domingo, 6 de junio de 2010

Al sol de poniente


Yo conozco tres formas de ir a la playa.

1. Caleti. Así iba yo de pequeña, cuando venían mis abuelos y los titos. Plantábamos dos sombrillas y unas toallas haciendo parapeto y creábamos un rincón la mar de cuco. Me resultaba un misterio la sandía enterrada en la arena de la orilla, siempre me daban un buche de tinto con casera y siempre, siempre, era demasiado pronto la hora de irse. La mejor hora del baño era la tarde muy avanzada. El agua, a esa hora, está calentita. Caldito de puchero. La forma caleti tiene el inconveniente de que te pones como una foca si se convierte en tu forma perenne de ir a la playa. Lo bueno es que es como si estuvieras en el salón de tu casa, con el dominó, los pasteles y buena compaña.

2. Me turro. Asi iba yo con veinte años. Casi cada día, porque mi amiga ES es muy insistente y el día que no íbamos a la playa ya la tenía de morros toda la tarde. No se cómo se las arreglaba mi amiga AB que casi nunca venía. Es muy curioso lo de AB. Ella siempre dice que le encaaaanta la playa... pero luego llega el verano y entre una cosa y otra nunca va. Y encima, si va, nunca se baña!!!!! Pero a lo que iba, con ES ir a la playa era un ritual: poníamos la toalla muy extendida en un claro con poca gente, nos bañábamos en un sitio donde no se hiciera pie -que ella es muy atrevida-, nos tirábamos en la toalla boca arriba, luego boca abajo, nos contábamos confidencias -o sea, hablábamos de tíos- , cigarrito, otro baño más corto y al final, un café con hielo en el bar del paseo. Lo bueno de esto es que en cinco días ya estaba yo morena -con lo que me cuesta a mi ponerme morena-. Lo malo es que llegó el momento en que habíamos hablado ya de todos los tíos y a mi me empezó a dar miedo meterme tan hondo en el agua.

3. Colesterol. La practica la gente mayor y consiste en patearse la playa entera hasta el final y allí, al final de la playa, darse el bañito para volver fresco. Yo la llevo practicando varios años ya. Pero no es porque tenga colesterol, válgame Dios. Lo bueno que tiene es, aparte de que se te ponen las piernas duras, es que vas echándole el ojo a todo el que pasa y es un rato entretenido. Lo malo, que no me pongo morena. Bueno, en septiembre ya casi empiezo a pillar color, pero solo en septiembre.

No hay comentarios: