lunes, 9 de noviembre de 2009

Soy una suma

La entrada de hoy del blog de desconvencida trae un framento del final de Los restos del día, la magnífica novela de Kazuo Ishiguro. Mrs. Benn, que siempre resultó ser una mujer sabia, muestra a Mr. Stevens cómo ha aceptado su vida tal y como es y no se permite debilidad alguna imaginando otra vida posible.

Cuando hablo de aceptar nuestras vidas no me refiero a ser conformista con lo que nos viene. Hablo de aceptar lo pasado y deglutirlo, transformarlo en algo creativo en nuestro presente. Hablo también de reconocer que somos lo que somos por nuestras vivencias anteriores. Todos los fracasos, todos los logros, cada una de las experiencias nos conforman en las personas que somos ahora.

Con veinte años yo no era así, qué perogrullada, pero quiero escribirlo. Con veinte años yo era aún una jovenzuela con miedos tremendos y una enorme necesidad de reafirmación. Iba de rebelde por conveniencia y para agradar, fantaseaba con ser amada para siempre por un chico rubio, fantaseaba con hacer grandes cosas, las cosas típicas de una veinteañera: teatro, Greenpeace, barricadas, besos en cada barricada. Fantaseaba con ser amada para siempre de la manera que fuera. Sentía que todo estaba en el aire y por vivir, era pura energía fantástica.

Con treinta años tampoco era así, era una mujer joven con ganas de ser madre, ganas de viajar, ganas de amueblar mi piso nuevo y que estuviera siempre perfecto. Me angustiaba no tenerlo todo bajo control: mis hermanas se marchaban de casa, cada una buscaba su lugar fuera y yo me angustiaba por ello. Quería salir de marcha, quería quedarme en casa, quería ser la mejor cocinera del mundo, quería ir al campo y al cine, quería hacer el Camino de Santiago y tumbarme en la playa. Quería agradar a todos, controlar la felicidad de todos. Hice algunas cosas, algunas me salieron de manera diferente a mis planes, pasó el tiempo y me acomodé a no ser perfecta.

No era mejor con veinte ni con treinta. Era diferente o eran diferentes mis necesidades y mi forma de plantearme la vida. Creo que ahora soy mejor persona, soy la suma de cuarenta y dos años, puedo ofrecer la experiencia de cuarenta y dos años. Estoy agradecida por ello.

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