martes, 17 de marzo de 2009

Editar: el hombre importante

J.L. murió ayer. ¿Que edad tenía? En las fotos no sale viejo, calculo que rondaba los sesenta, aún trabajaba, murió en su despacho, de un infarto. Qué triste. En el periódico dice que fumaba mucho, y yo lo recuerdo, fumaba mucho.

Era un juerguista. Las veces que le encontré fueron de fiesta. Fiesta de Carnaval. Fiesta de la Primavera. Aquella copa de despedida en La Manzanilla. Esa fue la última vez, éramos muchos en la taberna, estábamos felices, yo eufórica. Le entreví aparte de mi grupo porque él era un invitado y mi grupo era el protagonista de la fiesta. Él aparte, una mirada y un saludo a lo lejos. Más tarde, cuando se fue, dos besos amistosos. Fue hace casi veinte años. Quizás tenía ayer más de sesenta.

¿Qué se debe pensar, sentir cuando un viejo amante se muere? El que he tocado, el que he besado, aunque solo fuera una noche, unas horas. Pero fueron horas dedicadas a él. Fueron exclusivas, me reí con sus historias y le gasté bromas sobre su importancia. Le escuché con atención, pensé en él a menudo aquel año, pensé en él a veces a lo largo de este tiempo. Fue mi amante, unas horas, y algo le debo. Horas felices, horas en que me sentí única, horas de placer.

Buen viaje, viejo amante.

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