martes, 2 de diciembre de 2014

Prosa poética

Tengo una vieja libreta llena de textos que quieren y no pueden ser poesía. Los escribía a diario, cuando era una adolescente que se creía única, genuina y original (como todas). Pasaba  mucho tiempo mirando por la ventana, lloraba mucho porque no encontraba sentido a la vida, todas esas cosas adolescentes, terribles y asombrosas.

Así que tenía abundante material para rellenar páginas a diario. Páginas de -yo pensaba que irresistible- prosa poética porque aún no era capaz de hacer poesía de la buena, en verso libre al menos (años después sí hice mucho verso libre, todas esas cosas de los veinte años, terribles, asombrosas y sexuales).

Ahora no me atrevo a leer ese cuaderno. Me da vergüenza. No me creo a esa jovenzuela llorica. Abomino de esa tontorrona que sufría por AMOR. Miren qué orgullosa me volví y qué descreída. Una traidora a mi propio sentimentaloide pasado.

Prosa poética. Menuda mierda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé por qué uno reniega de sí mismo. En realidad no es de sí mismo, porque el yo del pasado no parece propio.
Saludos

Mar dijo...

Ah, yo tampoco lo se, qué mal queda eso de ser una renegada.

Saludos cordiales.