domingo, 21 de marzo de 2010

Qué piensas

Él me pregunta Qué piensas y yo enmudezco. O sigo muda porque cuando Él habla no le interrumpo. Es fácil escuchar a E. porque utiliza las palabras con precisión, tiene el rigor y la disciplina de un cirujano. Es hábil, rápido y -lo he dicho muchas veces- Su voz está llena de matices. Cuando habla suele ser vehemente, mueve los brazos, agita la cabeza y Sus ojos, a veces, son acero.

Me quedo muda aunque mientras habla noto cómo hurga en mi cerebro. Su voz, Sus palabras son un bisturí que realiza cortes profundos en mi materia gris. Cortes que a veces sangran y otras veces sanan.

A Su frecuente pregunta, Qué piensas, me salen balbuceos en lugar de respuestas coherentes. O directamente enmudezco. Cualquier cosa que dijera, pienso, sería una banalidad. Así que alargo el silencio hasta que duele. Pero prefiero que duela a parecer banal.

Tengo respuestas a Su pregunta, lo se, porque las respuestas siempre son las más sencillas. Lo que ocurre es que tardo en darme cuenta. Las respuestas no deberían tener pretensiones. Él me pregunta qué pienso y yo no debería empeñarme en responder aquello que salve vidas y limpie los caminos. Sólo es una pregunta, tan sencilla.

No hay comentarios: