sábado, 23 de mayo de 2009

Teclas

Esta mañana no encontraba el despertador. Con los ojos pegados de sueño, fui incapaz de saber dónde estaba. Como es sábado, mi único interés era saber la hora y calcular cuánto quedaba para levantarme, una hora que fuera prudencial. No me gusta levantarme tarde y que se me eche el día encima. Tenía sueño, entraba poca luz por la ventana. Me levanté y busqué el teléfono que guardo en un cajón.

Apagado, a veces lo enciendo y borro los sms de telefónica. Esta mañana lo encendí para saber la hora. Pulsé la contraseña, tumbada en la cama, eran las siete y media. Pulsé las teclas que sabía de memoria, las teclas de cada mañana, hasta febrero. Pulsar teclas es fácil. Es un acto mecánico aunque el corazón vaya a mil. Detenerse con plena conciencia, decir, hasta aquí, es lo difícil, te arroja a una estúpida inconsistencia.

A las doce apagué el teléfono y lo volví a guardar en el cajón.

No hay comentarios: