de lo que está pasando. En un cumpleaños, en un viaje, en un paseo, nunca se me ocurre hacer fotos. Mis sentidos se centran en lo que está pasando de inmediato, y no caigo en que quizás más tarde quiera conservarlo como recuerdo. Me gustan mis fotos pero si no tuviera ninguna, quizás no echaría nada en falta. Por supuesto, detesto aún más las grabaciones en vídeo. No tengo ninguna.

Miraba las fotos de otros años y caía en la cuenta de que hay escenas absurdas. Y que no nos dimos cuenta en el momento en que ocurrían. ¿Qué hacer con ellas? Las guardo y las miro como objetos de museo.

Me miro yo en las fotos y hay pocas en que me guste como salgo. Mi cara no es fotogénica, o más bien, me abruman las fotos de mi cara y descompongo el gesto. Siempre me dicen que pongo cara de pava. En realidad me agobio, me averguenzo. No me gusta salir en fotos. En algunas, pocas, estoy mona. En esas me detengo, las miro, las remiro y me solazo.

Tengo cumpleaños, fiestas, viajes, días de playa, días de campo, comidas, paseos, días de Reyes, días de Carnaval, bodas, algún bautizo, alguna comunión, reuniones en casas de amigos, reuniones en casa de familiares, ferias con traje de gitana y sin traje de gitana, momentos de intimidad felices y serenos.

También hay fotos que no tengo.

domingo, 19 de abril de 2009

El patio de mi casa

Esta noche he soñado con la casa donde me crié, la casa de mi abuela. Suelo tener sueños con casas y a menudo, con esa casa tan preciosa. Aunque ahora ya no es tan linda, está abandonada y llena de trastos. No quiero escribir sobre ello.

Me crié en ella hasta los siete años, en la planta de arriba: cocina, cuarto de baño, cuarto de mis padres con la cuna de mi hermana y salón con mi mueble-cama. Abajo vivían mis abuelos y por las mañanas bajaba a desayunar con ellos. Me pasaba el día entero en la parte de abajo, rondando a mi abuela en la cocina, jugando en el patio, observando la destreza de mi abuelo, que siempre estaba haciendo cosas. Con siete años deje de vivir allí, pero siempre volvía los sábados y domingos.

Yo era una niña mimada, mis titas me llevaban de paseo, mi abuelo me compraba Mortadelos, mi abuela me estrujaba. El patio de mi casa era mi reino. Estaba lleno de rosales, de geranios, había un ciruelo, un ficus enorme, un manzano flacucho, un jazmín y una dama de noche. Había un pozo en el centro y mi abuelo sacaba a veces agua de él. Olía a cieno, mirar hacia abajo era invadir un mundo lleno de ecos y oscuridad. Siempre estaba tapado.

Como yo era muy torpona, siempre me caia en el patio. El suelo era de cemento y al caer te desollabas las piernas de mala manera. Además, insisto en lo de torpona, yo no sabía poner las manos al caer y siempre, siempre, me partía el labio. Puñetera y asquerosa sensación: tropezón, rodillas desolladas, labio terriblemente dolorido y tumefacto.

El patio era mi reino. He jugado a miles de juegos; he peleado con otras niñas; he leído cuentos, novelas; he pintorrequeado en infinidad de folios; le he contado cuentos a los primos; hemos celebrado cumpleaños, hemos fisgoneado -mi abuela y yo- a la gente desde la cancela; me he mojado bajo la lluvia; he regado y he podado los rosales; he aniquilado hormigas de mil maneras; he bailado ante un público entregado (padres, tíos, abuelos); he hecho fiestas con mis amigas; me he regado en verano, descalza y en bragas, con mis hermanas.

Siempre tuve la certeza del final del patio, de mi casa de la infancia. Se nos fue, sin embargo, poco a poco. No fue doloroso, se ha quedado en mi memoria como un tiempo lleno de luz y así la sueño a veces.

jueves, 16 de abril de 2009

Negarse la piel

Alma, corazón, piel. Hace un tiempo yo me negaba la piel. Era un castigo. Pensaba que merecía bloquearme dado mi comportamiento, mi erróneo comportamiento, de eso hace mucho.

Negarse la piel implica desequilibrio. Todo el peso de una se distribuye caóticamente, el alma se quiebra, el corazón se agota.

Negarse la piel... entonces dormía en una esquina de la cama. Me hacía la dormida. Me dolían los huesos. Ni siquiera estaba triste. Estaba. Iba al trabajo, el trabajo lo llenaba todo, el trabajo justificaba mi esquina de la cama.

Mi piel volvió a ser mía gradualmente. Se más o menos cuándo comenzó, me veo en fotos, se momentos exactos, fue una recuperación lenta, suave y gozosa.

La piel se regenera de manera milagrosa. También el alma, el alma es infinita, en ella cabe todo. También el corazón, el corazón tiene múltiples rincones, en ellos guardo lo que un tiempo negué a la piel.

Ahora hay que intentar mantener el equilibrio. Los días en que esto pasa transcurren confortables, livianos, huelen bien.

(No se si me leerás, pero te agradezco el pie a esta entrada y el nuevo significado de la siguiente letra)

miércoles, 15 de abril de 2009

El guitarrista que se parecía a John Lennon

En realidad tocaba el bajo y no se parecía casi nada a John Lennon, si acaso que llevaba gafitas redondas. No se por qué no he escrito sobre él antes, porque su historia fue en mi historia un episodio bastante particular.

Me enamoré tontorronamente de él, de JC, con diecisiete años, el verano antes de empezar COU, aquel COU-nocturno que me cambió la vida. Él tonteó un tiempo con mi amiga AB pero a ella no le gustaba, aunque se pareciera a John Lennon y tocara el bajo en un grupo de rock. Nunca le escuché tocar a pesar de que hablaba con ternura de su grupo, constantemente. En aquella época AB y yo flipábamos con el Imagine y el disco entero. Nos gustaba mortificarnos con Jealous Guy. La cantábamos y nos salían agudos imposibles, a mi amiga y a mi.

No se por qué me enamoré de JC , creo que fue un capricho, como si quisiera enamorarme de alguien y él, con sus rizos, sus gafitas y su aire desvalido, estuviera allí, para mi. Pero no era para mi e hice el ridículo. No se qué arrebato amoroso me entró, un día me declaré y él casi ni me conocía. Me declaré con un par de ovarios y él me dio calabazas. Aquello fue triste. Lamentable. Vergonzoso para mi. Aún así seguí conversando con él y mandándole miradas de amor, doloridas, tiernas.

Coincidimos en el mismo pasillo, COU-A, COU-B. Le veía entre clase y clase, cuando salíamos a fumar. Él pasaba por delante, yo le saludaba. Recuerdo que cada tarde, al ir a clase, yo me arreglaba, me perfumaba, imaginaba que todo cambiaría, aquella vez, aquel día. Luego, una tarde, llegó Pako, mi vendedor de pulseras, su agitada marea revolucionaria. Dejé de pensar en JC, me pareció pueril, soso. Y le olvidé.

martes, 14 de abril de 2009

Sociable antisocial

En el bar de la Facultad, hace ya la tira de tiempo, celebrábamos el 14 de Abril cada año. Un brindis por la República, como si nos hiciera falta brindar por algo. Esta mañana lo recordaba, aunque luego lo olvidé porque pasaron otras cosas, algunas de ellas tristes.

Pero quería mencionarlo. Algunos de aquellos compañeros éramos soñadores, el tipo de personas que no sabe de burocracia política pero si de revoluciones y causas justas... No éramos políticos, no eramos activistas pero estábamos empapados de conocimiento y de sueños.

Soy una sociable absolutamente antisocial. No me mezclo en grupos grandes, ni siquiera de forma virtual. Me abruman los chats, los foros de debate. Me abruma cualquier tipo de agrupación o colectivo, con reglas y formas de comportamiento que yo no se asimilar. Sin embargo hago esfuerzos por estar, de manera caótica. Estar, apoyar, saber que pueden contar con una sea como sea.

Sociable pausadamente y de una manera algo tosca y primitiva. Soy un poco Neanderthal, un poco huraña, pero intento que mi afecto - se fehacientemente que lo doy a espuertas- intento, digo, que se quede sembrado.

lunes, 13 de abril de 2009

Reflexiones sobre la voracidad

Ser voraz y egoísta. Palabras muy feas pero si no fuera por ellas, en la mugre se quedaba una. La mugre de la autocompasión y el lameteo de heridas, digo. Así que de cabeza en la voracidad suavemente irónica. Con dulzura siempre y sin artificios.

No puedo sentarme físicamente tras la puerta. Creía que podría pero me mutilaron y no estoy hecha de la pasta de las heroínas. Mutiladas. Le quiero a Él pero ya no está y ya no soy Suya. Así que tampoco tengo puerta donde quedarme. Y soy voraz.

No reemplazo, porque roxanne no te comparte. Hay un espacio, y no sigo para no caer en tópicos lamentables, pero hay un espacio. Compartimentos estancos. Se quedan para siempre jamás y por ellos y para ellos me río, les odio, les lamento, les amo.

Siempre hay un lugar dónde ir/
en la autopista.

domingo, 12 de abril de 2009

Consumiendo la minima energía posible

Era mi intención, aunque soy tan nerviosa y nunca paro. He logrado estar dos días consumiendo la mínima energía posible y medio vegetando, intentando pensar poco, poco, poco.

Doy gracias porque me han ayudado.

sábado, 11 de abril de 2009

Imposturas

Di un paseo por la playa.

Anoche acabé Revolutionary road, la novela. Empece a ver la película pero la dejé a la mitad. Quizás siga mañana.

Empecé a ver Independence Day, que es la monda, pero no se que maldición tengo con esa película que nunca consigo acabarla.

Tuve una agradable conversación, y larga -cosa rara en mi- con F.

He empezado a leer El chino de Henning Mankell, una más de un novelista que me encanta aunque aquí no sale Kurt Wallander -pero sale una jueza que promete-.

Fregué el suelo de arriba.

Comí un bocadillo. Me fumé un Nobel. Me tomé un Baileys. Miento, tres chupitos.

He visto El juego de la verdad de Alvaro Fernandez Armero. También el final de un capítulo de Sexo en Nueva York, que es un pequeño vicio culpable -porque realmente es una serie infame- y un capítulo de Gossip Girl -idem, de idem-.

He visto Closer por fin. Me ha gustado.

Algo más.

He pensado que soy una impostora. O probablemente tengo tendencia al melodrama.

O me las doy de lo que no soy y en realidad soy una moñas.

Y me autocompadezco, pero bah, aquí puedo ponerlo. Son las dos de la madrugada.

miércoles, 8 de abril de 2009

Pequeño vicio confesable

Cuando vivía en mi piso de estudiantes yo tenía una fantasía compartida con mis compañeras, mis amigas. Teníamos una historia inventada en la que cada una tenía una profesión llena de glamour -actriz, modelo, escritora-. Yo era cantante de un club de jazz. Llevaba un vestido largo de lamé y el pelo recogido y tirante a veces y otras suelto como Gilda. En nuestra fantasía teníamos aventuras y amores y nos hartábamos de reir. Yo siempre me veía cantando entre humo y alcohol y mi amante era el saxofonista de la banda.

Mi pequeño vicio confesable es cantar en el karaoke. Siempre he cantado, de pequeña me llamaban "la niña que canta". De vivir en Madrid yo habría sido una nueva Marisol, ahí con un par. Mi tita me enseñaba canciones de Karina y de Manolo Escobar y yo era salerosa y sandungera. Una vez, en el cole, también canté esa canción tan triste de Ana Belén, la de sentada en el andeeen. Decían que hasta me parecía a ella, lo cual es falso.

Algunas veces he salido de karaoke con mis amigas y también con los compañeros del trabajo. Siempre me lo he pasado de muerte y no hay quien me quite el micro. Mi especialidad es La chica Yeyé, versión Concha Velasco. Pero canto lo que me echen mientras no sea ñoño. El caso es desmadrarse, no tener miedo al ridículo y no pensar en pijadas.

También canto en casa, aquí. Viene muy bien para eso de las miasmas, limpiarse una de mugre, autocompasión y demás porquería.

En otro tiempo y espacio

En otro tiempo y espacio volvere a encontrar a E. Confío en ello y así se lo he dicho. Mi última palabra. Despedida. Punto y final. Se acabó.

Qué mierda y qué asco y qué rotundo absurdo. No se si hartarme de llorar a moco tendido y romper todo lo rompible. Si hartarme de reír por la estupidez de algunas cosas. Si vomitar de asco.

Las cosas no son así. Las personas no deberían ser así. Y se que habla la niña egoísta que siempre he sido, la ingenua que se cree que todo es bello y florido. Y que sigue creyéndolo. Que me da igual.

Yo tiro pa´lante, ahora me voy a la calle porque hace sol y probablemente dentro de un rato me salga la sonrisa.

Y si E. lee ésto, ojalá, Dios lo quiera, le insisto: nos vemos en otro tiempo y en otro espacio. Allí estaré y ya no podrá decirme que me guarde mis besos.

domingo, 5 de abril de 2009

Compañeras del colegio

Esta mañana, en el periódico local, publicaron la carta al Director de una antigua compañera de mi colegio. No era de mis amigas. Era una líder, de las graciosillas y dispuestas. Me caía bien, solía estar de buen humor y nunca era desagradable. Como vive en mi ciudad, a veces la veo por la calle. No nos saludamos.

Tengo una foto de toda la clase. Fue en Segundo de EGB, en primavera. Nos la hicieron poco antes de la Comunión, que antes se hacía en Segundo. Estamos todas muy primaverales, modositas y con vestidos floreados. Bien peinadas. Mi amiga AB está allí, pero en aquella época no se juntaba conmigo. Yo iba con otra amiga, a la que veo a veces y sí saludo. Una mujer encantadora y muy cariñosa.

En la foto hay niñas -solo niñas en mi clase, a pesar de ser un colegio público- que se fueron a vivir a otra ciudad y niñas a las que sigo viendo por la calle. No saludo a todas, ya digo, cosa que me resulta estúpida por mi parte pero qué hacer a estas alturas. Y no me puedo hacer la tonta y engañarme diciendo: es que ya ni las conozco de lo que han cambiado, porque es rotundamente falso.Están igual, como yo estoy igual. Con 34 años más.

Me justifico, siempre me justifiqué con el argumento de lo-mal-que-lo-pasé-en-el-cole. Cosa más o menos cierta. No recuerdo ilusión en esos años sino temor de que se dieran cuenta de que solo se contar con los dedos. Temor de que me preguntaran y no saber la lección. Temor de salir a la pizarra y recibir reproches. Temor de no saber resolver problemas asquerosos de litros, decilitros y centilitros.

Recuerdo dolores de barriga. Verguenza de los niños al otro lado del patio. Malestar por ponerme colorada y oír risas. Angustia en la clase de gimnasia. Incomodidad por mis piernas con vello y calcetines. Ira por los comentarios de algunas niñas que aún encuentro por la calle y, claro, cómo las voy a saludar con lo remalas que eran.

sábado, 4 de abril de 2009

Acerca de quien llamé "olvidadizo"

Sentir rencor es repugnante y así, en ocasiones, cuando pensaba en RJ me sentía yo. Me han ayudado y he acabado de limpiar la mugre.

Me quedo con el bien que me hizo, me quedo con su trato amable, su cariño, su caracter extraordinario. Le deseo ventura y paz.

Lamento mi soberbia, mi falta de humildad, mi falta de compasión.

viernes, 3 de abril de 2009

Respirar, profundo, respirar.

EDWARD HOPPER, Rooms by the sea.

Hablando hace unos días con mi galleguilla predilecta, reconocíamos que el mundo virtual nos hace encontrar personas que son tesoros. Además de la galleguilla -y otra gallega más que no se si me lee, pero es adorable, que lo sepa- , hay ... joder, está mi E. de mi alma y de mis desvelos. Está Él, que ahora no me lee y no se si me leerá más, no se nada nadita. Pero miro arriba, ese cuadro tan bello y pienso que todo está bien.

Respiro, profundo. He encontrado a una mujer que llevaba mucho queriendo encontrar y ha sido lo que esperaba. Esperaba comprensión, ternura, calma... Ha sido dichoso y limpio, fresco, bello, como el cuadro de arriba. Un mar brillante.

Por eso estoy contenta. Por eso bromeo por E. y, aunque Él no me llame ya más -seibra, no seas melodramática, contente-, digo, que aunque no me reclame, respiro y todo es horizonte.

Y lo escribo aquí por si algún día vuelvo a ponerme llorona.


jueves, 2 de abril de 2009

Ellas, cerca.

DIEGO RIVERA, Desnudo con lirios de agua.

Tenía un ramo grande de lirios de agua en un jarrón. Los tiré hace un par de días porque ya estaban mustios. Ver el ramo de lirios me daba alegría, son flores de abril, emanan frescura. Me los regaló un familiar, una mujer muy querida. El lugar donde cortó esos lirios está junto a una fuente natural, un manantial. Ver la fuente, el plantel de lirios, daba gloria. Ella cortó muchos y me regaló un buen ramo que puse en casa. También mi abuela, en su patio, tenía lirios de agua.

Esta mañana compré clavellinas de color rosa. Son más humildes que los lirios, pero me dan casi la misma alegría.

Voy leyendo espacios de otras mujeres sumisas. Si me leen, quiero que lo sepan. Me reconforta leerlas. Hablan, susurran emociones que yo alguna vez he susurrado y las siento cerca. Estos días en que, junto a los lirios, he tirado otros restos mustios, leerlas me hace bien.