domingo, 23 de noviembre de 2008

Señor feudal

E. tiene la paciencia bendita de explicarme lo que siente como Amo. Pero por mucho que me lo explique yo seguiré sin llegar al fondo. Es una cuestión de empatía.

Esta mañana E. me ha usado, lo cual me ha puesto cascabelera. Y colorada. Ese rubor que me sale cuando estoy cascabelera. No es un rubor de verguenza. Es otra cosa. Pero si hubiera sentido la mitad de lo que sentía E. esta mañana, ya no hubieran sido cascabeles. Una emoción huracanada, habría sido.

Entiendo la teoría: qué placer inaudito debe ser poseer una esclava. Lo que pocas personas pueden vanagloriarse de tener, E. lo tiene. No es envidia -cosa rara, porque soy envidiosa, pero no con E.- Es sencilla curiosidad, o más bien intriga. Emociones intrigantes que nunca percibiré.

No me gusta utilizar las palabras tan trilladas que suelen usarse en el BDSM más florido. Porque no hay nada florido en el desempeño del poder. PODER. Con mayúsculas. Utilizar a una persona para el placer personal. USAR. Con el absoluto y duro significado que tiene la palabra. Uso consentido. Reconforta, sentimos que así es como debe ser, nos sentimos dignos en nuestra piel, en nuestros actos. Reconforta.

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