martes, 16 de febrero de 2010

The rain in Spain

No recuerdo un invierno más lluvioso. Creo que no ha habido, desde diciembre, una semana seguida de sol, ni diez días seguidos sin lluvia. Cuando llega la noche me duelen los huesos de la pierna, Dios santo, escribirlo queda patético, pero la humedad nos está matando.

La gente se saluda diciéndo: "Otra vez lloviendo" y cosas así; el lunes tomé el autobús y todos los jubilados que entraban le decían al chófer: "No vea como llueve", porque no veas como ha llovido, ayer se desbordaron varios ríos y las calles van enfangadas. No se en Cádiz, pero qué lástima de Carnaval.

Pero no le echaré la culpa a la lluvia ni al reuma (tela patético). Esta mañana yo estaba superchinche por nada -la cualidad del superchincheísmo es estar así sin motivo-. El superchincheísmo implica enorme susceptibilidad y parquedad expresiva. También podría acharlo a hormonas revueltas, pero no. Seamos honestas: hay días en que estoy para darme dos tortas, como decía mi abuela. Bien merecidas. Yo le pedía -sin palabras, por la parquedad expresiva- a E. que me las diera bien dadas.

Yo creo que, a esta hora, ya se me pasó la tontería. Las cosas vuelven a su cauce. Aún amenaza lluvia y las previsiones son lluvia hasta lo menos el viernes. Pero yo creo que, aquí dentro, todo vuelve a su cauce.

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