sábado, 29 de noviembre de 2014

Pelis míticas: Dirty Dancing

Por sus frases y diálogos loquísimos, como "traje una sandía", o "Francis, el nombre de una mujer hecha y derecha" o la sublime "no permitiré que te arrinconen". Quien no haya visto mínimo tres veces Dirty Dancing no sabe de lo que hablo. Quien la haya visto ese mínimo de veces y haya disfrutado como un gorrino en un charco, entiende los niveles míticos de esas frases.

Por los lugares chulos donde se desarrolla la trama: el hotelazo pijo, el lago para bailar (!!!), esos parajes boscosos y brumosos que son tan típicos de las pelis yanquis y sobre todo porque todo ocurra en la década de los sesenta, que queda tan resultona en peinados y vestidos.

Ay, ese lago para bailar
Porque es cursi, ñoñísima, romantiquísima; porque gana la fea (y ni siquiera se convierte en cisne); porque acaba bien, no, mejor que bien; porque todos salimos satisfechos y embriagados de AMOR y eso, algunas noches antes de irse a la cama, es bueno. Y porque es una cursilería hecha a posta que no engaña a nadie.
Megacursi!!!

Por las canciones que hemos medio cantado tantas veces. Hay que ser muy triste si no se ha cantado alguna vez el Be My Baby y además poniendo voz nasal. Con las canciones de Dirty Dancing, aquellos que no conocían a los Drifters, por poner un grupo que mola, se hicieron fans. O The Shirelles o el mismo Ottis Reding.

Y por las coreografías. Ojito. Que parece fácil pero el que alguna vez haya intentado el salto del final, con I ...have ... thetimeofmylifeeee, sabrá que es un salto sólo para elegidos.

Sólo para elegidos

Como él. Por él, San Patrick Swayze que fue y por siempre será Johnny Castle, aparentemente chulangui pero con un pedazo de corazón que no le cabe en el pecho. Y miren que yo no soy nada idólatra pero a San Patrick Swayze lo tengo en un altar desde esta peli, desde Ghost y hasta desde Le llaman Bodhi, donde hace de malote pero quién puede resistirse. Dios lo tenga en su gloria, joder.

Y cómo miraba, el cabrón

Porque es una de las pelis que veo con my little sisters y, como las cosas buenas de la vida, ocurre muy de vez en cuando pero siempre es como la primera vez. Cantar a coro, repetir traje una sandía, intentar el salto final. Siempre igual, pero nunca nos cansamos.

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