lunes, 28 de febrero de 2011

Fra Angélico, una conversación.

Fra Angélico fue, casualmente el último al que visité. Ya me iba sin verlo pero mi amiga me dijo que la sala de El jardín de las delicias estaba por allí cerca y tiré de los niños para que aprendieran. Les gustó, claro. El viejo Bosco nunca defrauda. Luego mi amiga se encontró con una antiquisima compañera de trabajo y yo arrastré a los niños a una sala más. Solo una y ya nos vamos. Y allí estaba, preciosa Anunciación y bendito Fra Angélico, al que imagino beatífico y sonrosado, aplicando dorados en alas,  perfeccionando pétalos con extrema ternura. Y Mantegna al lado, ya no me daba tiempo para peroratas, pero allí estaba, la Virgen envejecida y la ciudad infinita. La próxima vez ...

Mucho más tarde vino M.;  ella y yo conversamos como nunca. Le confesé que la distancia, esos once años que siempre nos separaron, ya no es tal. No le dije que hubo años en que la envidié, pero probablemente lo sepa. Realmente no me importan los kilómetros que nos separan, que nos veamos sólo un par de veces al año, que quizás no tengamos muchas más oportunidades de retomar la conversación de esa noche. Porque la tuvimos y fue dulce sentirnos cerca y quizás, restañar algunos recuerdos amargos.

No hay comentarios: