viernes, 6 de noviembre de 2009

Segunda parte

Lo escribo de forma poética: E. volvió a por su esclava; el señor de Gor, arrogante y curtido en mil batallas, luchando por salir de una ciénaga de esas traicioneras que también hay en Contratierra, llamó a su kajira y ésta acudió. Casi limpiamente, cuatro días que en Gor no son nada. La kajira tardó cuatro días en atravesar el territorio yermo que la separaba de su único Dueño.

Tenemos nuestra segunda parte, día a día E. está aquí pero no sólo por ello nuestra segunda vida es mejor que la anterior. Hay cambios que a personas de talla mediocre podrían parecer no digo insuperables, sino de locos superar. Hay dificultades que no son tal porque cuenta el tiempo, cuenta la dedicación, cuenta la paciencia, y cuenta lo condenadamente que nos queremos.

No somos mediocres pero tampoco somos inhumanos. Se mis debilidades y Él conoce las suyas, las compartimos y hablamos de ellas, joder, las vamos superando unos días peor pero otros días son la hostia, no somos inhumanos pero podemos llegar a ser dioses (Él más que yo, naturalmente).

Lo cotidiano se entrelaza con lo mágico, vivimos en un Gor de calles asfaltadas y mercadonas; vivimos en una ciudad de llanuras inmensas donde la kajira se humilla y el Amo la acuna para dormir. Una ciudad donde E. me somete, me cuida, me dirige, me cuenta y aguanta mis chistes. Una llanura donde su kajira se pavonea, danza para Él, humedece sus labios para besos e intenta confortarle y cuidarle como ella sabe hacer las cosas, con toda el alma.

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