lunes, 29 de noviembre de 2010

I don´t want to be perfect

Ayer leí este artículo de Elvira Lindo, cuánta identificación madre mía. Yo ya experimenté la experiencia "madre perfecta" y ahora soy una renegada. Recuerdo cuando estaba yo tan feliz con el método Estivill y leía en foros de madres a las madres talibanas que ponían el grito en el cielo. Dejar llorar al niño para que aprenda a dormir... un horror según las talibanas. Una madre talibana se mete al niño en la cama hasta que echa las muelas. Y a la pareja que le vayan dando. Imagino yo que las madres talibanas, que son tan perfectas, ya no tienen sexo. 

O la tele y los videojuegos: las madres talibanas no dejan que sus nenes vean dibujitos chungos. Una vez escuché a no se quien (taliban era fijo) que Doraemon era malo para los niños. Yo siempre me veo a mi misma, de cría: como a casi toda mi generación, me tiraba muchas tardes y gran parte del sábado enchufada a la tele. Y aquí está la nena, tan mona y tan lista.

Las madres perfectas a las que Elvira Lindo hace referencia son víctimas del neomachismo de buen rollo. Ese que eleva al éxtasis la lactancia natural y el parto doloroso. La lactancia natural no es el éxtasis. Para nada. Te jodes y das de mamar al peque porque es lo mejor para él, pero duele, es un coñazo, te sientes pringosa y hueles a leche cortada, es antisexy. Es mentira que adelgace. Yo me puse como una foca y tenía siempre hambre y mucha sed. Cuando dejé de dar el pecho, al acabar la baja maternal, sentí que me quitaban un peso de encima... y una enorme culpabilidad por sentir eso. La lactancia natural es lo mejor para los bebés, por supuesto, pero que no nos vendan la moto de que  es ma-ra-vi-llo-sa para las madres porque no lo es.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Querida, justo vengo del blog de Moli comentándole que escribí sobre el rollito este talibán de algunas que me carga hasta el moño.

Pero disiento contigo en lo de la lactancia. A mí me encantó. De verdad de la buena. Tenía hambre y sed, pero pues comía y bebía y asunto arreglado. No te sentías sexy?.. pues yo le saqué bastante partido al tema... te lo juro¡¡

Claro que igual y yo tuve suerte y no tuve problemas, ni dolores, ni nada malo. Y el olor me encantaba.

Pero también se terminó cuando volví a trabajar y no pude seguir con la lactancia exclusiva. Culpable no me sentí, me dió penilla. Pero sin dramas.

Saludos

Mar dijo...

Esta claro que cada maternidad es diferente, hasta con los propios hijos, la experiencia puede diferir entre una maternidad y otra. Mi primera experiencia lactante no fue buena, pero -ya lo conté hace tiempo- pasé por la temible deprepostparto.

Pero si tuviera que volver a dar el pecho lo haría, eso se da por descontado. Lo que me indigna es que se de por sentado que es una experiencia sublime, cuando algunas madres desgraciadamente no lo hemos vivido asi. Cuando eso ocurre, te sientes culpable y malvada... aunque yo ya lo superé.

Muchas gracias por tu visita y dejar tu comentario. Un beso.

Anónimo dijo...

Tengo que darte la razón seibra, aunque para mi fué una etapa hermosa el darle pecho a mi hija, me sentía culpable por no tener mas y agregar el biberón, a parte del dolor que produce, el masoquismo al lado de esto es coser y cantar. Desde luego yo no disfrué con el olor, todo el día oliendo a leche pareces una vaca en pena por el cerro.
besos, no escribo mas porque me lio y ya sabes, se me ve el plumero.
Besitos

Mar dijo...

El tema da mucho de si, querida Maiko. Dar el pecho es hermoso, en el sentido de amor incondicional por tu bebé... eso lo tengo muy claro y realmente lo he vivido. No quiero que parezca lo contrario. Pero nada más (y nada menos): quitémosle poesía, alimentas a tu hijo. Punto.

Un beso muy grande.