martes, 10 de noviembre de 2009

Contra la mediocridad


W. TURNER. El ángel que está en el Sol

Hace unos días escribía que ni E. ni yo somos unos mediocres. Querría aclarar lo que entiendo por ello, sobre todo por aclarármelo a mi misma. No ser mediocre no es ir de guay, ni hacer cosas extraordinariamente extraordinarias. No es creernos superiores por lo que somos o lo que hacemos. Eso es cutre y ... mediocre.

E., yo misma, somos lo más normalito del mundo (aunque E. está muy bueno, E. es guapo como un ángel victorioso. Ejem, yo misma tampoco estoy mal, para que ponerme en plan falsa modestia). Pero somos lo más sencillo, natural y poco extravagante que hay sobre la Tierra. Vivimos de la manera más cotidiana y nuestras aficiones, nuestra forma de vestir, nuestro modo de vida es de lo más corriente.

Pero no somos mediocres. No solo por nuestra relación D/s, que también, porque reconozco que no entra dentro de los que consideramos vida convencional. No somos mediocres por algo que va más allá de la relación D/s que estamos construyendo poco a poco. Es la forma de afrontar la vida, que yo identifico con el espíritu del Romanticismo del XIX. Cada uno de forma diferente, no la describiré, pero si que lo hacemos de forma poco convencional.

Muy diferentes, lo cual quizás nos acerca puesto que nos esforzamos en adaptarnos y nos escuchamos. Muy diferentes pero similares en el fondo y en los objetivos: ¿Por qué hacer lo que hace la mayoría? ¿Por qué mi vida, nuestra vida debe regirse por los cánones usualmente aceptados? No hablo sólo de vida D/s. Hablo de TODOS los aspectos de nuestra vida.

Ocurra lo que ocurra, ahora, hay momentos en que tocamos el cielo.

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