viernes, 18 de noviembre de 2011

Cutreciudad



Mi cutreciudad fue bonita una vez. Esa escalera tuvo que ser magnífica y la vista desde lo alto, bellísima. Escaleras como esa, hay varias en mi cutreciudad. Fachadas arruinadas, edificios imposibles, plazas sin sentido. Mi cutreciudad se ha quedado fea y descuidada y, como suele pasar, a más descuidada, más implacables somos con ella.

Si preguntas a cualquier habitante de mi cutreciudad, te soltará pestes de ella y también un amor desbordado. Es duro de llevar. Poner de vuelta y media este desastre urbano es tan fácil. Y amarla ... no conozco a nadie que no la eche de menos cuando se va lejos. Mi cutreciudad es un desastre, pero como todos los hijos desastrosos, se le coge cariño, un cariño desmedido e irracional, es una ciudad de mierda, pero la muy bastarda se hace querer.

En mi cutreciudad guardo recuerdos, citas y esperanzas, secretos, mi primer beso de amor, despedidas, proyectos de aventura, encuentros, tardes de pipas y confidencias, noches de borrachera, música, escapadas, lágrimas, cabalgatas de Reyes Magos, abrazos, reencuentros, esperas, primeros pasos, bares, tiendas, colegios, quioscos, esquinas, callejones, escaleras.

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