domingo, 11 de diciembre de 2011

Rosas

´Tis the last rose of summer
left blooming alone;
all her lovely companions
are faded and gone.

THOMAS MOORE (frag.)

Una vez tuve un sueño con rosas. Estábamos en la Plaza y vi una, pequeña, apenas abierta y blanca. La corté y se la ofrecí a Pako. Tenía frío y él me echó su chupa de cuero sobre los hombros. Sentí un amor agradecido y puro que me acompañó al despertar y durante todo el día. Desde entonces dejé de estar desesperada por Pako. Estaba empezando la primavera y el patio de mi abuela se llenaba de rosas. Cada vez que las miraba pensaba que sería capaz de sentir por aquel hombre lejano un amor más sosegado, más profundo y tierno. Y que ya no me dolería más.

Años más tarde, compré tres rosas para una Fiesta de la Primavera. Llevé dos en el escote. La otra se quedó en mi cuarto. En la fiesta, mi profesor se paseaba revuelto, le llamaban, acudía aquí y allá. Yo le perdía de vista y le volvía a encontrar. Finalmente pude ofrecerle una de mis rosas. Pero la perdió y ya no supe más de él hasta la vuelta de las vacaciones de Semana Santa.

Quedó la tercera rosa, algo mustia ya, que contempló mi encuentro con J.L. aquella misma madrugada. Ese encuentro que yo propicié en una cabina de teléfono, tras la fiesta y aún borracha. Fue un encuentro por despecho, porque yo soy así, pero al fin y al cabo, fue bastante hermoso y excitante.
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Ayer encontré este texto entre cuentos y poemas viejos. Todos son un horror. Cursis, llenos de adjetivos, insufribles. Éste es el único que podría salvarse de la quema (aunque le he quitado adjetivos y he acortado frases). El fragmento del poema que le acompaña es un ejemplo de cómo llevo años siendo una pedante.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Memoria Sentimental...
Ay Mari, :) ya tenemos de eso.

Como pasan los años, las vueltas que da la vida. Y sin embargo, cuanto de esas chiquillas nos queda todavía.

Como dijeron los Rodriguez en su día... Brindo por las mujeres que derrochan simpatía.

Bicos Sureña, con aroma a rosas blancas de invierno.

de M a M

Mar dijo...

Tú no sabes cuánto me gusta encontrate, niña. Tanto como escribir post melancólicos cuando estoy en estado ídem.

Yo también te mando besos, de esos cálidos y gustosos, como cuando nos ponemos al sol en invierno.