martes, 2 de diciembre de 2008

Leyendo Tribus de Gor

Anoche estuve releyendo la única novela sobre Gor que tengo: Tribus de Gor (es un lío, ni se qué lugar ocupa en la serie). La releía por encima, de una manera anárquica y deteniéndome en las escenas con kajira por medio.

Pensaba yo anoche, qué pedazo de desalmados esos goreanos. Tratan a las kajiras como ganado, arropándose en esa frase enigmática -que ni John Norman entiende- Gor no es justo, Gor es Gor. Pero también pensaba que, si le quitas la manía de ir vendiendo kajiras como se vende una vaca, si le quitamos esa desagradable costumbre... tampoco son malos chicos.

Antes de conocer a E. ya había leído cosas sobre Gor, lo que aparece aqui: http://www.mundogor.com/

Me resultaba un tema exótico y me gustaba mirar las posiciones de las kajiras. Muy instructivas. Pero nada más.

Ahora E. me llama kajira. Pienso en Él y perfectamente puedo imaginarle como Señor de Gor. Es que le viene ni pintado: ese cráneo rapado, la barbilla orgullosa. El tórax amplio, las caderas estrechas, las piernas fuertes. Su carácter, los conceptos e ideas que me va desgranando, el espacio y tiempo ideal en que querría moverse, ese espacio y tiempo que me ha acogido. Nuestro espacio y tiempo.

La segunda vez que hablamos aparecieron imágenes goreanas. También comentamos algo sobre Conan, que, aunque no tiene que ver con Gor, tiene una imaginería que podría ser similar. Al menos me gusta pensarlo así. Ésta es la escena que da comienzo a Conan, el Bárbaro. Una escena impresionante.

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