miércoles, 2 de septiembre de 2009

Recuperación de septiembre

Tengo una manía -una entre mil-, me repatea hacer recapitulaciones y resúmenes vitales. Lo considero una mediocridad: esas listas de cosas que hice, que logré. Y esas listas de cosas que aún quedan por hacer. Hacer listas de tal palo me parece algo banal. Las listas de cosas hechas no tienen utilidad: son cosas HECHAS. Las listas de cosas que tengo pendientes son algo más banal aún: se hacen para consuelo y autojustificación y luego se suelen olvidar.

Recapitular es una tarea superficial: oh, aquí está lo que hice pero, ohhhh, soy tan imperfecta y me queda aún tanto por hacer. Postureo. Proclamarlo, publicarlo aún siendo para mi, aún siendo yo la única lectora, es puro histrionismo.

Por tanto, no haré recuperación escrita en septiembre ni en ningún mes venidero. Hacerla me parece un ejercicio de hipocresía personal. No rehuyo el compromiso: puedo ser la campeona del compromiso personal y prometerme a mi misma una y mil veces que mejoraré con el tiempo. Pero no por escrito, no en listas, no en papel ni en pantalla.

Cada día camino una hora. Es el momento de las recapitulaciones, ese es mi momento. Las escribo en las aceras, en los pasos de peatón, las dejo reflejadas en los escaparates. Cada día me salen al paso y se mezclan con el oxígeno que respiro.

Estos días recordaba el tiempo en que yo cantaba las canciones de Hilario Camacho. Tenía diecisiete años, ahora tengo cuarenta y uno; escucho esta canción y se perfectamente lo que he recuperado. También lo que debo recuperar.

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