sábado, 8 de noviembre de 2008

El Amo olvidadizo

Conocí a RJ en una página de contactos estrictamente BDSM y fui su sumisa-guadiana. ¿Tres meses, cuatro? RJ desaparecía y volvía a mi vida su antojo, confiado en que yo permanecía aquí.

Se algunas cosas íntimas de su vida, algunas magníficas, algunas despertaron mi más profunda compasión. Me parecía admirable.

Fue una atracción rápida y unos inicios exultantes. Larguísimas horas de messenger. Nunca cibersesiones. Qué ridiculez. Largas conversaciones sobre política e historia en las que luchábamos por brillar. Una noche me confesó que yo era su primera sumisa con la que hablaba de Historia a su nivel. En realidad yo tenía más nivel que él. Por supuesto, hay despecho en mis palabras.

Largas conversaciones en las que hablábamos sobre Dominación. Aprendí mucho con él. Formas, protocolo, paciencia. Ay, paciencia. Me dio su collar. Abomino de esa entrega rápida de collares. RJ entregaba collares para satisfacer su ego. Mi ego también estaba satisfecho, como es lógico.

Él si tuvo la clave, la que no hallé con Santiago. Aprendí a manifestar mis deseos y mis necesidades. Algunos días era una sumisa que flotaba en una nube. Leía, escribía. Drogada de sumisión. Enganchada al móvil.

Desapareció en Navidades, me quité su collar, volvió a aparecer en Carnaval, volvió a ofrecerme su collar. Pidió perdón. Qué delicia ver arrastrarse a un Dominante.

En febrero pasamos 26 horas juntos. 26 horas que rozaron la perfección, un encuentro minuciosamente planeado, mágico. 26 horas de entrega física y emocional. Largas conversaciones, risas, afecto. Se sorprendió conmigo. Mis besos, mis caricias, mi docilidad, mi pasión. ¿Cómo entregarse sin afecto, sin amor?

Sádico, brillantemente sádico. Perfecto conocedor de técnicas dolorosas. Yo ansiaba conocerlas todas. Fui disciplinada y complaciente. Orgullosa, engreída, le tenía en mi mano. Me despedí de él en la estación de autobuses de Sevilla, lloré un poco, ese día, los siguientes, le amaba, le amaba, le amaba.

Su collar me lo arranqué con furia. De la misma manera furiosa en que cayó del pedestal de Amo.
Olvidadizo, se olvidó de mi.

Moon river, cantada por Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes, fue una canción que escuchamos juntos, un par de ocasiones.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

El Amo circunspecto


No relataré por ahora cómo se fraguó mi entrada en el mundo BDSM. Busqué, leí como todo el mundo; conversé con Dominantes, metí la pata a menudo; tuve encuentros cíber y telefónicos, algunos muy intensos, pero no quiero contarlos por ahora.

Santiago fue el primer Dominante con el que tuve relación real. Contacté con él en ALT y fue emocionante ver que era de mi misma ciudad, cosa que no creo que abunde pues mi ciudad es de tamaño medio y tirando a mediocre en todos los aspectos.

Fui impulsiva y actué con prisas pero los primeros momentos fueron deliciosos. Iba a conocer a alguien al que podría llamar Amo. Poca idea por entonces de lo que yo quería. Mi objetivo se limitaba a sesiones light y en mis conversaciones por messenger con él le pedía que nada de dolor, nada de humillación... Y era perfectamente consciente de que deseaba atravesar esa frontera pero no daba con la clave para hacerlo.

Santiago es hombre de pocas palabras. Una conversación con él era aburridísima. Pasamos a la acción. Jugamos a que me descubriera. Una mañana atravesé la calle principal de mi ciudad sabiendo que, por las indicaciones que le había dado, él estaría allí, ojo avizor, descubriendo quién era. Me vio, paseó junto a mi y, como habíamos convenido, no me dijo nada.

Días después, en esa misma calle, nos citamos brevemente, para conocerle yo. Y días más tarde, me sobó el culo en un ascensor del Corte Inglés. Y pocos, pocos días después tuve mi primera y única sesion con él.

No fue un desastre. Mis sensaciones predominantes fueron excitación en grado 10 y curiosidad en la misma medida. Una curiosidad inmensa. Por tanto no me supo mal su actitud misógina, despreciativa vaya, para qué andarnos con rodeos. Era mi primer Dominante, mi primera sesión y yo estaba dispuesta a disfrutar, sentir, vivir todas y cada una de las actividades que el hiciera sobre mi piel.

Así que acabé aturdida. Mareada. Los pezones agradablemente doloridos. Él cumplió lo pactado, me sometió a un dolor sosegado y ordenó lo que sabíamos iba a ordenar. Quedó muy satisfecho, mucho. Quería repetir pronto. Yo volví a casa y mientras caminaba, pensaba y ahí ya empezó a dolerme la falta de dolor. El vacío que llevaba, lo que de ningún modo quería sentir.

No hubo besos, no hubo afecto. Frialdad, sesión impecable pero aséptica. Eso no era lo que yo quería. Se despidió de mi con un "hasta otro día". Ya no hubo más.

Le vi hace unas semanas en el mercadillo. Nos sonreímos al saludar.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Venus en julio


En un mes de Julio tuve un espléndido encuentro sexual con Antonio. Ambos desconocidos, uno del otro. Ambos encontramos lo que queríamos. Fue sencillo.

Risas, cava con helado de limón, confidencias las justas, tres polvos salvajes y ternura, la que puede haber entre dos desconocidos que quieren serlo siempre pero saben darse. Fue perfecto, el sudor adecuado; vigor cómplice, adecuadamente compenetrados, como si llevaramos toda la vida en ello. Perfecto encuentro de cinco horas.

miércoles, 29 de octubre de 2008

El obseso sodomita


Entré en una página de contactos sexuales y un mundo lleno de posibilidades se me abrió. Las posibilidades aumentan si escribes un perfil sexualmente claro y conciso. Sin medias tintas, sin florituras, sin poemitas. Y si añades foto, lógicamente de cuello para abajo, sin ser hortera, sino seductora con sencillez, las ofertas de encuentros sexuales se incrementan endiabladamente.

Lástima ser novata y además, con las pilas necesitadas de recarga. Me escribió Alejandro, el audaz sodomita, un chico que pensaba que ser sodomita es la repera. También pensaba que me iba a asustar por ello, cosa que no hice.

Hubo correos y una charla por messenger aséptica. Me despedí educadamente de él y cambió de tercio asustado. Fui benevolente porque escribía muy bien y su correo disculpándose por su frialdad me excitó y me dió un subidón de autoestima.

Nos intercambiamos nuevos correos cada vez más morbosos. Es muy placentero recibir escritos calientes. Más aún escribirlos. Saber que el que los va a leer se va a masturbar en tu honor.

Como el encuentro fue de "mucho ruido y pocas nueces" no lo describiré. No he vuelto a saber nada más de él.

viernes, 24 de octubre de 2008

Cibersexo




Miguel fue mi ciberamante en el tiempo en que experimenté con el sexo a través del PC. Uno de mis amantes, Miguel fue el más duradero porque era el mejor. Un buen ciberamante.

Una vez entreví su cara, moreno y con bastantes entradas. Siempre me mostraba su cuerpo, de cuello para abajo. Tiene un magnífico cuerpo. Vello justo, más bien delgado pero fibroso y una polla soberbia.

Imaginación soberbia. Divertido, no íbamos nunca directamente al ciberfolleteo. Hablábamos, bromeábamos, nos contábamos la vida lo justo, con discreción. Era amable, cariñoso, escribe sin faltas de ortografía, es culto, es tímido. Es audaz.

He tenido encuentros extraordinarios con él. Verdaderamente agotadores, intensos, placenteros. Y he tenido encuentros con otros, también divertidos, pero Miguel era el mejor. El mejor ciberamante. Imaginativo y con un toque dominante exquisito. El justo toque dominante que me hizo ir más allá. Me gustó seguir sus indicaciones: el momento de desnudarme, cómo desnudarme, qué hacer con manos, boca, dedos.

Yo se que le gustaba mucho. Fui, por supuesto, una cabrona con él. Pude conocerle. Una vez fui a su ciudad. No le avisé. Planeé un encuentro, le di vueltas, hubiera sido un encuentro brevísimo, morboso, como a él le gustaban. No quise, no le avisé.

Dejé de buscarle. Ahora se que vive en otra ciudad, probablemente haya encontrado trabajo allí. Es lo que pone junto a su nombre, en el messenger.

viernes, 3 de octubre de 2008

Pasas a mi lado



Pasas a mi lado y sólo quedan retales,
trazos afilados, mapas del desastre.
Era mentira.
Yo, con falsa luz,
falso fulgor, llamada bálsamo,
nombrada auténtica, falsa amante joven
y sincera,
alivio del dolor y la vejez.

Qué engaño y qué vanidad: decías
"escribes cartas preciosas", mentira,
sólo ensayos de poder, teatro que devora:
simular agonía, fingirme sublime,
recitarte a ciegas, idiota, sin verme
acechante en el brindis,
en los besos, en las miradas que queman,
en las palabras tiernas y en las caricias devotas,
sin verme, digo, cubrirte con mi sombra
y clavarme en tu costado.

Escrita en el 92 o 93, el rencor aún hirviente.

jueves, 2 de octubre de 2008

2 de agosto



Dos de agosto

El emblema, la fecha mítica,
inmortal,
la nunca acabada noche
que desmembro y disecciono; conozco de forma exacta
sus minutos perfectos:
estrellas y besos,
cierto perfume,
una forma de mirarme, adjetivos
manoseados
que me dan sueño.

He reiniciado el dos de agosto
durante años.
Un día inmóvil
extraido del paso del tiempo.
Me he repetido sus sílabas, tantos versos
en homenaje inmerecido;
años para advertir
la sudada vulgaridad, la burda
construcción de frases, de anécdotas
de esperanzas pueriles.