sábado, 29 de agosto de 2009

Aquel pirata de Granada capital


Como es natural hubo confidencias con mis amigas, el pasado fin de semana. Mi puñetera amiga ES me preguntó por Fran, aquel medio punki de Granada y fui y me puse colorada al recordarlo, a estas alturas, si casi ni me acuerdo de su cara. Me dio tanta verguenza y rubor que me revolqué en la cama meada de risa y tapándome la cara con las manos. Qué tonta del culo y qué pedazo de pava.

Así que les confesé a mis amigas que aquel chico me caló hondo, a pesar de que nos vimos cuatro veces, una en Cádiz y tres en Granada y a pesar de que apenas hablamos, que ni él era de muchas palabras y yo siempre fui una tímida de manual.

Guardo escalofríos suyos, el de su mano recorriendo mi espalda en silencio y sin venir a cuento. Es placentero recibir una caricia cuando delante tuya tienes al amor de tu vida camelándose a una rubia jipi-pija. Mi querido punki, que ni era guapo ni alto ni hablador, me produjo escalofríos aquella madrugada en Granada, en un colchón sobre el suelo, que quedaba tan radikal.

Por supuesto fantaseo con la idea de que él lea ésto. Es una idea que consuela mucho cuando sientes que has perdido palabras y que otras muchas se quedaron sin decir, en Cádiz, en Granada, en aquella calle Elvira. Querría que supiera que no me enamoré de él, porque estaba obcecada con aquel carismático vendedor de pulseras. Pero que sus manos recorriendo mi espalda, sus besos en el Campo del Sur aún me hacen ruborizar y me provocan, no sólo escalofríos, sino también una venturosa calidez en mi corazón.

Van, en su honor, los Tijuana in blue. Él tenía pinta de pirata.

No hay comentarios: