viernes, 24 de octubre de 2008

Cibersexo




Miguel fue mi ciberamante en el tiempo en que experimenté con el sexo a través del PC. Uno de mis amantes, Miguel fue el más duradero porque era el mejor. Un buen ciberamante.

Una vez entreví su cara, moreno y con bastantes entradas. Siempre me mostraba su cuerpo, de cuello para abajo. Tiene un magnífico cuerpo. Vello justo, más bien delgado pero fibroso y una polla soberbia.

Imaginación soberbia. Divertido, no íbamos nunca directamente al ciberfolleteo. Hablábamos, bromeábamos, nos contábamos la vida lo justo, con discreción. Era amable, cariñoso, escribe sin faltas de ortografía, es culto, es tímido. Es audaz.

He tenido encuentros extraordinarios con él. Verdaderamente agotadores, intensos, placenteros. Y he tenido encuentros con otros, también divertidos, pero Miguel era el mejor. El mejor ciberamante. Imaginativo y con un toque dominante exquisito. El justo toque dominante que me hizo ir más allá. Me gustó seguir sus indicaciones: el momento de desnudarme, cómo desnudarme, qué hacer con manos, boca, dedos.

Yo se que le gustaba mucho. Fui, por supuesto, una cabrona con él. Pude conocerle. Una vez fui a su ciudad. No le avisé. Planeé un encuentro, le di vueltas, hubiera sido un encuentro brevísimo, morboso, como a él le gustaban. No quise, no le avisé.

Dejé de buscarle. Ahora se que vive en otra ciudad, probablemente haya encontrado trabajo allí. Es lo que pone junto a su nombre, en el messenger.

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