jueves, 24 de noviembre de 2011

Pollas que amargan vidas

Cada día me cruzo con la misma gente camino del trabajo. Treinta minutos caminando dan mucho de si, para cruzarse con las mismas caras, para pensar un ratito en quiénes serán y para pensar en mis cosas, que es en lo que ocupo casi todo el tiempo. Me cruzo cada día con una madre con sus dos chavalines. Ella está famélica y siempre va cabreada, con los críos o con el mundo en general. Los críos son una medioadolescente de unos doce años y un chavalín de unos once. Los tres huelen mal, a sudor rancio y visten pobremente. Esta mañana, la madre iba como siempre, hablando en voz alta, pero no iba regañando a los críos. Decía algo así como:

Ese se cree que va a poder conmigo. A mi no me amarga la vida una polla, como siempre digo.

Los críos  iban detrás de ella, con cara de circunstancias. Supongo que están acostumbrados a las malas maneras de su madre. Yo, precisamente, iba pensando en mi amiga C., a la que una polla está amargando la vida. Este verano su pareja, a la que llamaremos el Heavy, la dejó. Puso como excusa que pasaba un mal momento, que estaba con una Depresión Muy Fuerte, que no era culpa de ella y blablabla. Ella se pasó el verano llorando y lamentando lo mal que el pobretico Heavy lo estaría pasando.

Es fácil dar palabras de ánimo y consejos de superación. El Heavy, que es un pedazo de cobarde, en realidad no está pasando por la Depresión, porque ya lo han visto por ahí rulando con una piba. Tres meses después de romper con mi amiga. Huele un poquito a chamusquina. Y ya digo que es fácil darle a C. consejos, animarla para que mande a tomar por culo al Heavy y se vuelva a poner el mundo por montera. Pero ella, ahora, lo que siente es una terrible humillación. Una polla gilipollas le está amargando la vida.

Mi madre, la filósofa, siempre nos lo dice, a mis hermanas y a mi: A mi un tío nunca me hará llorar. Si un tío no me quiere, que se largue con viento fresco. Nosotras, mis hermanas y yo, le decimos, sí, mami, pero tú lo dices porque papá te quiere y siempre te querrá. Pero no es tan fácil, que del dicho al hecho va un largo trecho. No es tan fácil, pero se puede y se que mi amiga C. lo acabará logrando. Hay pollas que son perfectamente prescindibles.

No hay comentarios: