martes, 23 de diciembre de 2008

Mi torpeza en los argumentos

No me gustan las personas que se declaran apolíticas. No voy a disertar sobre el tema, que no merece la pena; es sólo que me da pie para admirar a E. un poco más si cabe. A veces le escucho explicarme sus opiniones políticas y me quedo pasmadilla. También envidiosa, todo hay que decirlo. Envidio su capacidad de argumentación, tan clara y minuciosa.

Me gustaría saber argumentar como Él y poder explicar mis opiniones, que las tengo. Opuestas, en ocasiones a las suyas. No por ganas de discrepar por discrepar, o por retarle o por enfrentarme. Qué absurdo. Es por el simple placer del debate. Y por mostrarle mis pensamientos, quizás mostrarle mi capacidad de pensar y opinar como animal político... la manía de no aparentar ser una más.

Pero, agggg, no me salen los argumentos. Balbuceo, me bloqueo y concluyo pensando que no merece la pena. Además, peco de simplicidad en mis pensamientos. No lo considero algo negativo, la simplicidad tiene su encanto, el encanto de lo naif. Simplicidad en mis ideas políticas y religiosas. Sencillez y probablemente verguenza de no mostrarme complicada y abstracta. No soy muy abstracta yo.

Como muestra del lío que me he hecho y que corto ya -y ya sabemos ambos uno de mis motivos para cortar- este vídeo, de una de las mejores películas que se han filmado jamás:

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