martes, 23 de noviembre de 2010

Releyendo a Harry Potter

Como estrenan Las Reliquias de la Muerte, me puse a leer por segunda vez el último libro de Harry Potter. No se si iré al cine a verla, me da rabia que se haya dividido en dos partes y que haya que esperar al año que viene para ver la segunda (pero si encarta ir, seguro que me apunto).

La piedra filosofal y La cámara secreta me las leí antes del boom, entre diciembre 2000 y enero 2001. Lo recuerdo porque aprovechaba las siestas de mi peque para leer. El libro que más me ha gustado ha sido El prisionero de Azkaban, porque la aventura comienza a adentrarse en terrenos más siniestros. Soy una friki de Harry Potter. Pregúntenme lo que sea, que lo respondo.

Soy una firme defensora de su lectura como forma de iniciar a los adolescentes en la literatura. No entiendo que se les inicie, en la ESO, con El Lazarillo de Tormes: es una puerta hacia el aborrecimiento literario. Que si, que es una obra magna, pero no para adolescentes.

Yo me inicié en los "libros sin dibujos" con Julio Verne y con Luisa May Alcott. Con catorce años me leí Crimen y castigo y hubo cosas que no entendí pero me gustó (o más bien me sobrecogió). Siempre he alternado best-sellers con clásicos. Siempre he sido caótica en mis lecturas y lo único que pido es que la lectura me entretenga. Detesto los tochos pseudofilosóficos. Me encanta la novela policiaca, estoy empollada en clásicos franceses, norteamericanos, británicos y, un poco menos, rusos. Me entusiasma Benito Pérez Galdós pero no he leído El Quijote y por el camino que voy nunca lo leeré. La lectura es mi placer. Ya no leo por obligación. Por eso no leo ensayos, ni biografías.

Me entusiasma la literatura fantástica y la ciencia ficción, aunque conozco menos de lo que quisiera. La serie Harry Potter  me parece una digna representante del género fantástico y una excelente forma de iniciarse en la literatura, aunque para el insigne crítico Harold Bloom, sea "una porquería". Él se lo pierde.

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