Pasas a mi lado y sólo quedan retales,
trazos afilados, mapas del desastre.
Era mentira.
Yo, con falsa luz,
falso fulgor, llamada bálsamo,
nombrada auténtica, falsa amante joven
y sincera,
alivio del dolor y la vejez.
Qué engaño y qué vanidad: decías
"escribes cartas preciosas", mentira,
sólo ensayos de poder, teatro que devora:
simular agonía, fingirme sublime,
recitarte a ciegas, idiota, sin verme
acechante en el brindis,
en los besos, en las miradas que queman,
en las palabras tiernas y en las caricias devotas,
sin verme, digo, cubrirte con mi sombra
y clavarme en tu costado.
Escrita en el 92 o 93, el rencor aún hirviente.
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