lunes, 11 de mayo de 2009

Definir afectos

Leo a menudo textos donde se teoriza y se intentan definir los afectos. Es una manía, esa que leo, que me resulta incomprensible. Se pierde el tiempo definiendo, se gastan letras, se gastan neuronas de pensar. Hay mucha neurona malgastada por ahi, en cosas en las que poco tienen que decir.

Soy una orgullosa de remate en mi proclamación bestia de los afectos. Estoy orgullosa de ello. Soy cobardica en muchas cosas pero, ay, amigo, a la hora de querer... me sumerjo en plan osado. Soy una combatiente de los afectos. Palabras que para mi no tienen definición ni nombre. Escribo afecto por no poner cariño o pasión o amor. A veces no graduo. O más bien, no me paro a pensar en ello.

Insisto, me enorgullezco y siento profunda pena por aquellos que se bloquean, se automarginan y declaran su incapacidad de amar (o querer, o ...). Insisto también en el heroísmo que ello implica. Probablemente es el único heroísmo del que soy capaz. Es un heroísmo bruto: te quiero. A ti. A ti. A ti. Te quise. A ti. A ti. A ti. Guardo tu espacio. No te soy exclusiva. Tu espacio es único pero tengo más espacios. Es un heroísmo a hierro y temerario, así que probablemente no sea heroísmo. Es la carga de la brigada ligera, avanzar digna y audazmente hacia lo sublime. Nada más sublime, nada más digno de vivir.

Los afectos tienen una maravillosa cualidad: son capaces de multiplicarse en progresión geométrica.

No hay comentarios: