jueves, 18 de septiembre de 2014

La mirada perfecta

Tengo una foto en sepia de mis abuelos como fondo de pantalla del teléfono. Es una de aquellas fotos de estudio que se hacían antes los matrimonios, pero ésta es muy atípica. Mi abuela mira al frente y mi abuelo la mira a ella. La mirada de mi abuela es intensa y, como es muy joven, a mi me resulta inocente (la mirada que yo le conocí era picarona y saltarina). Ojos de gacela, los de mi abuela. Mi abuelo la mira, le mira exactamente el cuello.

Yo conocí a mi abuela mujerona, de tetas grandes y cuerpo robusto, una mujer acostumbrada al trabajo duro. En esta foto la cara aparece delgada y casi huesuda, un moño bajo, con el cuello lánguido, curvado hacia delante, con una pequeña cadenita de oro. Mi abuelo le mira el cuello con lascivia. No se le ven los ojos a mi abuelo, los mantiene bajos, fijos en la curva sensual del cuello de mi abuela. Se le nota la sonrisa, una media sonrisa de deseo.

Mi abuelo es un figurín, lleva una camisa que parece de uniforme, quizás es una foto de cuando entró en la Guardia Civil. Lo mejor, aparte de su mirada, es el pelo repeinado hacia atrás, muy, muy repeinado con fijador, muy ceñido al cráneo alargado de mi abuelo. Mi abuelo era largo, todo huesos, manos larguísimas, piernas flaquísimas, una boca grande y una cara alargada y muy varonil. Era muy caliente mi abuelo, según me contaba mi abuela.

Mi abuelo la mira a ella, a su mujer, con la mirada perfecta de perfecto deseo.

Es una foto de después de la guerra, creo que aún no había nacido ninguno de sus hijos, quizás se hicieron la foto al poco tiempo de casarse. Mi abuela mantiene una sonrisa muy dulce y suave, se le ven los incisivos, parece que se regodea con la mirada densa de mi abuelo.

En el tiempo que los conocí juntos, cuando ella era gorda y torpe de piernas, cuando él tenía un poco de pelo blanco y ningún diente, cuando ella se enfurecía porque él llegaba un poco piripi de la calle, cuando él veía la tele y ella cocinaba, en ese tiempo, cuando yo era pequeña y los adoraba, supe siempre lo que se amaban, aún, lo que se deseaban, todavía.

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