domingo, 27 de abril de 2014

Gin-tonics cursis

La foto es de AQUI

Yo tomaba gin-tonics mucho antes de que se pusieran de moda. En los últimos ochenta. Los tomaba con ginebra Gordon´s y la Schweppes de toda la vida. Era un trago que rajaba la garganta, me gustan los tragos amargos. En los noventa me pasé al bourbon y, cuando no había, tomaba Dewars. Un White Label sólo con hielo. Así lo pedía yo, con la vocecita encantadora que pongo cuando pido algo,  y molaba mucho. Los bartenders la miraban a una con gestos de aprobación.  Yo es que siempre he ido de durita aunque en realidad sea una cagada.

Luego volví al gin-tonic, tras una borrachera muy petarda de bourbon, en compañía de mis hermanas. Volví entonces a la ginebra,  justo un año antes de que se pudiera de moda y supe que hay vida más allá del Gordon´s y la Larios. Cuando comenzaban a sonar marcas de hermosos nombres y te enterabas que en ese destilado trasparente flotaban esencias sugestivas. Enebro, cardamomo, coriandro...

He seguido aferrada al trago simple, sólo con limón. Como mucho, lima. O pepino. Esa foto de ahí arriba me parece un engendro. Mis compañeras de trabajo se volvieron locas, una tarde de copas, con el gin-tonic cursi de fresas. A mi me parece una mamarrachada llenar la copa de fresas  y zampártelas al final como si no hubiera un mañana. La otra noche yo fui la única del grupo que se negó a beber esa guarrada de las fresas. Me tomé mi gin-tonic normalito. Yo creo que me miraron un poquito raro, aunque no se si son paranoias mías. No soporto beber como en comunidad, como manera de formar parte del grupo molón. Beber lo que está de moda sin tener ni papa idea de qué estas bebiendo. Esa ventolera que le ha dado a la peña por echarle a la ginebra cosas raras. Café. Piña. Grosellas. Esencia de ruibarbo. Te mueres. Yo es que creo que hay mucho ignorante del bebercio por ahí suelto y que, encima, se las da de guay.

No se, lo mismo me estoy perdiendo algo.








miércoles, 23 de abril de 2014

Mis clásicos americanos

Cien años de soledad es una de las novelas más maravillosas que he leído, aunque García Márquez nunca ha sido de mis escritores favoritos. Probablemente porque la leí a la edad mágica de los diecisiete. Recuerdo perfectamente el día que la compré: un mercadillo de libros en Almuñécar, triste, fastidiada y absurdamente adolescente.  En ella leí uno de los pasajes eróticos más intensos que conozco y que me dejaron tonta y ardorosa: Amaranta Úrsula y Aureliano embadurnados de melocotones en almíbar.

La noche boca arriba es un cuento de Julio Cortázar de final demoledor. Me dejó tan tocada leerlo que por eso lo tengo entre mis imprescindibles. Es un cuento angustioso sobre sueño y realidad y no digo más. (Pero casi todos los cuentos de Cortázar son fantásticos: La isla al mediodía, Todos los fuegos, el fuego y buahhh La autopista del sur)

El siglo de las luces, de Alejo Carpentier, que no recuerdo bien y no he vuelto a releer pero la tenía entre manos cuando me matriculé en la Universidad y buscaba piso para alquilar en Cádiz. Me recuerdo leyéndola en la Plaza San Antonio, haciendo tiempo para algo. Ensimismada. Disfrutando de ser independiente.

Doña Bárbara, que es una novela formidable de Rómulo Gallegos. Leyéndola uno detesta a la Doña por mala y a la vez adora ese personaje tremendo y salvaje. Es muy fácil imaginarla cabalgando por los Llanos venezolanos, llena de furia asesina.

La vida exagerada de Martín Romaña, de Bryce Echenique es una novela que odié la primera vez y a la que di una segunda oportunidad. Ahora es una mis novelas favoritas y releídas porque adoro a Martín (que me recuerda a JJ) y sufro mucho con su terrible peripecia anal.

Y finalmente La guerra del fin del mundo, que es mi favorito de Vargas Llosa. Me gustan sus personajes  formidables como el León de Natuba. Los imagino deambulando por el sertâo miserable y me entran escalofríos de placer. Es una novela llena de personajes bigger than life, metidos en problemas hasta el cuello. Con una novela como ésta ya soy feliz.

Esta es mi lista de clásicos americanos, breve y concisa para no aburrir y que prescinde de algunos GRANDES que me gustan pero no tienen su lugar entre mis favoritos. Es mi forma de celebrar el 23 de abril y recordar al buen García Márquez.

Y, por supuesto, leyendo, como cada día y todos los que vendrán.






lunes, 21 de abril de 2014

Sexo oral y roles

Hay que quitar literatura al sexo oral. O, al menos, usar la literatura como complemento y no como problema. Hay gente que usa su rol dominante para justificar su aversión a comer coños o pollas. Porque se supone que hacerlo es signo de sumisión. Vulgar excusa de aquellos que no saben o no quieren practicar sexo oral (que se lo practiquen ya es harina de otro costal, ¿eh picarones?)

Ya lo he escrito otras veces: no me gusta la gente que aborrece comer coños (o pollas), y tampoco soporto a aquellos que lo hacen mal y con desgana, como trámite para el follar. No me voy a repetir.
Cuando juego a ser sumisa, me gusta practicar felaciones forzadas, me excita que me agarren del pelo o la cara y me obliguen a tragar, que me impidan separarme, que me digan lo puta que soy y blablabla.  Disfruto tanto con ese juego que pierdo la noción del tiempo. Sólo soy una boca mamadora.

Pero también me gusta, en ocasiones, dominar (sin ser Dominante). Jugar con la polla, lamerla, sacarla de la boca y hacer como que estoy cansada y que lo dejo para otro día. Jugar con el culo, meter un dedo o un dildo, retrasar el placer, controlarlo. No se si estos juegos los toleran los Amotes serios: si no es así, ellos se lo pierden. Igual que se pierden el placer de un cunnilingus y lo jodidamente controlador que puede llegar a ser, si se hace bien, si se tiene paciencia.

Ay, la paciencia. Comerse bien un coño (o una polla) requiere paciencia. Técnica, si, y experiencia, toda; pero benditos los que comen coños con toda la paciencia del mundo y no se cansan ni resoplan, sino al contrario, disfrutan como locos. Yo exigo paciencia para mi coño, y que lo traten como se merece. Quiero la misma dedicación que yo tengo cuando soy la que da placer oral, ni más ni menos.

Y al carajo con los roles.     

viernes, 18 de abril de 2014

Top ten de películas famosas que nunca veré

10. La lista de Schindler (1993). Desde La decisión de Sophie decidí no volver a ver pelis sobre el Holocausto y lo voy cumpliendo Yo se que está muy mal declarar que no la pienso ver pero qué necesidad tengo de pasar un mal rato y acostarme con el cuerpo descompuesto. Y qué coño, que no trago a Spielberg cuando se pone a tocar LOS GRANDES TEMAS. Ni trago a esos directores que usan el blanco y negro para dar la pátina clásica y un aura de calidad. (A mi me gusta el Spielberg de ET, de Tiburón, de Encuentros en la Tercera Fase, el que habla de los pequeños grandes temas)

Dando el pego con el blanco y negro

9. Braveheart (1995). A mi es que las pelis históricas siempre me mosquean por culpa del atrezzo y vestuario. ¿Quién dijo que para hacer una peli histórica hay que salir sucio y piojoso? O hablar en plan intenso. Poquitas películas históricas me gustan a mi. Además da mucha penita toda la tragedia del pobre William Wallace y aunque nunca lo veré, conozco con pelos y señales ese final de dolor, así que, repito, ¿qué necesidad tengo de sufrir?

Vas a morir y aún no lo sabes

8. El diario de Noa (20014). Todas las ñoñas mueren con esta peli. Peor aún, hay mucha gente (ñoña y no ñoña) que piensa que El diario de Noa es el no va más del cine romántico y desgarrador. A mi es que la gente ñoña e ignorante me cae tan mal...

Ryan Gosling no te enamores que vas a sufrir, chaval

7. Amelie (2001). Lo que puse antes para El diario de Noa vale para esta película, que es el summun de la ñoñería en celofán. La peli bonita. Los colorines de París y las parisinas dulces y como de nata. Me da mucho asco.

Amelie flipando en colores

6. 2001: una odisea del espacio (1968). Yo se que es una herejía muy gorda pero no puedo con Kubrick. Sólo adoro Senderos de gloria y La chaqueta metálica, el resto para mi es prescindible. Soporto El resplandor por lo que tiene de Stephen King pero ni Lolita, ni Eyes wide shut, ni Barry Lyndon (que es un sopor), ni la odiosa Naranja mecánica y ni siquiera Espartaco que me parece un peplum sobrevaloradísimo. Así que con estos antecedentes, ni me molesto en echarle un ojo a la odisea espacial. Y menos sabiendo que casi sólo sale un tío y un ordenador.

Sobre la vida, de dónde venimos y tal

5. Los miserables (2012). Estoy quedando como un alma muy poco sensible porque todas las almas sensibles que yo conozco adoran esta peli. Sobre todo el momento I dreamed a dream que tanta penita da (yo esa escena la he visto en youtube. Un trocito). Pero dar pena de manera tan artera y con el pretexto de las Revoluciones y las grandes injusticias y blablabla, me resulta insufrible. Tanta grandilocuencia. Tanta retórica facilona.

Hathaway poniendo su cara de llorar

4. Avatar (2009). Me dan una pereza tremenda las películas de James Cameron del tipo yo-rompo-la-pana. A duras penas me zampé Titanic (aún no entiendo cómo pude) y desde entonces le eché la cruz a los pifostios que monta Cameron. Todo el rollo del 3D y la ecología new age a mi me ponen de muy mala hostia.

Puro postureo azulón

3. 300 (2006): me la colaron con Sin City y desde entonces desconfío muchísimo de las adaptaciones que le hacen a Frank Miller. También desconfío de la épica con cámara lenta, esas escenas interminables de espadas que van leeeentas y sangre que se derrama leeeenta y el tío que cae y muere leeeeentamente. El tramposete de Snyder usa la cámara lenta para dar tono heroico y estirar una historia que se lee en diez minutos (yo tardé menos).

Ahí está el tío reshulón

2. El curioso caso de Benjamin Button (2008). La historia de un tipo que nace viejo y se muere bebé me produce mucha desazón. Y he visto las fotos de Brad Pitt maquillado para la peli y es muy grimoso. También me resultan muy cansinas esas historias bigger than life de amor imposible que se las ve venir desde el minuto uno. Me entusiasman las historias de amores imposibles, pero sin hacer trampa.

Ella envejece y él rejuvenece. Es Horroroso.

1. Los puentes de Madison (1995): se que es otra herejía gordísima, pero a mi me parece más hereje el que dice que Los puentes de Madison supera a Breve encuentro. Lo leí una vez en Filmaffinity. Esa historia de amor imposible es un quiero y no puedo de cine clásico y aunque admire al tito Clint, a mi tanto postureo de fotógrafo del National Geografic y amor de postal me aburre. La he visto a ratos y me ha cabreado. Amor imposible de nuevo, muy estereotipado; protagonistas unidimensionales aunque Meryl sufra tanto y se debata en tanto dilema... Mal.

Tito Clint tirándose el rollito

Y me dejo alguna más, pero no quiero abusar.

domingo, 13 de abril de 2014

Cómo hemos cambiado

A mi me gusta releer entradas antiguas para ver cómo he cambiado. Cambios pequeños, que sólo yo percibo leyéndome, en realidad este es un blog que aspira a guardarme la memoria. Leía entradas del año 2009 y sentía punzadas de melancolía y en ciertas frases, un poco de ridículo. Es cierto que cada año me siento mejor, más vieja pero mejor pero no me extenderé escribiendo sobre ello. Sin embargo, echo de menos viejos temblores, emociones, palabras que no he vuelto a escribir ni se si volveré.

jueves, 10 de abril de 2014

Librepensadora librefolladora

Como tener una personalidad equilibrada. Cómo vencer al desánimo y la depresión.Aprender a manejar la ira. Cómo controlar los nervios, las adicciones, las melancolías. Cómo meditar, reflexionar, manejar los pensamientos y alejar a la gente tóxica.

Cómo ser una madre perfecta. Cómo alimentar a los hijos. Aprender a manejar a hijos adolescentes. Controlarles sin que lo noten, los peligros de las redes sociales, los berrinches, la lactancia natural, el colecho, el método Estivill. Cómo ser una mala madre, que paradójicamente consiste en ser una madre buena.

Cómo vivir en pareja, cómo sobrevivir al fin de la pareja, cómo encontrar pareja, cómo ser feliz con o sin pareja. O cómo dormir sin pesadillas, cómo soportar un duelo, qué comer para no morir de cáncer o de un infarto al corazón. Tomar o no tomar leche de soja, hacerse vegano, comer proteínas para cenar o mejor carbohidratos, running, pilates, yoga.

Y cómo ser políticamente correcto, o preferiblemente, políticamente incorrecto, o cual es -alucinen- más correcto. Qué música conviene, qué películas, qué ropa, qué libros se debe leer, a quién retwittear, dónde viajar para demostrar la incorrección política. Activismo, lenguaje inclusivo, incluir, respetar o no respetar, qué consumir, dónde no consumir y ser aceptado en sociedad.

(Pásate por el coño todo lo anterior y ya eres una librepensadora de las buenas)

Lo que me conviene para follar y ser feliz, para follar más y mejor, tener una vida sexual completa y no aburrirme. Tener sexo duro. Tener sexo anal. Tener tres, cuatro, cinco orgasmos seguidos. Tener juguetes, tener el coño depilado o sin depilar.. Ser monógama, ser bisexual, ser bollera, ser heteroflexible, ser bicuriosa, ser poliamorosa, follar con o sin amor, cuánto hay que follar para ser feliz. Hablar. Poner velas. Hacer cenas románticas. Escapadas en pareja. Probar masajes, aromas, dildos, vibradores, antifaces. Hablar.

(Y librefolladora)

domingo, 6 de abril de 2014

Sueños de seductor

Aquí donde me ven, tan talentosa, yo no se seducir.

Me planteo una seducción erótica y muy sexy, una seducción al uso, y se me pone un nudito en la boca del estómago. Yo nunca he hecho una cosa así.

Yo soy muy bruta. Nunca he seducido a hombre ni a mujer poniendo ojitos. O con esas artes que tienen algunas del toqueteo. Yo es que soy una cortada con el toqueteo cuando no tengo confianza. Ya digo, cuando he seducido lo he hecho de dos formas. A lo bruto. O sin darme cuenta, en plan inconsciente.

La inconsciencia seductora a mi siempre me ha funcionado, pero al ser inconsciente siempre me he dado cuenta cuando el sujeto ya estaba seducido. Así que no se muy bien cómo me funciona. Los seducidos me daban pistas. A unos les seducía lo ingenua que soy. Otros que les daba morbo. Les juro que no se dónde coño tengo el morbo a veces, pero hay quien me lo encuentra.

Cuando he ido a seducir a saco, unas veces me ha salido bien y otras ha sido desastre. Pero es mi manera. Directa y sin medias tintas. Nada de ojitos. Nada de cruce de piernas y languidez. Yo siempre he tirado por la vía de enfrente y hubo veces que me estrellé,  pero otras fue un triunfo. Pero yo creo que eso no fueron seducciones sino más bien ir a muerte y que fuera lo que Dios quiera. Yo soy un poco suicida en el AMOR.

Pero sí, me gustaría ser capaz de ser una mujer seductora. Acariciar con la mirada. Poner morritos. Mantener una conversación sensual y descarada. Ser sexy. Ser provocativa. Ser picante. Para mi, eso de "ser picante" es un mundo. Yo me se la teoría del "ser picante" o "ser provocativa" pero del dicho al hecho va un largo trecho. Para mi, pronunciar frases con un mínimo de erotismo en voz alta, sin ponerme colorada ni balbucear, es toda una proeza; ni se imaginan lo cortada que soy en distancias cortas, sobre todo si me gusta el que tengo enfrente. Si elaborar una frase seductora ya me cuesta un mundo, hilvanar una conversación mínimamente sexy es una agonía.

No se seducir y envidio a las seductoras. Yo las miro de reojillo e intento asimilar sus técnicas pero no, es un ridículo y una impostura. Porque soy demasiado alta, o transparente y no se fingir. O demasiado tímida o insegura. Cualquier excusa me vale.

Top ten de películas que me marcaron (para bien o para mal)

Mi top-ten de películas que me marcaron no es mi top-ten de películas favoritas. En esta lista hay pelis muy buenas, pelis pésimas y otras mediocres, que no he vuelto ni querría volver a ver. Empezamos por:

10. La decisión de Sophie (1982). Una película-trampa que funciona como arenas movedizas, cuando estás más hundida y quieres salir y no mirar, ya no hay vuelta atrás. Me senté a verla inocente de mi, pensando en qué bonito ese triángulo de amor y qué guapo el del bigote ( Kevin Kline, sic). Cuando ya estaba tirando a aburrida, pensando que ese ese amor raruno ya no daba más de sí, me largan la última media hora (que no spoileo por si acaso) y me quedé traumatizada por largos días. Desde entonces no he vuelto a ver pelis sobre el Holocausto.
Glups, momento decisión.

9. El hombre lobo (1941). Mi primera peli de terror, que vi en la tele, pero escondida tras la butaca de mi abuelo, una noche de luna llena y con cinco años. El pobre hombre lobo no me despertó la mínima compasión, yo quería que muriera YA bien rociado de balas de plata. Estuve muchas noches sin dormir, mirando a la luna y devanándome la sesera respecto al tema BALAS DE PLATA.

Escena que no vi porque tenía los ojos tapados

8. King Kong (1933). En realidad me marcó no verla cuando me mandaron a la cama porque era muy pipiola y asustadiza. Como por entonces vivíamos en un apartamentito de salón, cocina y un dormitorio, los rugidos de King Kong al otro lado de la pared me tuvieron en vela un buen rato. Es una tortura tener cuatro años e imaginar horrores en la tele sólo con los sonidos que salen de ella. Rugidos y gritos espeluznantes. Muchos años después pude verla de verdad y comprobé que no era para tanto... aunque el mito no se me derrumbó.

Yo después de El hombre lobo
7. El muro (1982) sobre la que tengo escrito toda una entrada, de esas mías sentimentales. Como la vi en el momento perfecto, a la edad perfecta y junto al hombre perfecto (todo cosecha del 89) imaginen lo que me marcó. También me marcó Bob Geldof pre-Live Aid. Me pareció el no va más de tío interesante y enamorable (mejor no busquen su pinta actual de señora mayor. Es muy grimosa)

Cuando Bob no parecía una señora mayor

6. Tiburón (1975). Todo el que vio Tiburón en los 80 pasó largos veranos metiéndose en el agua de la playa con toneladas de aprensión Aunque fuera la playa infecta de mi pueblo donde un Tiburón no sobreviviría ni media hora. Aunque Tiburones como ese NO EXISTEN y además dan un cante que te cagas, que ya sabemos que cuando se acerca el Tiburón suena el tema de John Williams y da tiempo a salirse del agua.

Chavalines que oyeron al Tiburón

5. La guerra de las galaxias: episodio IV (1977). Qué voy a contar que no cuente cualquiera de mi generación. Que yo fui otra niña el día que vi Star Wars. Yo creo que todos los niños que salieron esa tarde del cine fuimos niños nuevos. Se nos notaba en la cara. Teníamos como otro brillo, ese de las espadas láser. No paré hasta comprar el álbum mítico de Las guerra de las galaxias y apilar todas las estampas que pude, cada mañana a la salida del colegio. Aquella peli fue una catarsis. Desde entonces supimos qué era aventura espacial de la buena.

Aquí empezabas a cagarte de guato

4. Había una vez un circo (1972). Hacérmela ver fue una crueldad porque en ella salía una niña que se ponía enfermita y los payasos de la tele iban a visitarla. Desde ese día quise estar malita y que vinieran a verme Gaby, Miliki, Fofito y sobre todo Fofó. Me parecía una tremenda injusticia que sólo aquella niñata lo pudiera disfrutar. Di la tabarra días enteros en casa suplicando por una visita de los Payasos, escribir a la tele o algo, ¿quiénes eran los niños que iban a la tele a ver los Payasos? ¿Alguien conoce algún niño que fuera? ¿Existen de verdad esos niños?

Niña rubia disfrutando de los Payasos para ella sola.

3. Terciopelo azul (1986). Yo lo pasé muy mal viendo Terciopelo azul Y además me hizo descubrir a David Lynch y me dio el toque gafapasteril que me faltaba para ser absolutamente adorable. Creo que fue la primera película rarita que vi en el cine y me hice fan y un poquito pedante. Si se hubiera inventado el rollo hipster en los 80 yo habría sido hipster como la que más. Ya desde los bomberitos saludando y la oreja cortada el mal rollito se veía venir. Me daba miedo pero a la vez me hacía sentir especial, yo viendo esa película rarita y disfrutándola y todo.

Imagen impactante de mal rollito

2. El lago azul (1980). Algunas chavalas de los ochenta tuvimos un bonito despertar sexual gracias a Brooke Shields y al rubio de los rizos. Yo no sabía cómo hundirme más en la butaca del cine, ni a mover un dedo me atrevía porque sólo moviendo un dedo se me notaría la calentura. Años después ves otra vez la escena del folleteo en la isla y no era para tanto (y el rubio no da nada de morbo, más bien asquito) pero en los 80 tanta piel bronceada y tanto gemido paradisíaco podían marcar para la eternidad. Yo salí del cine consciente de dos o tres cosas que me vinieron muy bien con el tiempo...

... por ejemplo, poner caritas de bien-follada

1. Ghost (1990). la he visto dos o tres veces y siempre con mis hermanas porque la disfruto el triple (es une peli para ir comentando cada jugada, como Dirty Dancing). También  he vertido litros de lágrimas, especialmente con dos momentos cumbre. Uno, cuando el bienamado Patrick se mete en el cuerpo de Whoopi Goldberg (que hasta el momento controlaba la parte de risa) y suena la Melodía Desencadenada.

Y el final. El final es EL HORROR desde el momento en que Patrick  se gira y ve el túnel de luz y le dice a Demi eso de "no sabes cuánto amor me llevo". Joder, estoy llorando otra vez.

Patrick antes de subir al cielo

viernes, 4 de abril de 2014

Los primeros besos

No se si es un vídeo chulo o que soy una sentimental. Miro el vídeo de First Kiss y me emociono. Ya lleva tiempo siendo viral y además forma parte de una campaña de publicidad pero da igual, yo me emociono como una idiota. Y recreo esos puñeteros y apetitosos besos primeros. Me pone cachonda y melancólica, jodido vídeo.

El primer beso de todos los primeros lo di junto a una casapuerta, de noche y de despedida. En vez de despedirme como siempre, con un piquito ñoño, él me zampó un beso con toda la lengua que fue el primero de mi vida y duró desgraciadamente poco. Cuando llevas tanto tiempo deseando esa boca, el primer beso sabe a gloria aunque sea un beso de mierda.

Hubo un primer beso larguísimo junto a una ventana en verano. Piensas en lo bien que besas, cabrón, en los vecinos que estarán poniéndose finos con este beso inacabable y lascivo, en lo que vendrá después. Que deseas que también sea inacabable y lascivo.

Hubo un primer beso en un coche aparcado. En realidad hubo varios primeros besos en coches y en polvódromos, que son etapas que no deben faltar en toda buena memoria sexual. Los primeros besos en coche se dan de manera clandestina y son deliciosos por cutres. Él -siempre conduce él- te lleva al polvódromo como disimulando -aunque los dos sabemos que vamos al lío- y pone música en el radiocassette. La música de follar, se entiende. Luego hay manitas y ojitos libidinosos. Él cuenta un poco su vida y te dice cosas bonitas para ponerte tierna (lo cual no hace maldita falta). Y luego el primer beso. Un poco incómodo porque estas medio torcida en el asiento del coche y porque es el primero y siempre sorprende.

También hubo un primer beso junto a una barra de bar, rodeados de gente que cantaba la misma canción, una y otra vez y entre morreo y morreo también la canturreábamos nosotros dos. Y un primer beso bailando lento, que fue un beso-fantasía y se hizo real, aunque hoy me de un poco de risa (por el lugar y por la canción).

Hubo un primer beso que fue el último. Hubo un primer beso que dio comienzo a segundos, terceros y mil más. Existe un primer beso que nunca fue. Y un primer beso que soñé. Hay un primer beso que deseaba y llegó por fin. Hubo un primer beso planificado y uno o dos primeros besos premeditados, no por ello menos sabrosos.

La sorpresa. Los labios, la lengua que se hunde, las manos que te atrapan la cabeza o te abrazan la cintura, el nuevo sabor a saliva, el primer beso horrendo que esperas mejorará con el tiempo, el primer beso superlativo que esperas sea siempre así y maldita sea, pocas veces se repitió, el primer beso lleno de ansiedad, el aliento que hace segundos era desconocido, primeros besos que se quedaron en nada aunque prometían mucho, primeros besos que no esperaba y trajeron la vida que con la que soñé.