A mi me gusta celebrar cumpleaños infantiles y no voy a poner aquí por escrito la causa. Es una cosa obvia. A mi me gusta toda esa parafernalia de globos, bocadillos y tarta; el momento "apaga las velitas y pide antes un deseo"; las fotos, los regalos y cantar Cumpleaños feliz en español y en inglés. Celebrar un cumpleaños a la manera clásica con merienda, familia y amiguitos. Celebrar hasta un límite.
Estuve en el cumple años de un bebé, el típico primer cumpleaños en el que como el bebé no tiene aún amiguitos, los padres invitan a la familia. Pero en vez de invitar a los abuelos, los dos titos de más confianza y un par de primos para cumplir con la cuota infantil, es decir, una celebración íntima de merienda y buenos deseos, aquel cumpleaños al que asistí fue un evento multitudinario muy agobiante. Creo que hice un mal papel, estuve sólo una hora porque aquello me superaba. Absurdo invitar a familiares lejanos, absurdo invitar a todos los amigos y amigas de los padres, absurdo ese tropel de regalos para un bebé de un año, absurda esa cantidad de gente papeando a troche y moche y sobre todo, absurdo ese enorme trabajo para los padres, que apenas disfrutan de ese día junto a su bebé. Al final el bebé acaba derrengado y la fiesta es un caos en el que no recuerdas a que viniste, no se, yo no le encuentro sentido a tales fiestas.
Pero más temibles y absurdos me resultan los cumpleaños de niños mayores. Ahora circula un protocolo que impone invitar a la clase entera al evento. Los veinticuatro niños y niñas de Segundo A junto a los primos y amiguitos de fuera del cole. La gente lo celebra en locales de colchonetas hinchables, con merienda infecta, tarta infecta y karaoke infantil. El peque del cumpleaños acaba con más de veinticuatro regalos. Más de veinticuatro. No me digan si no es una cifra indecente. ¿Son conscientes de lo que se celebra? ¿Y los invitados? Los pequeños invitados a esos eventos de cumpleaños apenas reparan en celebrar al cumpleañero. Ni velitas para apagar ni canciones que valgan. Lo que importa es saltar en los hinchables y atiborrarse de gominolas.
Veinticuatro invitados en un macrolocal de cumpleaños. Me han hablado de celebraciones en fincas con piscina y barbacoa. Veinticuatro eventos a los que tendrás que asistir para cumplir con cada compañero del cole. Veinticuatro tardes perdidas -como mínimo- en un año. Veinticuatro regalos absurdos.
Para no volverse misántropa.
2 comentarios:
Coincido
Genial :)
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