martes, 21 de abril de 2009

En mis fotos

Estuve ordenando fotos. Compré tres álbumes (álbumes, qué palabra más rara, tuve que consultar si se decía así) y fui clasificando por épocas y temas. Me gusta tener las fotos ordenadas. Me gusta anotar en el reverso los datos que considero necesarios: fecha, acontecimiento, personas que aparecen. Me han sacado copias en papel de muchas que tenía aquí guardadas. Prefiero verlas en papel.

Lo curioso es que detesto hacer fotos. Muy pocas de las fotos que tengo las hice yo. Nunca entendí la manía de perderse lo que ocurre y capturar el instante de lo que está pasando. En un cumpleaños, en un viaje, en un paseo, nunca se me ocurre hacer fotos. Mis sentidos se centran en lo que está pasando de inmediato, y no caigo en que quizás más tarde quiera conservarlo como recuerdo. Me gustan mis fotos pero si no tuviera ninguna, quizás no echaría nada en falta. Por supuesto, detesto aún más las grabaciones en vídeo. No tengo ninguna.

Miraba las fotos de otros años y caía en la cuenta de que hay escenas absurdas. Y que no nos dimos cuenta en el momento en que ocurrían. ¿Qué hacer con ellas? Las guardo y las miro como objetos de museo.

Me miro yo en las fotos y hay pocas en que me guste como salgo. Mi cara no es fotogénica, o más bien, me abruman las fotos de mi cara y descompongo el gesto. Siempre me dicen que pongo cara de pava. En realidad me agobio, me averguenzo. No me gusta salir en fotos. En algunas, pocas, estoy mona. En esas me detengo, las miro, las remiro y me solazo.

Tengo cumpleaños, fiestas, viajes, días de playa, días de campo, comidas, paseos, días de Reyes, días de Carnaval, bodas, algún bautizo, alguna comunión, reuniones en casas de amigos, reuniones en casa de familiares, ferias con traje de gitana y sin traje de gitana, momentos de intimidad felices y serenos.

También hay fotos que no tengo.

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