jueves, 11 de febrero de 2010

Arrogancia intelectual

Creo que para la mayoría de los Dominantes el placer de educar a la manera Pigmalion a una sumisa tierna como un corderillo es así como infalible. Lo creo por lo que leo, los Señores Dominantes se esponjan como leones ante su presa. Ahora escribo con arrogancia, claro, porque en este tema me sale espontanea y no se bien cómo disimularla. Bueno, es que si la disimulara ni este post tendría sentido ni yo sería la que soy.

El caso es que, lamentandolo mucho (sincero lamento), a E. no le puedo dar ese gusto. Tengo un ego del tipo intelectual tan subidito que no hay modo de pillarme por ahí. Lo he intentado, pero como decía en el anterior post, no quiero nada falso e impostado. Así que cuando he interpretado el papel de "qué ignorantuela soy, Amo", pues ha sido un fracaso total.

E. y yo somos dos puñeteros intelectuales: tenemos la misma carrera universitaria y lo que Él sabe lo se yo -más o menos-. Leemos, sabemos de todo, somos dos pitagorines engreídos. Mi arrogancia intelectual me puede. No soporto sentirme observada con superioridad en el ámbito intelectual, no soporto ser educada, enseñada, en estos ámbitos, según el metodo expositivo tradicional. Digamos que prefiero el diálogo socrático.

En fin, que me detesto y me enorgullezco a la vez. Me gusta mi arrogancia intelectual y al mismo tiempo desearía ser humilde, ser toda una Eliza Doolittle, salida del arroyo y sin gota de saber. Como siempre, desearía ser todo para E.

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