jueves, 13 de mayo de 2010

Más perdida que el barco del arroz

El caso es que no sabía qué escribir. Me venían rametazos de inspiración, zas, zas, pero nada. O tópicos como un castillo o paranoias tontas. Lo cierto es que sigo así, ni chicha ni limoná, y es una puñetera sensación porque escribir es un vicio y cuando ya llevo tantos días en dique seco, blej, entro en síndrome de abstinencia.

Tengo una entrada en stand-by, la verdad. La empecé ayer tarde, la dejé en el cajón de editar y la he intentado pulir hace un ratito, pero no me termina de convencer por lo de siempre: me sale metafísica barata y no, tan bajo no. Así que he optado por el camino fácil: escribir sobre mi falta de inspiración. Una salida bastante patética pero que me permite frivolizar y recuperar el tono simpaticón que a mi me gusta.

Pero no se si le pillo el punto, porque la idea es:

1. reírme de mi misma
2. dar un poco de vidilla al que me lea

que se compendia en: ole yo, qué lista y qué simpática he salido.

El caso es que no se si se cumple el objetivo porque he entrado en la dinámica de no escribir sólo para mi sino para Ti y claro, quiero brillar como el sol y hacerte reír. Quiero que presumas de mi y presumir yo también (de Ti). Quiero entretenerte con chorradas y ser la más zorra/pedante/vanidosa y culta de la blogosfera... y al final, con tanto propósito ambicioso, me ciego, me ciego y quedo más perdida que el barco ese.

Como siempre, vanidad pura. Pero es lo que me sale, porque es lo que hay (porque hay besos, sobre todo hay besos y lo que eso significa).

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