martes, 3 de julio de 2012
Yo quería ser Jane
Pero no cualquier Jane, yo quería ser la Jane clásica de las pelis del sábado. La que andaba correteando por la jungla con ese trapajo tan sexy. ¿Cómo diablos se lo cosía? En una peli es una especie de bikini, luego se vuelve más recatada y deja de enseñar el ombligo, pero yo quería ser ella y hacer el amor con Tarzán /Weismuller bajo los rododendros.
Mi fijación por los torsos masculinos poderosos proviene del Tarzán/Weismuller. No había otro como él. Yo, preadolescente, caí rendida ante ese hombre-mono capaz de combinar valentía y bestialidad. Tan buena gente y tan machote, tan bruto y tan tierno. Por eso yo quería ser Jane. Porque el hombre-mono la raptaba y se la llevaba a cuestas, incluso de liana en liana, pero también la salvaba de todos los peligros: el monte Mutia por donde siempre caía el más pringado; las arenas movedizas donde se ahogaba siempre el más facineroso; el tétrico cementerio de elefantes; las tribus chungas -los Gaboni!!!- que te matan con mala idea... Él, Tarzán, siempre estaba al quite y sin pedir nada a cambio, hasta su amor era puro e incondicional.
¿Marcan o no marcan cosas así?
Etiquetas:
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memoria a secas
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2 comentarios:
Absolutamente, estas cosas marcan. Especialmente en la mente de niños despiertos que tienen un sexto sentido para captar estas cosas. Me encanta cómo eres capaz de transportarme a una versión más adulta e inteligente de "Cuéntame"
jajajaj, no lo había visto de esta manera, hago la competencia a Cuéntame!!!
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