viernes, 3 de abril de 2009

Respirar, profundo, respirar.

EDWARD HOPPER, Rooms by the sea.

Hablando hace unos días con mi galleguilla predilecta, reconocíamos que el mundo virtual nos hace encontrar personas que son tesoros. Además de la galleguilla -y otra gallega más que no se si me lee, pero es adorable, que lo sepa- , hay ... joder, está mi E. de mi alma y de mis desvelos. Está Él, que ahora no me lee y no se si me leerá más, no se nada nadita. Pero miro arriba, ese cuadro tan bello y pienso que todo está bien.

Respiro, profundo. He encontrado a una mujer que llevaba mucho queriendo encontrar y ha sido lo que esperaba. Esperaba comprensión, ternura, calma... Ha sido dichoso y limpio, fresco, bello, como el cuadro de arriba. Un mar brillante.

Por eso estoy contenta. Por eso bromeo por E. y, aunque Él no me llame ya más -seibra, no seas melodramática, contente-, digo, que aunque no me reclame, respiro y todo es horizonte.

Y lo escribo aquí por si algún día vuelvo a ponerme llorona.


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