miércoles, 30 de noviembre de 2011

Van der Weyden

Van der Weyden.

Treinta enanos mirando. Embobados. Alucinados.

Después vienen Giotto. Van Eyck. El Bosco.

Pura felicidad.


martes, 29 de noviembre de 2011

Fetiches masculinos

Nerds
Leonard, un nerd guapete

Ya he escrito sobre ellos. así que no me repetiré demasiado. El prototipo que me hace babear es el de The Big Bang Theory. Hombres -no demasiado efebos- con un poderoso pasado pajillero a sus espaldas. Con mente calenturienta y gafotas que si se las quitas, resultan tremendamente guapos. Frikis de Star Wars y Assassin´s Creed, que lo mismo me ayudan a eliminar un virus en el PC que me echan un polvo demoledor.


Ejecutivos

Un Amo del Universo encorbatado
Nunca he hablado sobre ello pero es un fetiche que tengo desde que era estudiante. Una vez follé con uno. No era exactamente un ejecutivo pero solía vestir con traje y corbata y manejaba asuntos importantes. La erótica del poder. Yo siempre he sido una fan de la erótica del poder, son defectos de una. Siempre tenía la fijación de tirarle de la cortaba y darle un morreo de quitar la respiración. Y como soy tan materialista, siempre fantaseaba con cenas de lujo y megahoteles chachis. Lo dicho, fantasías gilipollas, que son mías.


Peter Dinklage

Tyrion gana premios
O sea, Tyrion. Me parece uno de los actores más morbosos del panorama. Y haciendo de Tyrion, que es un enano cabroncete, malhablado y follador, pero también leal, honesto y con punto romántico... es un amor.  Yo me lo imagino, al actor, como una especie de tipo interesante y con personalidad apabullante. Con barba de tres días gana mucho. En Juego de Tronos solo tengo ojitos para él. Y en los libros también.

(Aunque parezca que no tengo verguenza, este post me da cierto reparo, porque ¿no da una impresión muy raruna de mi? Culpémos a E. por incitarme a pensamientos como éstos)

sábado, 26 de noviembre de 2011

Tentación de mediocridad

No queremos ser mediocres , aunque la tentación, en ocasiones, sea fuerte. Caer en la red de lo convencional tiene sus ventajas. Vives de una manera fácil y un poco mezquina. Vas atesorando bajo la almohada hechos no vividos, atesorando con avaricia, por si acaso algún día doliera vivir. ( Pero lo que atesoras y no vives no te lo vas a poder llevar al más allá, ese lugar que estoy convencida que existe y es un borrón y cuenta nueva -infernal o celestial-)

Ser mediocre es a veces tentador. Podría vivir  lanzando brindis al sol, lo cual, ya digo, es fácil. Vivir diminutamente, dando la espalda a los daños colaterales. Una vida cobarde, para qué nos vamos a engañar. (Pero a veces, una piensa si el valor no estará sobrevalorado)

Lo bueno es que puedo hacer ensayos de mediocridad, a ver qué pasa. Ensayos para ver si así soy más humilde. O más simpática. O más noble. La nobleza. Si a base de mediocridad pudiera tener más nobleza de carácter, más decencia, menos envidia, sería mediocre a morir. Hago ensayos a ver qué pasa pero en vez de ser una Mar elegante y buena contendiente, me transformo en un ser mezquito con voz de ultratumba.

No queremos ser mediocres y mi propósito es no caer jamás en la tentación. Tener el coraje de inventar nuevas salidas y avanzar a codazos aunque el callejón sea estrecho y esté lleno de trastos.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Pollas que amargan vidas

Cada día me cruzo con la misma gente camino del trabajo. Treinta minutos caminando dan mucho de si, para cruzarse con las mismas caras, para pensar un ratito en quiénes serán y para pensar en mis cosas, que es en lo que ocupo casi todo el tiempo. Me cruzo cada día con una madre con sus dos chavalines. Ella está famélica y siempre va cabreada, con los críos o con el mundo en general. Los críos son una medioadolescente de unos doce años y un chavalín de unos once. Los tres huelen mal, a sudor rancio y visten pobremente. Esta mañana, la madre iba como siempre, hablando en voz alta, pero no iba regañando a los críos. Decía algo así como:

Ese se cree que va a poder conmigo. A mi no me amarga la vida una polla, como siempre digo.

Los críos  iban detrás de ella, con cara de circunstancias. Supongo que están acostumbrados a las malas maneras de su madre. Yo, precisamente, iba pensando en mi amiga C., a la que una polla está amargando la vida. Este verano su pareja, a la que llamaremos el Heavy, la dejó. Puso como excusa que pasaba un mal momento, que estaba con una Depresión Muy Fuerte, que no era culpa de ella y blablabla. Ella se pasó el verano llorando y lamentando lo mal que el pobretico Heavy lo estaría pasando.

Es fácil dar palabras de ánimo y consejos de superación. El Heavy, que es un pedazo de cobarde, en realidad no está pasando por la Depresión, porque ya lo han visto por ahí rulando con una piba. Tres meses después de romper con mi amiga. Huele un poquito a chamusquina. Y ya digo que es fácil darle a C. consejos, animarla para que mande a tomar por culo al Heavy y se vuelva a poner el mundo por montera. Pero ella, ahora, lo que siente es una terrible humillación. Una polla gilipollas le está amargando la vida.

Mi madre, la filósofa, siempre nos lo dice, a mis hermanas y a mi: A mi un tío nunca me hará llorar. Si un tío no me quiere, que se largue con viento fresco. Nosotras, mis hermanas y yo, le decimos, sí, mami, pero tú lo dices porque papá te quiere y siempre te querrá. Pero no es tan fácil, que del dicho al hecho va un largo trecho. No es tan fácil, pero se puede y se que mi amiga C. lo acabará logrando. Hay pollas que son perfectamente prescindibles.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Zen, deseos.

Pedro  es la única persona que practica el budismo que he conocido. Él me hablaba largo y tendido sobre el zazen, me explicaba la posición para meditar, su ambición de ser un buen budista y fundamentalmente, desprenderse de todos los deseos. Quizás para él era más sencillo que para mi, porque en aquella época el tenía casi cuarenta años y yo tenía veintipocos,  lo deseaba todo y estaba dispuesta a comerme el mundo para ello. A veces me gusta pensar que yo fui el último deseo -inmoral- de Pedro y que, después de mi, alcanzó la plenitud zen.

Ahora, a punto de cumplir los cuarenta y cuatro años, tengo un buen puñado de deseos locos. Me acompañan y me dan calor. A veces les paso la mano por el lomo, que se eriza y me hace cosquillas. Me he acostumbrado a la compañía de mis deseos y, normalmente, no me dan mucha lata. A veces les echo de comer. A veces, mis deseos se reproducen, porque los deseos son entes promiscuos que no tienen reparos en fornicar y dar hijos al mundo. Los nuevos deseos son acogidos en mi hogar, les echo un vistazo y me despreocupo. Suele pasar en familias numerosas.

Yo jamás sería una buena budista. Soy demasiado sureña y apasionada. Me gusta vivir, tocar, probar, arriesgar, tirarme en picado. Jamás podré desprenderme de esos deseos tontos, locos e irrealizables. Qué más me da. En el fondo son buena gente y no me molestan para dormir.

martes, 22 de noviembre de 2011

Popularidad

- Mamá, ¿tú eras popular o impopular en el cole?
- ¿Yo? Popular.
- Pues yo soy impopular.
- ¿¿¿¿ ... !!!
- Bueno, no, en realidad soy normal.
- Yo tampoco era popular. También normal.
- Ah, vale.
- ¿Sabes que les pasó a las que eran populares en mi cole? Ahora las veo por la calle y están gordas, feas y viejas.

En realidad, la mayoría de las veces, en el cole, yo transitaba en el ambiguo estrato de la normalidad. Ese en el que no destacas necesariamente por nada. Buenas notas, sin ser repelente. Buen comportamiento, sin ser una pava. Pero a veces era popular. Y otras, impopular. Fueron unos años muy moviditos.

Situación A de impopularidad: clase de gimnasia.

Eres impopular si no sabes saltar el potro (ya no se salta al potro en Educación Física, qué tiempos). A mi me costó, pero acabé saltándolo. Pero también había cachondeo si saltabas y dabas con el culo en el potro. Eso me pasaba con cierta frecuencia. Las populares siempre saltaban al potro con gracia y donaire.

Situación A de popularidad: agitación de masas.

En sexto lideré una manifestación para exigir que la señorita sustituta no se fuera, porque le habíamos cogido mucho cariño. Además, la maestra a la que sustituía era una bruja. Organicé la salida de las niñas de la clase, hasta el patio, con pancartas a boli y consignas de "Que se quede la señorita!". Me enfrenté al director y al de matemáticas, ahí, con un par. El de matemáticas no daba crédito. Ese día fui extremadamente popular.

Situación B de impopularidad: jugar al matar.

En el baremo de impopularidad, quedar de las últimas para formar equipo es un buen indicativo. Que las populares no te quieran en su equipo. Que te maten con el balón a la primera. Que dejes escapar el balón porque tienes los dedos de corcho. Ser una pava jugando al matar quita muchos puntos.

Situación B de popularidad: organizar una campaña ecologista


Por ejemplo, de defensa de los tiburones y contra el mucho daño que estaban haciendo Spielberg y Tiburón. Junto a mi compañera Isa, planifiqué una bonita y apasionada campaña con manifiestos en pro del derecho de los tiburones a comer carne humana. Isa hacía los dibujos -tiburones con las fauces sangrientas-. Esa campaña nos dio un enorme prestigio en octavo.

Moraleja: si eres mala y matas por ser popular, acabarás siendo fea, gorda y vieja. Si la popularidad te la ganas acumulando buen karma, acabarás como yo. 




viernes, 18 de noviembre de 2011

Cutreciudad



Mi cutreciudad fue bonita una vez. Esa escalera tuvo que ser magnífica y la vista desde lo alto, bellísima. Escaleras como esa, hay varias en mi cutreciudad. Fachadas arruinadas, edificios imposibles, plazas sin sentido. Mi cutreciudad se ha quedado fea y descuidada y, como suele pasar, a más descuidada, más implacables somos con ella.

Si preguntas a cualquier habitante de mi cutreciudad, te soltará pestes de ella y también un amor desbordado. Es duro de llevar. Poner de vuelta y media este desastre urbano es tan fácil. Y amarla ... no conozco a nadie que no la eche de menos cuando se va lejos. Mi cutreciudad es un desastre, pero como todos los hijos desastrosos, se le coge cariño, un cariño desmedido e irracional, es una ciudad de mierda, pero la muy bastarda se hace querer.

En mi cutreciudad guardo recuerdos, citas y esperanzas, secretos, mi primer beso de amor, despedidas, proyectos de aventura, encuentros, tardes de pipas y confidencias, noches de borrachera, música, escapadas, lágrimas, cabalgatas de Reyes Magos, abrazos, reencuentros, esperas, primeros pasos, bares, tiendas, colegios, quioscos, esquinas, callejones, escaleras.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Historia vs. novelón


Éste tochaco de Historia de Roma dormía el sueño de los justos en una estantería. Ayer lo rescaté, está viejo y las hojas gloriosamente trabajadas, como un veterano legatus del frente germano.

Su rescate debe agradecerlo al novelón -otro tochaco- de la derecha. Va de la dinastía Flavia y de lo malo que era el Imperator Domiciano. Tan malo me lo pinta Santiago Posteguillo que no me lo creo. Tan malo no podría ser. Yo no recuerdo a Domiciano tan malo. A Calígula sí. A Nerón también. Incluso a Cómodo, aquel emperador que quería ser gladiador, el imbécil (Cómodo siempre tendrá la cara de Joaquin Phoenix).

Por eso rescaté el tochaco del camarada Kovaliov y ahí estaba el Imperator dándole caña a los catos, a los dacios y a los legatus rebeldes. Metiéndose en el bolsillo a la plebe a base de espectáculos y demagogia. Ampliando el Coliseo. Todo lo malo que un autócrata temeroso del veneno y la puñalada trapera podría llegar a ser.

Pero prefiero la novela. Me he vuelto frívola y perezosa y el novelón es un gustazo por las noches. Las conspiraciones, la sangre en la arena, los aullidos de los catos cruzando el Rin, ese Trajano imperturbable, manteniendo el tipo... es brutal. Bendito sea recordar.

martes, 15 de noviembre de 2011

Reuniones de trabajo

Vengo de una reunión, que en mi trabajo no se llama así sino que utilizamos otro nombre raro y repelente.

Hoy me pinté los labios de rojo, aunque me gustó más mi cara por la mañana. Me puse rojo en los labios para ir a juego con un jersey rojo que me pongo por segunda vez. Cuando hago eso me parezco muchísimo a mi hermana, la pequeña. Me gusta ir copiándola, lo cual es un poco patético, que la mayor copietee a la chica, pero es que ella tiene un estilazo y yo soy una pardilla. 

Yo siempre acudo a las reuniones henchida de ganas que luego se me van desinflando. Como buena Capricornio, yo soy tremendamente práctica. No me gustan las disgresiones y le saco partido a cada minuto -en mi despacho compartido da gloria verme-. Cuando me ha tocado "liderar" alguna reunión, siempre he terminado sacando al alien borde, para que la gente no se disperse y sobre todo, no cotillee. Este año, no me toca "liderar" ninguna reunión de nombre repelente, así que pongo cara de buena y dejo el tiempo correr.

En realidad, es un problema de chulería.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Pedante

Cuando soy pedante a E. se le pone dura. Es uno de esos misterios masculinos. Una se pone ingenuamente a escribir sobre libros que lee, sobre cuadros que ama, sobre el teatro que ha visto y la reacción deviene en erección. Yo creo que es por la mezcla de pedantería e ingenuidad. Porque mi pedantería no es de las malas, de esas que van aplastando al que tienes delante. Yo soy una pedantilla humilde, que usa su blog para molar, pero en el fondo, en un bis a bis, soy una pava que habla poco y sólo sabe sonreir.

Si me encuentras en una reunión, yo soy la típica que se queda en el fuego cruzado de frases. La gente se pone a contar sus batallitas y yo soy la que se queda atrás, hago así, mmm, ejj, ahmmmm, pero siempre hay un listo que se me adelanta. Claro que a veces, cuando pillo la vez, te puedo soltar una frase brillante, o una frase graciosa -no olvidemos que vengo de familia carnavalesca- y hago que la gente se parta de risa conmigo. Pero la pedantería de viva voz no me suele salir a no ser que esté en petit comité y con gente de muchísima confianza. Entonces, cuando suelto mi chorrada pedante, siempre hay un alma caritativa que me hace aterrizar. Por eso digo que no soy mala. 

Y aquí, pues seguiré de vez en cuando con mis gilipolleces, porque si el resultado es el que arriba expongo, no hay mal que por bien no venga.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Teatro

En mi cutreciudad no hay teatro. Escribir ésto no saben cuánto duele. Qué verguenza reconocer que hace años que no veo una función de teatro. Yo que iba para actriz. Yo que protagonicé ¡una! obra -y ese día único de representación me vi cruzando alfombras rojas y todo (pero qué coño, fue un gran día).

Hace años que no veo una función pero si que he visto a algunos grandes. A Verónica Forqué y a Luis Galiana en Ay, Carmela, y conseguí sus autógrafos a la salida. A Luis Merlo en Calígula y estaba tan cerca que le veía escupir en sus monólogos. Los Dagoll Dagom, a Charo López, a gente maravillosa que se dejaba la piel en escena y me hacía sentir una terrible envidia por no estar ahí.

También he visto obras ridículas, ese teatro insoportable que quiere decir GRANDES cosas y se queda en grandilocuente. Obras que se representan con soberbia y el objetivo de epatar... recuerdo que cuando salía de ver funciones así me encendía un fortuna y miraba a la gente que venía conmigo de reojillo. A ver quién es el listo que dice algo. A ver si alguien se atreve a decir que ha sido una pasada de obra. Y siempre había algún carajote que lo decía.

Lo cierto es que la gente con la que solía ir al teatro eran gafapastas del tipo carajote y probablemente yo tenga muchos prejuicios aún hacia ese tipo de gente del teatro. Eran muy víboras. Recuerdo noches de beber y rajar de otros grupos de teatro de la localidad. Y luego, cuando te encontrabas con la gente de esos otros grupos, mucho jijijaja. Pero, aún cuando les guarde inquina, fueron el medio que me llevó a ver teatro, buen teatro y teatro nefasto, que también es conveniente ver, para aprender humildad.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Decoración de interiores


Camelot 3000
La primera imagen que decoró este blog fue la portada de Camelot 3000. El ejemplar que tengo es una edición de los 80 y la encontré en un puesto de libros de ocasión. Es un ejemplar viejuno y manoseado, con algunas hojas sueltas y huele un poco a rancio. A poco de conocernos, E. y yo hablamos de este cómic y yo empecé a pensar en casualidades, paralelismos y tontaditas así.

El cuadro de Lucien Freud
Es bastante evidente: ponerlo en lo alto del blog declaraba todas mis intenciones erótico-cultas. Como ir diciendo, ojo, ésta es una cachonda pero sabe de arte.

La foto del perfil
Es una foto de estudio de Fay Wray para la promoción de King Kong. La he utilizado en varios sitios porque también daba el pego de ojo, ésta además de pintura sabe de cine clásico -que mola más-. Además, queda como una imagen muy sumisa pero poco vista. Y además King Kong es una peli mítica de mi infancia, que ya lo tengo escrito por ahí.

Las citas de Camelot 3000 y de Rayuela
Las dos hablan de casualidades y del eterno retorno que son fantasías muy adolescentes que permiten conciliar muy bien el sueño. Son compatibles con hacerse mayor y dan calor y esperanza. Además, Rayuela es una novela mítica de juventud-aunque ya muy denostada por mi parte-.

La letra de Roxanne
El primer disco que me compré fue Synchronicity. El primer baile lento que bailé fue Every breath you take. Es que The Police son muy míos y yo soy una criatura de los ochenta. Yo usaba el nick de roxanne porque molaba mucho (además ya lo he escrito antes) y E. se fijó en mi gracias a él -aunque me confundió con Cyrano-.

La cita de Borges
Ojo, yo no soy la típica que va de pedante y cita a Borges -pedante soy pero Borges me parece sobrevalorado, aunque en ocasiones sea grandioso-. Pero Emma Zunz fui yo una vez y también es cierto que a veces sólo son falsos uno o dos nombres propios, que así la vida resulta más fácil.