domingo, 9 de septiembre de 2012

Unificado y Polivalente (2)

Había dos institutos públicos para elegir y yo me quedé con el más pijo. Fue un error fatal. El instituto de los cafres tenía, como podrán suponer, una malísima fama y casi ninguna de las niñas que estaban conmigo en el cole iba allí. El instituto de los pijos, en cambio, decían que tenía mucho nivel y que no te hacían novatadas -eso sí era cierto-. Mi amiga AB fue al instituto de los cafres y los años del BUP se los pasó bomba. Yo fui al instituto pijo y encontré que los pijos-cafres son una terrible combinación.

En Primero me pusieron un mote horrendo -pero todo el mundo tenía motes horrendos en Primero-. Los muy cabritos acertaron con mi mote, me venía al pelo y lo llevé con honor todo el curso. A partir de Segundo, gracias a Dios, se fue olvidando. O no hacía ya gracia. 

No conservo a ningún amigo de entonces, en realidad sólo me hice amiga de M.M., y se que fue por pura conveniencia porque casi no tenemos nada en común. Ella era tan tímida como yo pero no excesivamente pava y a veces sacaba su genio. Nos sentábamos juntas, rumiábamos nuestras penas, hacíamos planes, lo típico. Ambas nos encontrábamos en clase en una especie de tierra de nadie. Yo no era del grupo de las pavas aunque siempre me ponía colorada cuando me preguntaban en clase -y la clase, obviamente, lo hacía notar-.  Tampoco pertenecía al grupo de empollones porque aunque siempre he sacado buenas notas también suspendía Física y sacaba aprobados justos en Matemáticas. Y, horror, suspendí un trimestre la Educación Física por culpa del voleibol -eso sí que es ser pava-. 

No era de las guapas, pero las había mucho más feas que yo -y eso me satisfacía-. No era de las enteradas, pero a veces, en los debates, sacaba a la líder que llevo dentro y -aún poniéndome colorada- era capaz de defender con pasión mis ideas. Me sentaba en medio, al lado de M.M.,  nunca delante con los pelotas, nunca atrás con los petardos. 

No recuerdo a casi nadie. En realidad acabé detestando a casi todos. Cuando me fuí, al acabar Tercero, supe que jamás tendría nostalgia de esos años. 

4 comentarios:

May Mercurio dijo...

Todos tenemos una época que no queremos recordar, y la adolescencia la pintan siempre como un estado magnifico, sí, sí, emperatriz.
(ains con los motes, no nos escapábamos nadie, jajaja)
Un beso! :)

Mar dijo...

La facilidad de algunos en poner motes clavados... eso si, en otras cosas cateaban!!!

Un besote.

Anónimo dijo...

Un tiempo no demasiado bueno. ¿Una mala elección? o tal vez una etapa de aprendizaje necesaria. ¿Quién sabe?
Besos & abrazos

Mar dijo...

Aprendizaje, James,que hasta de lo malo se aprende. Un beso.