viernes, 5 de diciembre de 2014

Ella quiere ser útil

Ella me confiesa que no se siente útil. Me lo cuenta un poco asombrada de mi receptividad y suelta esa confesión a oleadas, le va rebosando y yo me siento culpable, aunque jamás se lo diría. Jamás me lo diría (excepto ahora, para eso sirve este blog).

Es un diálogo lento y va fluyendo porque le doy ánimos para que siga. Más o menos me dice que está rodeada de gente que hace un trabajo valioso para los demás. Que ella dejó de sentirse así hace mucho tiempo. Se que tiene días malos pero me sorprende que haya llegado a una conclusión así, ella, la que nunca le dio tregua al fracaso ni a la depresión.

Ahora parece deprimida y yo siento culpa por la parte que me toca.

Le encanta leer y yo le dejo libros. Jamás le regalaré un libro de autoayuda, eso lo tengo claro, pero regalarle libros y recomendarle los que yo he leído y se que le pueden gustar es una forma de declararle mi amor. Me cuesta mucho hacerlo. No consigo indagar por qué.

Le cuento que no creo en la utilidad de las personas, que no estamos en esta vida para ser provechosos, que ella no se debería medir en tales parámetros. Ella siempre lo ha hecho y yo lo estaba olvidando. Le pido que me cuente siempre cómo está y ella alega que no quiere preocuparme. le contesto que si me preocupo o no me preocupo es problema mío. Que encima que está triste, se va a preocupar de si me preocupo. (siempre ha sido tan ansiosa con el tema)

Le cuento, la escucho y confío en que sea para mejor.

Que al menos hemos conversado.

Que al menos he mantenido a raya mi exasperación.

Que al menos le he mentido muy bien, que he mostrado calma y sensatez aunque sí que me preocupo -pero es un problema mío y ella no tiene la culpa-. Lo nuevo de esta situación nueva es que he dado con la clave para no ahogarme de preocupación (o culpa) por ella. El espacio que debe ocupar y que a menudo olvido. No es útil. Es de verdad amarla, aunque no se lo diga con estas palabras.

 

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