martes, 24 de marzo de 2009

También en primavera


Me bulle la sangre, a mi y a muchas criaturitas de este mundo divino. La mente se me hace sexo o el sexo se me hace mente. Son tres meses. Tres meses oliendo las flores de guisante que crecen en mi huerto y oyendo a los abejorros. El sonido del abejorro es claro precedente del bulle-bulle de mi cuerpo.

Estaba viendo una película preciosa hace un momento. En el séptimo cielo, se llama, pero no he podido acabarla. Trata de sexo entre ancianos, de amor entre ancianos y también de infidelidad. No se cómo acaba y ahora mismo no deseo saberlo.

Estoy leyendo Revolutionary road (Richard Yates, 1961), antes de ver la película, por supuesto. Como es normal en mi maniático ser, ya se casi cómo acaba -leí a hurtadillas la página final y algo que se coló en una crítica de cine, en el periódico-. Es magnífica, irónica, llena de ácido humor y a la vez, triste y sin esperanza.

Los días pasan rápido cuando sexo y mente andan revolucionados y confundidos y bendito sea.

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