martes, 28 de abril de 2009

Calles y casas


Sueño con casas con cierta frecuencia. Son siempre casas grandes, de disposición laberíntica. Paseo por los cuartos asombrada, observo; a veces es una casa donde me voy a mudar, en otras estoy de visita. Casi nunca hay nadie conmigo. Paseo sola y me siento dichosa. Suelen ser casas llenas de maravillas. Recuerdo tres. Una estaba al pie de un acantilado, tenía un enorme ventanal que daba al mar. La segunda era un entramado de habitaciones llenas de cachivaches y muebles antiguos, pero muy bien conservados, tapices y alfombras mullidas. La tercera era una casa blanca, llena de luz pero un poco fría, con un suelo de losetas verdes y muebles tapados por sábanas blancas.

Sueño que camino por calles y busco a alguien. Esta noche volví a tener ese sueño. Caminaba por una calle de mi ciudad, de noche, llena de gente de fiesta. Pasaba por delante de portales pintados con graffitis y delante de bares con música y baile. Busco a alguien, necesito encontrarle. Me asomo a las terrazas donde la gente bebe, me asomo a las barras de los bares, callejeo sin pararme ni un momento. Nunca le encuentro.

Hay otra versión de mi sueño con paseo donde estoy en un Cádiz inventado. Es un sueño que también se me repite de vez en cuando. Rodeo todo Cádiz por la playa -cosa imposible, excepto en mi sueño-. Voy desde Cortadura hasta Canalejas, una gran vuelta por la costa. El mar siempre está radiante, azul, con un fuerte oleaje, pero no peligroso. No me baño, sólo paseo por la orilla y me siento en paz. En ese sueño no busco a nadie.

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