jueves, 21 de enero de 2010

Fagocitar palabras

E. habla mucho. Es que me encanta, habla muchísimo y utiliza un lenguaje culto, que no pedante, utiliza un vocabulario amplio y es cuidadoso, o mejor, meticuloso en su forma de explicar. Extremadamente meticuloso como un cirujano de las palabras. A veces le da la vuelta a la misma idea varias veces de manera casi didáctica. Entenderlo es sencillo.

Su voz, ya lo he escrito otras veces, cambia según sus estados de ánimo. El tono de cada día ya me dice a mi cómo está de ánimo. No tiene acento y es capaz de imitar cualquier acento que se proponga. Hasta el mio, aunque eso me fastidie.

Como utiliza ese lenguaje tan extenso, me permite a mi tambien lucirme. Yo escribo mejor que hablo, como se dice vulgarmente. A veces soy titubeante y hay expresiones que dudo en utilizar, porque me puedo sentir ridícula. Sin embargo, no tengo problemas a la hora de escribir cualquier emoción. Pero en realidad, me gusta entablar luchas dialécticas con Él, de viva voz y cada vez lo hago con mayor comodidad. Aunque normalmente Él me gana. Porque utilizando argumentos es IMPLACABLE.

En realidad hay veces que yo no le escucho. Yo le fagocito sus palabras.

Y no quiero decir con ello que soy una esclava babeante por las palabras de su Amo. Vade retro. Me lo tengo demasiado creído. Pero cualquier pulso que entre Él y yo podamos echar (y ambos deseamos batirnos, tenemos sangre para ello), tiene siempre un claro vencedor.

No hay comentarios: